ALMANSA.- Varios miles de personas han participado hoy, como espectadores de excepción, en la campa situada a los pies del castillo de Almansa (Albacete), en la representación fiel de la batalla que lleva el nombre de esta localidad manchega y que acaeció, hace ahora tres siglos, durante tres horas de la tarde del 25 de abril de 1707 en los campos que, por el sur, la separan de la localidad vecina de Caudete de las Fuentes.
La “Batalla de Almansa” es el hecho histórico en el que se enfrentaron más de cuarenta mil hombres de diez naciones actuales de Europa, encuadrados en dos ejércitos conocidos como “de las Dos Coronas” (25.000) y de “La Gran Alianza” (15.000), defendiendo los intereses de la sucesión a la corona de España de las dos dinastías reales más poderosas de su tiempo, los Borbones y los Habsburgos, en una cruenta batalla dentro de una guerra de ámbito europeo conocida como “La Guerra de Sucesión Española”, que habría de ensangrentar los campos de varios países desde 1701 a 1715.
Durante una hora, porque un repentino aguacero acabó súbitamente con la representación, cuatro centenares de soldados profesionales de varios países y decenas de figurantes voluntarios de entre los ciudadanos actuales de Almansa, con uniformes y trajes de la época, escenificaron con todo rigor el desarrollo de la propia gesta, tal como tuvo lugar desde las tres de la tarde del citado día de 1707.
La inclemencia del tiempo hizo que ayer esa representación fiel no llegase a su fin por unos minutos solamente. Pero las salvas de fusilería y el estruendo de los cañones de la época, junto con el barro que hacía resbalar a los caballos participantes, ponían un aspecto casi de realismo, muy de agradecer por los miles de albaceteños, alicantinos, murcianos y valencianos que se acercaron hasta Almansa para asistir a esta recreación, tan singular, sobre el propio terreno donde tuvo lugar semejante hecho de guerra y que tiene que ver con sus respectivas historias particulares.
La batalla reunió en Almansa a los mejores recreadores históricos de toda Europa, especializados en el siglo XVIII, con tropas y 120 representantes de más de ocho países europeos.
En concreto, de España, participaron unos 90 miembros, con tropas de infantería de Valencia (entre las que figura el Regimiento Napoleónico 1808 de la Línea de Infantería de Valencia), Jaén, Madrid, Zaragoza, además de los 40 almanseños del Tercio de Morados Viejos y la colaboración de miembros de la Comparsa Mosqueteros, y de la recreación civil. “Es el mejor campo de batalla que hemos visto nunca”, señaló un valenciano del regimiento napoleónico.
El plan de batalla se decidió a primeras horas del mediodía, por medio de una reunión de oficiales, que se trasladaron al campo de batalla para planear la contienda que se iba a recrear horas después. La recreación en sí, en la que participaron unas 220 personas, se desarrollaría atendiendo básicamente a criterios militares, de tal modo que el señor Galway, estaba al frente de ordenar las tropas aliadas (que históricamente estaban coordinadas bajo el mando del Comandante Portugués Marqués Das Minas), mientras que un responsable oficial de las tropas irlandesas, que encarnó al Duque de Berwick, fue el encargado de dirigir las tropas del ejército borbónico de las Dos Coronas; ambas tropas, junto a la recreación histórica civil, reconstruyeron los movimientos principales de la Batalla a escala, con una duración de una hora aproximadamente.
La figura del Vitorero
Uno de los aspectos locales de la batalla fue la participación de la figura del Vitorero. Al acabar el combate, un molinero vecino de Almansa, recogió del campo de batalla parte de las vestiduras de un soldado: morrión, gualdrapa y alabarda, con ellas llegó a la villa dando noticias a la población de Almansa del fin de la batalla.
Cuenta la leyenda que este molinero prometió ante la imagen de la virgen de Belén, patrona de Almansa, en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción donde se refugiaban los ciudadanos, que tanto él como sus sucesores la acompañarían en procesiones y romerías dándole vítores. Este hecho convertido en tradición ha llegado hasta nuestros días. Además, el combate se desarrolló con todo tipo de artillería y armamento de la época, con fusiles, sables, 15 caballos, tres cañones, y 200 unidades de infantería.
