domingo, 31 de enero de 2016

Nada nuevo bajo el sol valenciano / La mirada del almogavar

Lo vivido esta semana en Valencia no suena a nuevo, en absoluto. La corrupción rampante en el PP era cosa más que sabida. Otra cosa es la oportunidad política de su revival mientras se negocia la formación de un nuevo gobierno a nivel nacional. Todo esto ha sido necesario para recordar a Albert Rivera y Ciudadanos que el PP de Rajoy es una estructura corrupta tanto en Madrid como en Baleares, Murcia o la Comunidad Valenciana. 

Es decir, casi en toda España y con pocas excepciones. Sólo así, el joven catalán tendrá muy difícil cambiar su mensaje de campaña y apoyar ahora un nuevo gobierno con Rajoy a la cabeza. Las encuestas comienzan a pasarle factura por decir diego donde dije digo mientras el riesgo de su desaparición se acentúa en caso de nuevas elecciones.

Quien es Rus se sabía. Que la jefa es Rita se sabía. Que la estructura del PP de Valencia es tan corrupta, o más, que las de Castellón o Alicante, se sabía. Que el PP en la Comunidad Valenciana ha quedado reducido prácticamente a una banda mafiosa de poca monta tras su impresionande derrota electoral del pasado mayo, se sabía. 

Ahora sólo queda que la Judicatura asuma su papel constitucional y deje fuera de la Ley una estructura que choca con el Estado de derecho y con el sistema democrático. Sólo así obligará a su refundación -que no refundición- y dejará a quienes han conducido el PP valenciano a esta situación inermes ante los tribunales de justicia, que ahora tienen que jugar su papel en defensa de toda la sociedad valenciana.

Es ésta una oportunidad, no para la vendetta política, y sí para la regeneración de la democracia regional tras el paso por ella de indeseables como Rus, Camps, Blasco, Consuelo Císcar... y toda la cohorte que les ha jaleado y seguido. Nunca más esta clase de gentuza en la vida pública valenciana. Y es la hora de que los aforados también sean desenmascarados y renuncien a sus escaños en favor de esa regeneración pública que es tan urgente como necesaria e indispensable. 

Rita Barberá y Gerardo Camps no deben parapetarse ni un minuto más en su condición de privilegio ni el juez de guardia actuar cohibido ante la envegadura de lo que tiene delante, después del esfuerzo y valentía de los fiscales anticorrupción y de la Guardia Civil. La operación ni puede abortarse ni quedar inconclusa por pura exigencia de esa sociedad valenciana que ya no admite más contemplaciones.

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