ALICANTE.- Las ciudades de Alicante y Elche llevan toda su existencia viviendo de espaldas a pesar de constituir un caso sin parangón en España: dos grandes núcleos urbanos que superan el medio millón de habitantes (322.000 la primera y 228.000 la segunda) separados por apenas 20 kilómetros. Y bajando, porque el desarrollo de ambas ya ha adosado algunos núcleos residenciales de ambos municipios, según "Las Provincias".
Comparten infraestructuras estratégicas como el aeropuerto de El Altet o centros de negocios como la Institución Ferial Alicantina (IFA), pero poca cosa más. Entre ellas, un plan de Acción Territorial de los Entornos Metropolitanos de Alicante y Elche, el Patemae, diseñado por la Generalitat Valenciana en 1996 y del que en los últimos doce años sólo se ha sacado en claro la mejora de las conexiones por carretera, que no es poco.
La única infraestructura viaria prevista en el plan, que sigue durmiendo el sueño de los justos, es la mejora y ampliación de la capacidad de la carretera Elche-Santa Pola. El resto ya están ejecutadas y la Vía Parque, la arteria más directa que comunica ambos núcleos urbanos, es el mejor exponente pese a que todavía queda pendiente de ejecución un pequeño tramo porque el Ayuntamiento de Alicante aún sigue enfrascado en el proceso de expropiaciones.
El Patemae, en cualquier caso, ya es papel mojado porque muchos de los problemas diagnosticados entonces siguen vigentes y el paso del tiempo ha dejado obsoletas las soluciones que planteaba, por más que el Consell se haya esforzado en intentar reciclarlo de una u otra manera. El último arranque fue el Plan Estratégico Territorial de la Provincia de Alicante, que se presentó el verano pasado y que entre sus 40 propuestas dedica un apartado especial al área metropolitana de Elche y Alicante.
El recinto ferial de IFA, el aeropuerto, la Ciudad de la Luz, las universidades, aportan su grano de arena, pero las infraestructuras de transporte son el principal elemento que puede acortar la distancia entre ambas ciudades. La mejora de la comunicación por carreteras es un buen ejemplo, pero por desgracia, prácticamente el único.
Las conexiones ferroviarias entre ambas ciudades son las mismas de hace 30 años: el tren de Cercanías Alicante-Murcia. Prou. Y eso que, al menos la ciudad de Alicante, sí que se ha beneficiado de la ampliación de la red del TRAM, tanto por la ampliación de las líneas en el área metropolitana como de la electrificación y modernización de la vieja línea del trenet hacia Dénia. También de la prolongación del Cercanías hasta la Universidad y San Vicente del Raspeig.
Entre los planes de expansión de la red del TRAM está prevista la construcción de una línea Alicante-El Altet-Torrellano siguiendo el trazado de la Vía Parque, y a la que en un futuro se prevé también dar continuidad hasta Elche. Pero a pesar de los buenos propósitos de la Conselleria de Infraestructuras y Transportes por poner en marcha esta conexión antes de que acabe esta legislatura, en 2011, cumplir con esos plazos es una quimera.
Primero porque la paralización de la futura estación intermodal de Alicante impide por ahora avanzar en la salida de esta línea hacia el sur; y segundo, porque el presupuesto que la Conselleria reserva en 2009 a esta línea apenas supera los 10.000 euros. Por no hablar de que en el futuro se prevé también darle continuidad hasta Elche.
La planificación de las conexiones previstas en el área metropolitana con la Alta Velocidad que recoge el Patemae sólo coincide parcialmente con lo que está ejecutando el Ministerio de Fomento. Y por supuesto, cualquier parecido entre los plazos previstos hace más de una década con la marcha real de las obras es pura coincidencia.
