España, país donde gobierna el PSOE, está en crisis, y seguirá estándolo sin que se sepa muy bien qué harán para corregirlo el Ejecutivo y la Ejecutiva, es decir, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y la Ejecutiva socialista de ZP salida de un Congreso donde el PSOE ha vuelto a demostrar que es el rey del marketing político. Su capacidad para marear la perdiz y sacar conejos de la chistera es tal que, lejos de pagar los platos rotos, se convierte en una máquina de seducción bien aderezada con sonrisas, palabras amables y aparentes consensos.
Es prácticamente imposible saber lo que quiere el PSOE ante situaciones tan concretas como la crisis económica, los trasvases, la energía nuclear, la financiación autonómica o la ley de plazos del aborto, pero maneja de tal modo su propia indefinición que sí es posible concluir que quiere lo que cada uno desea, hasta desencadenar un mundo de sensaciones sólo al alcance de productos míticos como la Coca-Cola.
Frente al evidente deterioro de la economía española, el 37º congreso del PSOE ha replicado con más igualdad en su Ejecutiva y ambiguas propuestas sobre la eutanasia, el aborto, la laicidad o el voto de los inmigrantes, asuntos de por sí muy importantes y no resueltos en España, pero ante los que el partido de ZP tampoco se moja con medidas concretas, limitándose a gesticular y a sugerir un espacio inalcanzable para el PP, por mucho que éste haya emprendido un viaje al centro. Y ahí está la gran aportación del PSOE de Zapatero a la política española: el arte de la sutileza indefinida que tan buenos resultados le ha dado en las urnas.
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