De este modo, la recreación histórica de Almansa sigue el patrón establecido en el funcionamiento de la Batalla y que ya se ha desarrollado en otros países. Destacó el fuerte nivel de compromiso de las tropas que se encontraban acampadas en los jardines del Castillo ya que disponían de las tiendas, utensilios y otros elementos similares a la época de la batalla, a pesar de las condiciones climatológicas que amenazaban con lluvias sobre la localidad.
La ciudad también recibió la visita de miembros de las colonias europeas de los países implicados que residen en la Comunidad Valenciana. Un grupo de vecinos de la localidad de Pinoso (Alicante) se mostraba muy contento y fascinado por el acto, y decidieron desplazarse hasta aquí.
“Mi opinión sobre la batalla es que fue catastrófica y supuso perder totalmente todos nuestros derechos”, comenta un miembro de la expedición alicantina, que se definía como muy aficionada a la Historia. Otro de los visitantes de Alicante y miembro de una asociación que realiza juegos de simulación histórica y juegos de guerra, Frank Payá, asegura que lo importante es celebrar actos históricos y llevar a cabo un homenaje a los países participantes, por medio de una recreación en vivo de la Historia, y sostiene que se deben olvidar las muertes, la batalla y la sangre que llevó consigo la batalla.
En el stand de las FF. AA. españolas, se encontraba el General Solana, que felicitó al alcalde por conmemorar este hecho histórico. “Fue una batalla muy dura, y había que empezar a emplear artimañas para poder conocer al enemigo y diferenciarse de las otras tropas, junto a la dificultad de la diferencia de idiomas”, comentó el General Alonso.
A las tres de la tarde del 25 de Abril de 1707, los ejércitos de los candidatos borbónico y austriaco al trono español, abrían fuego muy cerca de las tapias de las huertas que delimitan el pequeño casco urbano de Almansa, que por entonces contaba con unos 3.400 habitantes. Daba comienzo un capítulo crucial de la llamada Guerra de Sucesión Española y sus repercusiones serían conocidas en toda Europa.
La recreación histórica comenzó a las 18 horas con un desfile de las tropas que partió desde el campamento histórico. Los soldados descendieron por las escaleras del castillo, y se dirigieron al campo de Batalla en el que se encontraban miles de personas. Según la organización, contemplaron el acto más de 6.000 personas.
El acto comenzó bajo la amenaza de lluvia pasadas las 18.30 de la tarde; aunque parecía que todo iba a quedar en unas simples gotas, pero no fue así. A las 19.15 horas, la recreación tuvo que acelerarse e interrumpirse debido a la fuerte tromba de agua que cayó en Almansa. Y es que tal y como decía Felipe II en 1.588, en su frase “Mandé mis barcos a luchar contra los ingleses, no contra los elementos”, nadie contaba con las condiciones atmosféricas. La Batalla pudo finalizar, aunque los organizadores se vieron obligados a aligerar su desarrollo ante la lluvia que caía.
Una batalla perdida desde el primer momento
El bando austracista partía con clara desventaja en la contienda de Almansa: llegaron cansados tras una caminata nocturna de seis horas y disponían de menos soldados y caballería que los borbónicos.
Quien mal empieza mal acaba. Esta es la idea que podría reflejar el resultado de una batalla, la de Almansa, que antes de comenzar ya se podía dar por perdida. Y es que las cuentas estaban claras. El bando austracista o maulet, defensor del archiduque Carlos, contaba en el campo de batalla con menos efectivos que los desplegados por Felipe V. Mientras los borbónicos tenían 30.000 efectivos, los austracistas eran 20.000.
Pero no todo fue cosa de números, un segundo factor que corrió en contra de los maulets defensores del archiduque fue el cansancio. “Sus efectivos, tanto los que habían entrado por Alicante, como los que habían pasado el invierno en Valencia, se encontraron en Caudete y, desde esta población albaceteña, fueron caminando toda la noche hasta que el día 25 de abril y a las 9 de la mañana, divisaron Almansa”, detalla José Luis Cervera Torrejón, coronel y uno de los comisarios de la exposición sobre el III centenario de la batalla de Almansa inaugurada en el museo San Pío V, de Valencia.