La ampliación del aeropuerto de El Altet sí que marcha a velocidad de crucero, pero no la solución a otro de los problemas estructurales que sí fueron diagnosticados hace 12 años: las insuficientes comunicaciones con el aeródromo tanto desde Elche como desde Alicante, donde el principal servicio sigue siendo una línea de autobús que además de no ser directa sigue un itinerario surrealista que pasa de largo por El Altet para detenerse en Torrellano a recoger y dejar viajeros antes de llevar finalmente a los pasajeros a su destino. Tampoco se ha avanzado nada en los sistemas de intercambio modal ni tampoco en la centralización de transportes.
Otro de los asuntos que se han vuelto a poner sobre la mesa es el futuro del Saladar de Aguamarga, un espacio protegido diseminado entre ambos términos municipales que en los últimos años si no ha sufrido más agresiones -no es poca atrocidad que la N-332 la divida en dos- tampoco ha tenido la atención que merecía uno de los escasos parajes naturales que quedan en la zona, abandonado e infrautilizado.
Sobre los suelos no urbanizables, el viejo plan territorial señalaba que el proceso de expansión urbana y la extensiva ocupación del suelo rural producida por la edificación diseminada hacían preciso formular criterios y condiciones limitadoras como medida de protección del paisaje y como previsión para reservar un bien necesario y escaso. Sin embargo, la falta de concreción de esos criterios ha dejado su desarrollo en el limbo. Igual que el Patemae.
Primera reunión en 30 años
La reunión que se celebró en el despacho de Alcaldía de Elche puede calificarse de histórica. El alcalde ilicitano, Alejandro Soler, recibió a su homóloga alicantina, Sonia Castedo, para analizar las alegaciones del consistorio de Elche al proyecto de Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Alicante, según recoge "Abc".
Comparten infraestructuras estratégicas como el aeropuerto de El Altet o centros de negocios como la Institución Ferial Alicantina (IFA), pero poca cosa más. Entre ellas, un plan de Acción Territorial de los Entornos Metropolitanos de Alicante y Elche, el Patemae, diseñado por la Generalitat Valenciana en 1996 y del que en los últimos doce años sólo se ha sacado en claro la mejora de las conexiones por carretera, que no es poco.
La única infraestructura viaria prevista en el plan, que sigue durmiendo el sueño de los justos, es la mejora y ampliación de la capacidad de la carretera Elche-Santa Pola. El resto ya están ejecutadas y la Vía Parque, la arteria más directa que comunica ambos núcleos urbanos, es el mejor exponente pese a que todavía queda pendiente de ejecución un pequeño tramo porque el Ayuntamiento de Alicante aún sigue enfrascado en el proceso de expropiaciones.
El Patemae, en cualquier caso, ya es papel mojado porque muchos de los problemas diagnosticados entonces siguen vigentes y el paso del tiempo ha dejado obsoletas las soluciones que planteaba, por más que el Consell se haya esforzado en intentar reciclarlo de una u otra manera. El último arranque fue el Plan Estratégico Territorial de la Provincia de Alicante, que se presentó el verano pasado y que entre sus 40 propuestas dedica un apartado especial al área metropolitana de Elche y Alicante.
El recinto ferial de IFA, el aeropuerto, la Ciudad de la Luz, las universidades, aportan su grano de arena, pero las infraestructuras de transporte son el principal elemento que puede acortar la distancia entre ambas ciudades. La mejora de la comunicación por carreteras es un buen ejemplo, pero por desgracia, prácticamente el único.
Las conexiones ferroviarias entre ambas ciudades son las mismas de hace 30 años: el tren de Cercanías Alicante-Murcia. Prou. Y eso que, al menos la ciudad de Alicante, sí que se ha beneficiado de la ampliación de la red del TRAM, tanto por la ampliación de las líneas en el área metropolitana como de la electrificación y modernización de la vieja línea del trenet hacia Dénia. También de la prolongación del Cercanías hasta la Universidad y San Vicente del Raspeig.
Entre los planes de expansión de la red del TRAM está prevista la construcción de una línea Alicante-El Altet-Torrellano siguiendo el trazado de la Vía Parque, y a la que en un futuro se prevé también dar continuidad hasta Elche. Pero a pesar de los buenos propósitos de la Conselleria de Infraestructuras y Transportes por poner en marcha esta conexión antes de que acabe esta legislatura, en 2011, cumplir con esos plazos es una quimera.
