
Es prácticamente imposible saber lo que quiere el PSOE ante situaciones tan concretas como la crisis económica, los trasvases, la energía nuclear, la financiación autonómica o la ley de plazos del aborto, pero maneja de tal modo su propia indefinición que sí es posible concluir que quiere lo que cada uno desea, hasta desencadenar un mundo de sensaciones sólo al alcance de productos míticos como la Coca-Cola.
Frente al evidente deterioro de la economía española, el 37º congreso del PSOE ha replicado con más igualdad en su Ejecutiva y ambiguas propuestas sobre la eutanasia, el aborto, la laicidad o el voto de los inmigrantes, asuntos de por sí muy importantes y no resueltos en España, pero ante los que el partido de ZP tampoco se moja con medidas concretas, limitándose a gesticular y a sugerir un espacio inalcanzable para el PP, por mucho que éste haya emprendido un viaje al centro. Y ahí está la gran aportación del PSOE de Zapatero a la política española: el arte de la sutileza indefinida que tan buenos resultados le ha dado en las urnas.
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