Y es que el bando austracista hizo un derroche de energías con una marcha de seis horas de camino antes de llegar al escenario del sangriento enfrentamiento. Tal como se relata en los partes de guerra, los efectivos dirigidos por el portugués marqués das Minas y el inglés, conde Galway, divisaron Almansa a las 9 horas, pero a este agotamiento hay que añadir muchas más horas, ya que el combate cuerpo a cuerpo no se produjo hasta las 15 horas. En cambio, los partidarios del borbón Felipe V habían llegado a Almansa días antes.
Consecuencias en cadena
Un tercer factor que explica el cansancio de los aliados austracistas es que, mientras estos estaban luchando en Villena –ciudad que se les resistía y les hizo emplear más fuerzas y tiempo del que pensaban–, los borbónicos aprovecharon para hacer acopio de víveres y descansar. A esto hay que unir un cuarto factor con consecuencias en cadena: como los austracistas están empecinados con la causa de Villena, da tiempo a los borbónicos a recibir refuerzos, algo que los defensores de Carlos III desconocían. Las tropas borbónicas hicieron un primer intento de socorrer el fuerte de Villena, pero vieron que era causa perdida y decidieron hacer acopio de víveres de nuevo en Almansa.
En el bando de los maulets, a pesar del cansancio, los dos jefes del ejército austracista (el marqués das Minas y lord Galway) la noche del 24 de abril decidieron atacar a los enemigos –ya que creían que no habían llegado refuerzos–. Tal como se relata en un vídeo explicativo de la exposición del museo San Pío V: “A las 3 de la madrugada toman aguardiente para olvidar el miedo y se van camino de Almansa en unas filas que ocupan 15 kilómetros... Llegan a Almansa tras seis horas de marcha”.
Sin igualdad de condiciones
Aunque los austracistas llegaron por la mañana, la batalla no comenzó hasta las 15 horas, “pero los borbónicos ya habían elegido campo”, añade el coronel y comisario de la exposición José Luis Cervera.
Los defensores de la corona borbónica eran algo menos de 30.000 efectivos, con 50 batallones, 24 bocas de fuego y 80 escuadrones de caballos. En el bando aliado eran algo más de 20.000 soldados, en 42 escuadrones, con 20 bocas de fuego y 60 escuadrones de caballos. Por lo tanto, los borbónicos tienen una superioridad de 10 frente a 8.
Un quinto factor a favor de los borbónicos es que tienen “un mando único, el duque de Berwick (título que todavía ostenta la Casa de Alba). Mientras, los aliados tenían dos: uno dirigía la tropa portuguesa y el otro la de ingleses y holandeses”, detalla el coronel Cervera.
En sexto lugar, es necesario conocer el tipo de caballería que llevó al campo de batalla cada bando. “Así como los caballos de los españoles eran de guerra y estaban bien pertrechados, en el caso de los austracistas muchos eran caballos o animales de labranza, de la huerta, donde habían pasado el invierno”, comenta Joan Gavara, también comisario de la exposición de San Pío V. Como se narra en esta muestra, ya en plena batalla, inicialmente parecía que los austracistas habían iniciado un buen ataque.
La táctica militar
Pero se produjo un séptimo factor. “Los austracistas cometieron el error de mezclar caballería e infantería para tratar de compensar el menor número de caballos”, según Joan Gavara.
Luego, “el ímpetu de los dragones ingleses es frenado por la potente caballería española y los ataques de españoles frenados por el fuego de los fusileros ingleses”, tal como consta en la exposición. Poco después, unos pocos batallones de infantería inglesa perforaron el centro franco-español y llegaron hasta el muro de la población de Almansa. El vacío atrajo a sus aliados portugueses, cuando el desorden iba creciendo.
En este preciso momento, Berwick, al mando de los borbónicos, toma una decisión que cambia el destino de la batalla. “Dio la orden de empleo de las tropas de reserva”, según describe Cervera y esto logra sorprender a los austracistas. “Además, cuando la caballería de los aliados vio el embudo, decidieron huir y dejaron sola a la infantería”, argumenta el coronel Cervera.
