Corría el año 1993 cuando sor Bernardina entregaba a Luís Fernando Cartagena, entonces alcalde de Orihuela, el equivalente en pesetas a 49.000 euros fruto del superávit por la clausura del hospital San Juan de la ciudad alicantina.
El dinero fue ingresado en la caja municipal y ya nunca más se supo de él hasta que una sentencia judicial, hoy ratificada por los tribunales superiores, dejó claro y a la luz pública que había existido un caso de malversación de fondos por parte del Sr. Cartagena que se apropió del dinero de aquellas monjitas para fines ajenos a los que iba destinado.
La justicia es ciega y por eso se la representa con una venda en los ojos pero también es lenta y su figura debería ir montada sobre una tortuga ya que ha hecho falta que pasaran quince años para que el responsable de aquella malversación diera con sus huesos en la cárcel.
Pero este episodio no supuso traba alguna para la ascensión política de Luís Fernando Cartagena a más altas cumbres. El que fuera uno de los alcaldes más votados de la Comunitat llegó desde el extremo sur del País a Valencia de la mano de Eduardo Zaplana quien con este ascenso premiaba el que el alcalde oriolano no hubiera entrado a disputarle el puesto en la carrera hacia la presidencia del Gobierno valenciano.
Un cargo de Conseller de Obras Públicas fue el premio que recibió Cartagena de manos de su entonces amigo y mentor Eduardo Zaplana. Del dinero de las monjas casi nadie habló y la prensa apesebrada con Canal 9, la televisión pública, a la cabeza se dedicó a lanzar balones fuera.
Pero por si no era suficiente con el “dinero de las monjas”- parece el título de un film de la antigua Cifesa- un nuevo tropezón llevó al entonces Conseller de Obras Públicas al punto de mira de la justicia.
A finales de los años noventa estalló el denominado “caso de las primas únicas” que consistía en un sistema con el que, supuestamente, se defrauda a Hacienda y Luís Fernando Cartagena se vio implicado en el mismo con una petición del fiscal de tres años de cárcel que algún día esa justicia que viaja a lomos de una tortuga dilucidará.
En esta ocasión su mentor Zaplana no pudo hacer las funciones de escudo protector y le exigió la dimisión para no seguir manchando el buen nombre del Consell y tal vez para evitar que los fiscales siguieran en unas averiguaciones más intensas que podían sacar a la luz más trapos sucios. La dimisión se materializó en plenas Fallas de 1998 para así y también con la complicidad de la prensa afín pasar de puntillas sobre la noticia.
No crean que Cartagena quedó desamparado y a los pies de los caballos en las filas del paro. Al fin y al cabo para la muchachada de la gaviota era y es “uno de los nuestros” y no se le podía dejar en la estacada. Su esposa estaba colocada en un alto cargo de un organismo dependiente del Gobierno valenciano y a él se le hizo un hueco en el mundo empresarial como secretario general de la Mutua Valenciana de Levante.
Por regla general los políticos en expectativa de destino suelen encontrarlo pronto ya que las empresas suelen pensar que no está nada mal contar en nómina con alguien que conoce los vericuetos del poder y que gracias a esos conocimientos y a sus influyentes amistades siempre será un magnifico “conseguidor”.
Después de largos años esperando un indulto que nunca ha llegado Luís Fernando Cartagena, con su hatillo al hombro, llamó el otro día a las puertas de la prisión de Villena para cumplir los cuatro años de cárcel a los que en su día fue condenado por malversar el dinero de las monjitas.
No es plato de gusto para nadie atravesar los muros de una prisión pero, al parecer y según denuncias de UGT, el ex conseller, y a pesar de que según la ley todos somos iguales, ha sido tratado con una cierta deferencia que no se suele tener con los demás reclusos, el director de la cárcel le visitó en su celda, y tengo la impresión que este director ha confundido sus funciones y en lugar de un presidio cree estar rigiendo los destinos de un hotel en el que hay que agasajar a los huéspedes.
Sus compañeros del Partido Popular tampoco le han abandonado haciendo bueno el refrán de “que es de bien nacidos ser agradecidos”. Vicente Rambla, el actual Vicepresidente del Gobierno valenciano ha declarado: “El señor Cartagena fue un edil muy querido en Orihuela y un excelente Conseller de Infraestructuras que está pasando por un mal momento y espero que pueda reanudar pronto su actividad y su contribución a la sociedad”.
Ya lo ven ni una sola crítica a la “actividad” de malversador de fondos por la que ha sido condenado y ni una sola referencia al juicio que todavía está pendiente por supuesto defraudador.
Canal 9, la televisión del Partido Popular en el País Valenciano, tan sólo dedicó 27 segundos a la noticia de la entrada en prisión de este malversador omitiendo en todo momento su pertenencia política al Partido Popular en el momento de cometer el delito por el que ahora está entre rejas.
Tal vez estemos solamente ante la punta del iceberg, queda mucho polvo debajo de las alfombras del poder y casos como los del Ivex con los supuestos pagos a Julio Iglesias en paraísos fiscales o los de la construcción de Terra Mítica con esas supuestas facturas falsas pueden dejar con el culo al aire a más de un político de la era zaplanista. De momento uno de ellos ya está entre los barrotes carcelarios.
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