Primero porque la paralización de la futura estación intermodal de Alicante impide por ahora avanzar en la salida de esta línea hacia el sur; y segundo, porque el presupuesto que la Conselleria reserva en 2009 a esta línea apenas supera los 10.000 euros. Por no hablar de que en el futuro se prevé también darle continuidad hasta Elche.
La planificación de las conexiones previstas en el área metropolitana con la Alta Velocidad que recoge el Patemae sólo coincide parcialmente con lo que está ejecutando el Ministerio de Fomento. Y por supuesto, cualquier parecido entre los plazos previstos hace más de una década con la marcha real de las obras es pura coincidencia.
La ampliación del aeropuerto de El Altet sí que marcha a velocidad de crucero, pero no la solución a otro de los problemas estructurales que sí fueron diagnosticados hace 12 años: las insuficientes comunicaciones con el aeródromo tanto desde Elche como desde Alicante, donde el principal servicio sigue siendo una línea de autobús que además de no ser directa sigue un itinerario surrealista que pasa de largo por El Altet para detenerse en Torrellano a recoger y dejar viajeros antes de llevar finalmente a los pasajeros a su destino. Tampoco se ha avanzado nada en los sistemas de intercambio modal ni tampoco en la centralización de transportes.
Otro de los asuntos que se han vuelto a poner sobre la mesa es el futuro del Saladar de Aguamarga, un espacio protegido diseminado entre ambos términos municipales que en los últimos años si no ha sufrido más agresiones -no es poca atrocidad que la N-332 la divida en dos- tampoco ha tenido la atención que merecía uno de los escasos parajes naturales que quedan en la zona, abandonado e infrautilizado.
Sobre los suelos no urbanizables, el viejo plan territorial señalaba que el proceso de expansión urbana y la extensiva ocupación del suelo rural producida por la edificación diseminada hacían preciso formular criterios y condiciones limitadoras como medida de protección del paisaje y como previsión para reservar un bien necesario y escaso. Sin embargo, la falta de concreción de esos criterios ha dejado su desarrollo en el limbo. Igual que el Patemae.
Primera reunión en 30 años
La reunión que se celebró en el despacho de Alcaldía de Elche puede calificarse de histórica. El alcalde ilicitano, Alejandro Soler, recibió a su homóloga alicantina, Sonia Castedo, para analizar las alegaciones del consistorio de Elche al proyecto de Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Alicante, según recoge "Abc".
Según confirmaron fuentes municipales, se trata de la primera ocasión desde que se inició el periodo democrático en que un primer edil de Alicante es recibido oficialmente en el Ayuntamiento de Elche. A la inversa sucede otro tanto, ya que ningún alcalde ilicitano ha sido recibido de forma oficial en la Alcaldía alicantina.
El resultado de la reunión fue, al parecer, tan positivo como el precedente que se sentó en la tarde de ayer. Castedo y Soler abordaron las cuatro alegaciones acompañados de sus respectivos equipos técnicos, para adecuar las actuaciones previstas por el PGOU de Alicante en la zona sur de la ciudad, donde su término limita con el de Elche.
Según expresaron los dos mandatarios al término del encuentro, ambos trabajarán conjuntamente en todo aquellos que afecte a los dos municipios, dentro de la línea de diálogo y colaboración ya iniciada. Un propósito que resulta más llamativo si cabe al militar en partidos rivales: Soler en el PSOE y Castedo en el PP.
Las dos ciudades, segunda y tercera de la Comunidad por población, han crecido una a espaldas de la otra desde hace varias décadas. Los predecesores de Soler y Castedo, Diego Macià (PSOE) y Luis Díaz Alperi (PP), no se reunieron ni una sola vez.
No obstante, no era la primera reunión entre ambos alcaldes, aunque sí la primera en uno de los Ayuntamientos. Ambos habían coincidido ya en otro encuentro en el aeropuerto de El Altet.
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