Entonces, “los aliados que habían hundido la primera línea borbónica, fueron pasados a cuchillo”, según se detalla en la muestra. Acto seguido las tropas borbónicas, con los franceses y guardias reales españoles, avanzaron y la derrota de los aliados fue un hecho.
Como resultado más inmediato del enfrentamiento de Almansa, hubo más de 5.000 muertos entre los aliados y 1.500 bajas borbónicas, así como más de 11.000 prisioneros.
Un mundo global
Una vez repasada la historia y las tácticas militares, sin duda, una de las reflexiones de la exposición de San Pío V que más llama la atención es una que reza “cuando el mundo ya comenzaba a ser global”.
Y es que la primera guerra multinacional de que era testigo la Corona de Castilla y de Aragón iba más allá de la defensa de la corona de los Austria o los Borbones.
Los portugueses apoyaron a los austracistas porque estaban en contra de la corona de los Borbones. Los ingleses, no sólo apoyaron a los austracistas por ser enemigos de los franceses, sino porque además veían una oportunidad para tener dominio en el comercio de América.
Un caso curioso es el de los franceses. En el panorama internacional estaban cosechando fracaso tras fracaso –con la pérdida de Países Bajos y la expulsión de la península itálica– y en la geografía española, por el contrario, salieron triunfantes, algo que elevó la moral.
Como consecuencia de la batalla de Almansa –además de la pérdida de los fueros, leyes, usos, costumbres y lengua propia– se prohibió el uso del color amarillo, puesto que era el símbolo de los austracistas. Tampoco los campesinos pudieron usar más los caracolas o cuernos, porque durante el conflicto lo hacían servir como medio de comunicación en el bando austracista. Por último, los niños tenían prohibido jugar a las batallitas de maulets y botiflers.
El hecho de que se eligiera la localidad de Almansa como escenario bélico quizá pudo ser circunstancial. Borbónicos y austracistas se cruzaron y chocaron en este punto, pero en realidad los austracistas buscaban penetrar en Madrid y los borbónicos marchaban rumbo a las tierras valencianas para tratar de recuperar el apreciado Reino de Valencia.
Con la conmemoración en esta forma de la “Batalla de Almansa” se ha querido realizar un viaje al siglo XVIII, conocer su sociedad, su ambiente y buscar el lugar que ocupa la ciudad en la historia de esa época.
Adentrarse en los problemas políticos para conocer su cultura, su sociedad, su forma de vivir, de la cual deriva la nuestra, además de homenajear a todos los que, por una causa o por otra, fueron testigos de aquella circunstancia que forma parte de la historia de Europa y de nuestro devenir, también sirve para transmitir un mensaje de paz a todos los descendientes de aquellos contendientes.
Por eso, el objetivo principal de este III Centenario de la “Batalla de Almansa” era la conmemoración, que no la celebración, de un hecho histórico de dimensión europea. Recuperar la memoria histórica, conocer su alcance y significado, profundizar y reflexionar sobre ella para seguir avanzando y, sobre todo, recordar a los que allí se enfrentaron, mostrándoles respeto y aprendiendo para no caer en esos enormes errores del ser humano que son las guerras.
Diferentes grupos han participado en esta inédita, hasta la fecha, recreación histórica de la “Batalla de Almansa”, primer evento de este tipo en España dedicado a un acontecimiento del siglo XVIII, acompañado de mercadillo de época, bailes y animación de calle, así como un campamento-museo.
Se ha contado para esta recreación con la presencia de grupos históricos ingleses, (Lord Orkney´s foot, Hays Dragoons), grupos históricos franceses (Royal Ecossais), grupos históricos holandeses (Dutch Blue Guards), grupos históricos de Irlanda, Portugal e Italia, y de la Asociación Napoleónica Española.
Un programa de Voluntariado ha hecho posible que cientos de ciudadanos de pueblos limítrofes hayan aportado su trabajo, su esfuerzo, sus conocimientos o su tiempo, para conseguir la meta de una recreación auténtica sobre los hechos históricos acontecidos. Todos los que han querido han podido ser voluntarios, no importa el tiempo ni los conocimientos, en este evento largamente preparando para conmemorar este III Centenario de la “Batalla de Almansa”.
