VALENCIA.- La dilatada y penosa travesía en el
desierto que los socialistas valencianos vivieron entre 1995 y 2015,
cuando se encontraban sin poder institucional relevante, sirvió de
escenario para luchas cainitas -a veces distribuidas en seriales- que se
celebraron durante dos décadas y en las que los congresos orgánicos
eran acontecimientos conocidos por convertirse en batallas de simpatías y
animadversiones en las que también contaba el bagaje territorial y
otras cuestiones que, a menudo, eran peregrinas e indescifrables para
los ajenos al día a día de la formación socialista, según publica Valencia Plaza.
Tal
fue la hegemonía del PP en la Comunitat Valenciana, que llegó un
momento en el que muchos jóvenes dirigentes socialistas acusaban en
privado a algunos de sus 'mayores' de sentirse cómodos en esa sempiterna
oposición. Resulta difícil de creer que altos cargos de un partido como
el PSPV llegaran a perder sus aspiraciones de gobernar, pero la
realidad es que el partido del puño y la rosa, al menos por momentos,
ofreció intensamente esa apariencia durante aquel periodo. Una sensación
que, algún veterano responsable ya retirado, evoca ahora a tenor de los
últimos acontecimientos que están atravesando los socialistas estos
días: "Tengo la sensación de que el partido sigue actuando como cuando
estaba en la oposición", comentaba uno de ellos a Valencia Plaza.
Así,
la creencia de que los procesos internos -provinciales, comarcales y
locales- celebrados en los últimos meses se han cerrado en falso ha
comenzado a extenderse. A día de hoy, el clima en el PSPV parece indicar
que solo la posesión de la Presidencia de la Generalitat que recae en
los hombros de Ximo Puig evita una guerra civil en la
formación socialista. O lo que es lo mismo, se respira en ocasiones un
ambiente más dirigido a los preparativos de cara a una futura contienda
orgánica que a conducir las energías para volver a ganar las elecciones
autonómicas y locales.
Tal y como se preveía, la vigilancia a la
hora de que cada facción mantenga su espacio en el partido para no
perder ni un centímetro frente a otras familias es constante. En
Valencia, el proceso provincial se cerró con un pacto por el que se
elevó a rango de líder a la diputada Mercedes Caballero, próxima al secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos. Apenas unas semanas tardaron en surgir los primeros roces entre la nueva secretaria general y el responsable de Organización, Vicent Mascarell,
elegido en este caso por el entorno de Ximo Puig y, en concreto, por la
división Gandia del PSPV liderada por el ex vicesecretario de
Organización, Alfred Boix, y el ex vicesecretario de Relaciones Institucionales -ahora asesor en Presidencia-, José Manuel Orengo.
De aquel proceso provincial, también salió escaldado el presidente de la Diputación, Jorge Rodríguez, quien amagó con presentarse para liderar el PSPV de Valencia pero que dio un paso atrás al
percatarse de que no tenía el respaldo de las huestes de Puig debido a
rencillas con parte de su entorno arrastradas del congreso nacional del
partido.
Rodríguez, se rearmó en los cónclaves comarcales y ha tejido
una interesante red de apoyos locales. La reconciliación entre el
presidente de la Diputación y, en particular, con el sector de Gandia
próximo a Puig parece complicada, con lo que la vigilancia entre ambas
corrientes es constante.
En los cónclaves comarcales, también hubo tensiones e incluso batallas entre otros grupos: el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa,
obtuvo algún espacio como en Camp de Morvedre pero se le escapó l'Horta
Sud a manos principalmente del 'abalismo', que también triunfó en
l'Horta Nord. El 'ximismo' -afines a Puig- se tuvo que conformar con la
valiosa victoria de Sandra Gómez en València capital y
con situar varios responsables de Organización en varias comarcas
buscando tener vías de entrada en las distintas demarcaciones. Una
estrategia impulsada por el actual 'número tres' del partido, José Muñoz.
De
esta manera, el partido salió de este maratón orgánico de forma
relativamente solvente aunque con la sensación de que la estabilidad
dependía de un juego de equilibrios demasiado delicado presidido además
por una notable desconfianza entre los principales actores. Todo ello
bajo el paraguas de un presidente de la Generalitat, Ximo Puig, volcado
en lo institucional y con cierta predisposición natural a enviar las
cuestiones de partido a segundo plano.
Alicante destapa las vergüenzas del PSPV
Más
grave está siendo lo que ocurre en Alicante. En los últimos años, la
fortaleza orgánica de Puig se había fraguado especialmente en esta
provincia. El jefe del Consell, además, ha dirigido constantemente la
mirada al sur consciente de que, también electoralmente, esta
demarcación resulta clave para mantener la Generalitat dado que, a
priori, Compromís tiene allí más dificultades para el crecimiento.
En esta misión, el hombre fuerte del líder del PSPV en Alicante ha sido desde hace años el histórico Ángel Franco,
quien siempre mantenía una relación fluida con la anterior Ejecutiva de
Puig y, especialmente, con los dirigentes de Gandia. De hecho, se
produjo cierto debate y malestar interno dentro del 'ximismo' cuando el
jefe del Consell decidió bendecir al alcalde de Xàbia y portavoz en la
Diputación de Alicante, José Chulvi, como nuevo líder provincial, dado que esta propuesta chocaba con los planes de Ángel Franco.
La venganza parecía haberse consumado en
los procesos comarcales, donde el flamante líder provincial Chulvi
apenas logró éxitos mientras que las apuestas del histórico dirigente
funcionaron en casi todas las demarcaciones.
No
obstante, la marejada, lejos de descender, se ha transformado en
tsunami en los últimos días. Primero, con la victoria del 'sanchista' Alejandro Soler en el congreso de Elche y la derrota de la candidata próxima al alcalde, Carlos González,
la opción cercana a Puig. Segundo, con la crisis abierta en la ciudad
tras la pérdida de la alcaldía a manos del PP: en apenas 24 horas, Eva Montesinos
ha pasado a ser la aspirante del PSPV a la vara de mando a ser
destituida como portavoz municipal.
Una maniobra dirigida por Ángel
Franco que ha soliviantado sobremanera en la calle Blanquerías
donde se ubica la sede central del PSPV, que por si faltara aderezo al
explosivo cóctel tiene todavía pendiente las conclusiones de la comisión
interna respecto al caso investigado en los tribunales que aludía a una
posible financiación irregular del partido.
Así, y si bien tal y como informa Alicante Plaza
la situación apunta a reconducirse en las próximas horas con una
posible restitución de Montesinos, la tensión alcanzada en este episodio
evidencia que el PSPV sigue viviendo en un clima de tensión impropio de
un partido que se encuentra presidiendo la Generalitat y llevando el
timón en un buen número de instituciones.
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