Cuando abrieron los paquetes, cuando los plazos de amortizacion vencieron y los deudores se llamaron andana, los ojos se volvieron a los calificadores y éstos no tuvieron respuesta. Los acreedores se han quedado sin cobrar, por ahora, y los calificadores avergonzados y desprestigiados, porque no habían hecho bien su trabajo. Ahora les toca revisar procedimientos y enfatizar el rigor, volver a vestir trajes oscuros y mostrar semblantes graves ante los calificados.
Uno de esos calificadores, Moody’s, ha rebajado y endurecido su opinión sobre las perspectivas de la banca española, y en concreto de algunas cajas locales, con el razonamiento de que la evidente crisis del sector inmobiliario español acabará afectando a la solvencia de los balances y a los resultados futuros.
Ni al Banco de España ni a la CECA (ni a las cajas, por supuesto) les ha gustado la decisión de Moody’s y la critican. No les falta razón, los razonamientos de la agencia son demasiado mecánicos, poco finos. Pero no se trata, necesariamente, de una mala noticia, más bien inevitable, lógica. Ahora toca volver a acreditar que el calificador actúa con ligereza, que pone la venda antes de verificar la herida.
Los resultados del sistema financiero español durante el primer trimestre han sido buenos, bastante buenos con la que está cayendo. La morosidad ha subido, las provisiones también, y en ningún caso se producen pérdidas o dificultades de balance.
Aunque las ventanillas de crédito se han entornado y las exigencias de garantías y los precios de la financiaciòn se han endurecido, las entidades financieras mantienen un razonable ritmo de financiación, menos de la que demanda el mercado pero suficiente para evitar el colapso.
Las entidades españolas han empezado a refinanciar sus activos en los mercados mayoristas con un diferencial algo mayor pero buenos resultados. Además han crecido las operaciones de pasivo interno porque los precios son interesantes y porque a una menor inversión corresponde más ahorro. De tal manera que la necesidad de financiación externa es menor, lo cual aliviará la presión de la deficitaria balanza de pagos.
La solvencia del sistema financiero español es un activo para transitar por la crisis con ciertas garantías, que la cuestionen los calificadores es lógico, pero si a finales de año el sistema sigue sólido su credibilidad habrá ganado muchos enteros. Los británicos no acaban de comprender que los bancos españoles sean tan eficientes, pero si la realidad no confirma sus tesis tendrán que cambiar las conclusiones.
Con respecto a las cajas, tan locales, tan cercanas, el manual dice que si los activos se deterioran sus cuentas y balances se resienten, pero el manual no aprecia la capacidad de adaptación, el conocimiento de los detalles y del mercado que les dota de herramientas de gestión poco habituales.
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