A partir de esa recuperación y conocimiento de la propia historia, ahora se pretende levantar a Almansa como ciudad histórica. Con motivo de la conmemoración de este III Centenario, se emprendió una campaña de investigación y divulgación de este hecho histórico, cuyo primer objetivo fue la cesión por parte municipal de la Ermita de San Blas, como Centro de Interpretación Histórica de Almansa.
Con el apoyo del Ayuntamiento, pues, se ha venido realizando un programa de visitas guiadas al campo de esta batalla, que ha permitido que los almanseños descubran una parte de su historia, muy desconocida, tomando conciencia de su riqueza histórica y natural.
También se ha conseguido que, tras el estudio y localización de los diversos parajes que aparecen en el cuadro de 1709 (Este cuadro fue pintado por encargo del Rey Felipe V, del que son autores Buonaventura Liglio (pintor) y Phillipo Pallota, ingeniero real y dibujante. Se trata de un cuadro cronista de naturaleza documental, un intento de explicar al Rey, que no estuvo presente en la decisiva batalla, los parajes, las unidades y el desarrollo de ésta a lo largo de las 3 horas que duró. Tiene unas dimensiones 3,91 m x 1,60 m, pertenece al Museo del Prado, pero está depositado en el Palacio de Benicarló (Valencia), sede de las Cortes Valencianas) se hayan colocado ocho hitos de piedra, que convierten al de Almansa en el primer campo de batalla histórico, señalizado y susceptible de visitar, en España en los 23 kilómetros desde Caudete a Almansa, por los caminos que utilizaron las tropas austracistas hace tres siglos, o el recorrido mas corto (17 kilómetros) desde Torre Grande para formar luego un frente de seís.
Para el catedrático de Historia Moderna, Fernando García de Cortázar, el proceso de unificación y centralización al que se ve sometida toda España significa el comienzo de la modernización de ciudades como Almansa, gracias a la paulatina reducción de los privilegios territoriales. Con ello también se quería desmitificar la idea de que autonomías como la catalana hubieran perdido más de lo que ganaron con esta nueva situación.
De Cortázar incide más en los aspectos positivos coetáneos a esta época para obviar la perspectiva militar. Señala este estudioso que, tras la Batalla, cae el frente valenciano y también los Fueros con la llegada de Felipe V.
Pero ni Almansa sufrió un retroceso ni Cataluña pierde sus libertades. Comienza la era del comercio con América y con ello el enriquecimiento y el desarrollo industrial de zonas como el País Vasco y Barcelona.
Desde abril de 2006, el Centro de Interpretación Histórica, ubicado en la Ermita de San Blas, a los pies del Castillo, ha sido el punto de inicio de unas rutas guiadas por el Campo de Batalla, donde se descubre la historia desde su verdadero escenario.
El lugar donde sucedieron los hechos se extiende a lo largo de casi un tercio del término municipal, hay muchos puntos de interés como son los molinos hidráulicos del siglo XVI y humedales que vienen recogidos en las baladas que se compusieron tras la batalla. Edificios y parajes que se mantienen prácticamente inalterados hacen que sea una experiencia realmente excepcional. Consta de un recorrido a pie, de alrededor de 7 Kms u otro recorrido es en automóvil, de 20 Kms por caminos en buen estado.
Contexto histórico
CARLOS II: (1665-1700) es el último de los Austrias menores. Hereda el trono a los cuatro años, por lo que lo regenta su madre Mariana de Austria ayudada por una junta de notables. Fue un rey débil y enfermizo, lo que le valió el apelativo de Hechizado. No dejó descendencia a ninguna de sus dos mujeres, lo que favoreció que los monarcas europeos se sintiesen atraídos por el territorio español y quisiesen repartírselo, incluso antes de su muerte. Durante su reinado Portugal (anexionado a España durante el reinado de Felipe II en 1580) logra la independencia. Las continuas guerras con Francia evidencian aún más la decadencia de España ante el poderío de aquella nación. Carlos II nombra como heredero a Felipe de Anjou, futuro Felipe V, nieto del francés Luís XIV, lo que dio origen a la Guerra de Sucesión Española.
GUERRA DE SUCESIÓN
Tras la muerte del rey, el 1 de noviembre de 1700, se dio a conocer su testamento, en el que nombraba su sucesor a Felipe de Anjou, que reinaría en España con el nombre de Felipe V. Esta situación dejaba abierta la posibilidad de reunir en una solo persona las coronas de Francia y España, por lo que el Emperador Leopoldo de Austria comenzó la búsqueda de aliados para su causa, llegando a crear en 1702 “La Gran Alianza”, con ejércitos de Austria, Holanda e Inglaterra, tras una etapa de intrigas políticas, para defender a su hijo como sucesor al trono español con el nombre de Carlos III.
En 1702, tras el ataque anglo-holandés a la ría de Vigo, empiezan a notarse los efectos de la guerra en la Península, guerra de la que ya formaban parte varios escenarios europeos donde se enfrentaron los ejércitos de las Dos Coronas y de la Gran Alianza. Dos años más tarde (1704) y tras el intento frustrado de un ataque franco-español sobre Portugal empieza una etapa de continuas derrotas de las Dos Coronas.
Con la Península dividida, pues, la corona de Aragón, Cataluña y la mayor parte de Valencia ya apoyaban al Archiduque Carlos, y la pérdida de Madrid, conquistada por los anglo-portugueses, la situación de Felipe era desesperada. Y el archiduque se proclama rey de España, de mano del Marqués Das Minas. Con esta situación Felipe tiene que huir por el sur de Francia, y levantar el asedio de Barcelona, donde tenía cercado al Archiduque Carlos, tras la llegada de refuerzos de una flota inglesa. En Ramillies (Bélgica) el duque de Marlborough vence a los Borbónicos y en Turín (Italia) el príncipe Eugenio de Saboya rompe el asedio que los franco-españoles mantenían sobre la ciudad.
La decisión del Marqués Das Minas de abandonar Madrid por la hostilidad de su población y los continuos ataques a sus líneas de suministros desde Portugal dará un respiro a Felipe. Las tropas de la Gran Alianza encaminan su marcha hacia Valencia, más favorable a los intereses de Carlos, donde preparan la campaña de 1707, que se presumía la derrota total de Felipe.
BATALLA DE ALMANSA
Afincados en la zona de Valencia, los aliados comienzan la campaña, tras recibir 9.000 hombres de refuerzo. Tras varios enfrentamientos en la zona, el Duque de Berwick se halla en Almansa con su ejército de 25.000 hombres, único lugar que se había escapado al saqueo, hasta entonces, gracias a su situación geográfica protegida por elevaciones montañosas al suroeste de su término municipal.
Los austracistas se encuentran en Villena, y el día 24 a las seis de la mañana levantan el campamento y se dirigen a Caudete, tras ser informados, por desertores borbónicos, del destacamento que Berwick había mandado hacia Ayora para someter al jefe de las milicias austracistas. A las cuatro de la mañana del día 25 de Abril de 1707, levantaron el campamento y se dirigieron hacia Almansa. Sobre las quince horas la artillería de las Dos Coronas abre fuego.
Tras diversos enfrentamientos, la infantería aliada de la 1ª línea cree estar ganando el combate hasta que descubren su dramático error: había escuadrones y batallones enemigos a su derecha e izquierda. La brigada francesa de su 2ª línea se enfrenta a la caballería británica. El ataque rompe las líneas de la infantería inglesa y los escuadrones anglo-holandeses no pueden resistir su empuje. Además de que 13 batallones holandeses comienzan la retirada tras hacerse pasar por borbónicos.
La única parte del ejército aliado que todavía se mantenía en sus posiciones, el ala derecha formada por infantería y caballería portuguesa, era atacada tras la orden de D’Asfeld, lugarteniente de Berwick.
Tras observar la situación, tanto el centro como el ala izquierda se batía en retirada, la caballería portuguesa abandona a su infantería y se bate en retirada. Dicha actuación les hará merecedores, en las crónicas anglo-holandesas de la responsabilidad de la derrota de esta batalla.
DESENLACE-CONSECUENCIAS
El 26 de Abril, tuvo lugar la rendición de los 13 batallones holandeses, tras ser rodeados por la caballería franco-española. Dando la victoria definitiva, de una batalla que significó una verdadera oportunidad perdida para que la Gran Alianza ganara la guerra al ejército de las Dos Coronas.
Y esta es la verdadera importancia de la “Batalla de Almansa” dentro de la historia europea. No por lo que una batalla o una guerra es en sí, sino por lo que significó la pérdida de esa oportunidad para los Aliados y el cambio de rumbo para que en 1714, siendo ya el Archiduque Carlos heredero del Impero Austriaco, y tras la firma de los tratados de Utrecht y Rastad, los Aliados reconocieran a Felipe V como rey de España, con la condición de no poder unir las coronas de Francia y España en una sola persona y la pérdida de sus territorios europeos.
ALMANSA Y LOS LUGARES DE LA BATALLA
La Almansa Monumental, testigo también de la Batalla, tiene entre sus monumentos más importantes:
- Castillo: fortaleza medieval (XII – XV) de origen almohade y ampliado por los sucesivos Marqueses de Villena, construido sobre le cerro del Águila, posición estratégica para la vigilancia del paso entre Levante y Castilla.
- Iglesia de Santa María de la Asunción: cuya construcción comienza en el siglo XVI y culmina en el XVIII, mostrando tanto el estilo renacentista como barroco.
- Casa Grande, palacio de los Condes de Cirat: actual sede del Ayuntamiento de Almansa. Fue construido en el último cuarto del siglo XVI por Don Alfonso de Pina. De estilo renacentista en la línea manierista, preside la parte superior de su fachada la figura de Escipión el Afrincano.
- Casa de los Enríquez de Navarra: afincados en Almansa desde 1486. En 1707, Don Luis Enríquez de Navarra era el Alcaide del Castillo de Almansa y en su casa se alojó durante los días de su estancia en Almansa, el comandante jefe del ejército de las Dos Coronas, el Mariscal Duque de Berwick.
- Convento de las Agustinas, situado en la plaza de San Agustín, al exterior destaca la fachada barroca de la iglesia, levantada en el siglo XVIII.
- Casa de Cultura, en su fachada podemos apreciar el escudo de Almansa de antes de la batalla, al a partir de entonces se le añadió el monolito conmemorativo erigido en 1707.
Existen varios itinerarios que recorren el centro histórico de la población, a través de los cuales se pueden conocer estos y otros edificios que forman el parte del importante Patrimonio Histórico-Cultural de la población.
Parajes Naturales, como la Rambla de Martín Moreno, además de ser escenario de la Batalla, guardan importantes riquezas paleontológicas en forma de fósiles. El Cerro de los Prisioneros, que debe su nombre a la rendición en masa de 13 batallones en la mañana del día 26 de Abril de 1707. Y el Arroyo de los Molinos, único curso casi permanente de agua de la ciudad, que un soldado inglés participante en la Batalla evoca como auténtico río.
Casas de Labor, importantes también en el desarrollo de la batalla, siguen en pie y conservan hoy en día el mismo nombre y fisonomía tras tres siglos. La Casa de Los Pandos, La Casa de Fuennegra, Las Casas del Campillo, Los Crespos, son algunas de ellas. Están repartidas por todo el término municipal de Almansa, eran muy numerosas y en ellas vivían familias que se dedicaban al cultivo del cereal y a labores de pastoreo.
Almansa y sus huertas, la muralla desaparecida. Una de las características que nombran varias de las fuentes históricas sobre los sucesos de 1707 es la muralla que casi en todo su perímetro envolvía la villa almanseña. Sin embargo, su origen no era militar, sino el resultado de la delimitación y protección de las huertas de las casas, cuya continuidad unas junto a otras, ofrecían una imagen similar a una muralla, que solo era interrumpido a tramos por alguna que otra calle o callejón, que en caso de peligro, eran tapiados en su mayoría, dejando solo tres o cuatro salidas vigiladas al exterior. El paso del tiempo y el desarrollo urbano han hecho desaparecer prácticamente cualquier vestigio de estas huertas cercadas.-(NEM)