sábado, 30 de junio de 2018

Soraya intentó tres veces la dimisión de Rajoy para ser investida presidenta del Gobierno

MADRID.- El pasado miércoles 24 de mayo nada mas hacerse pública la sentencia de Gurtel –que el Gobierno conocía de antemano- Mariano Rajoy empujado por Soraya Sáenz de Santamaría se había planteado disolver las Cortes en el Consejo de Ministros del viernes 25 y la convocatoria de las elecciones anticipadas ante el riesgo de la moción de censura que pedía Pablo Iglesias y Pedro Sánchez meditaba. El equipo de Santamaría tenía preparado dicho decreto para la disolución de las Cámaras y la convocatoria electoral, según revela hoy www.republica.com/
La intención de Santamaría (que vio tocado a Rajoy con las amenazas de Bárcenas si su esposa Rosalía entraba en prisión y el riesgo de censura) era aprobar el viernes 25 la disolución de la Cortes, porque unas elecciones inmediatas le garantizaban a ella ser la candidata a la investidura con un Rajoy en retirada y sin tiempo para un Congreso o debate interno en el PP. 
Pero Pedro Sánchez, alertado de la maniobra de disolución de las Cortes por un ‘astuto mensajero’, se adelantó y sin esperar al debate interno de su partido presentó a las 10 de la mañana del viernes 25 la moción de censura que triunfó en la votación del 1 de junio y le condujo a la presidencia del Gobierno.
Sin embargo y una vez en marcha la moción de censura Santamaría volvió a la carga para provocar la dimisión de Rajoy, suspender así la moción de censura y abrir un proceso de investidura donde ella sería la candidata del PP con apoyo del PNV y Cs. 
Para ello Soraya pidió al PNV que animara a Rajoy a dimitir con la garantía de que este partido apoyaría su investidura, porque las inmediatas consultas del Rey con los partidos políticos no darían tiempo a un debate interno o Congreso del PP para nombrar otro candidato. 
Pero Rajoy y Cospedal habían descubierto las maniobras de Santamaría y habían hecho otros cálculos sobre la ‘aritmética parlamentaria’ como lo explicó Cospedal en el Congreso el jueves 31 de mayo por la tarde cuando anunció que Rajoy no pensaba dimitir, mientras Soraya ya había colocado su bolso en el escaño de Rajoy como si ese territorio le perteneciera. 
Y fue en la famosa comida y larga sobremesa con muchas copas de Rajoy en el restaurante madrileño Arahy donde Rajoy denunció a Soraya ante los presentes (Cospedal, Dolors, Báñez, Ayllón y Martinez Castro) afirmando que Santamaría llevaba ya mucho tiempo ‘dedicada a sus cosas’. Lo que se interpretó por los presentes como un reproche a sus ambiciones personales. 
Y fue también en dicho almuerzo donde Dolores Cospedal, en defensa de sus propias ambiciones sucesorias de Rajoy, expuso su oposición al riesgo de unas elecciones anticipadas (si dimitía Rajoy y el Rey no lograba una investidura) diciendo que en dichos comicios, como lo anunciaban todas las encuestas, Cs barrería al PP del mapa español.
Y a partir de ahí Rajoy decidió no dimitir porque ello además significaba  que asumía la corrupción del PP. Y dio paso a Pedro Sánchez y más tarde anunció que dejaba la presidencia del Partido Popular y la vida política tras convocar un Congreso del partido para la elección de su sucesor. 
De esa manera, Rajoy cortó de raíz todas las maniobras de Santamaría. Las que además tenían precedentes conocidos por él durante las negociaciones de su investidura a finales de 2016. Tiempo en el que la intrigante Soraya había movido en distintas instancias las influencias de su vicepresidencia para que Rajoy se retirara y ella pudiera ser la candidata a la investidura, con el argumento de que su presencia haría más fácil el voto favorable de Cs y PNV y la abstención del PSOE. 
Dos movimientos utilizó Soraya a finales de 2016 para intentar la retirada de Rajoy en favor de su candidatura: el poder económico y el mediático. Y fue así que Santamaría animó, por persona interpuesta, al ex presidente de Telefónica y del Consejo de Competitividad del Ibex, Cesar Alierta a decir a Rajoy para que diera un paso atrás por el ‘bien de España y la estabilidad económica’. 
Lo que Alierta transmitió a través de la esposa de Rajoy Elvira Fernández, empleada de Telefónica y lo que indignó a Rajoy y puede que estuviera en el origen de la posterior dimisión de Alierta en Telefónica. 
En ese tiempo la jefa de gabinete de Santamaría, la no menos intrigante María Pico, habría visitado a un poderoso editor de un diario nacional y amigo personal de Rajoy para sugerirle lo mismo de la operación Alierta: que le pidiera a Rajoy que le diera paso a Soraya, pero el editor rechazó semejante maniobra diciéndole a Pico: ‘yo no soy un felón’. 
Naturalmente ambas gestiones, fueron conocidas por Rajoy, indignaron al presidente que se mantuvo en sus trece como ganador de las elecciones de 2016 y logró la investidura, con apoyo de Cs, PNV y abstención del PSOE.    
Pero ya le vio las garras afiladas a su vicepresidenta Santamaría. A la que poco después le quitó la portavocía del Gobierno y ‘la desterró’ a Cataluña a hacerse cargo del incontrolable desafío catalán, que Soraya empeoró con su incapacidad política, por no aplicar el 155 el día 7 de septiembre y por no impedir el referéndum del 1-O.
Pero la gata ambiciosa de las garras afiladas volvió a la carga a finales del pasado mes de mayo, no sin antes haber colaborado en la caza de otros de sus posibles adversarios a la sucesión de Rajoy. 
Como ocurrió con Aguirre, Gallardón , Cifuentes e incluso Feijóo. El que, finalmente, no fue candidato a la sucesión de Rajoy por temor -según se cuenta en el PP- a la posible información privada que podía manejar Soraya del CNI sobre su anterior amistad con el narco Marcial Dorado. 
Una Soraya que está bajos muchas sospechas de desprecio a la libertad de expresión (manipulando RTVE y otros medios en su favor) y la democracia (Ley Mordaza) con el manejo de las influencias políticas y toda clase de intrigas en el Gobierno (que se lo pregunten a Margallo) y en el PP (que le pregunten a Cospedal), dando pie al ‘Sorayismo’. Eso que bien explicó José Antonio Zarzalejos en u reciente y brillante artículo publicado en El Confidencial.
Y todavía aspira Santamaría a ganar las elecciones primarias del PP, lo que de producirse provocaría la ruptura del partido y la fuga masiva de muchos militantes y dirigentes hacia Ciudadanos, porque el ‘Sorayismo’ -que tiene mucho de sectarismo- ya se sabe en el PP lo que significa y puede ser. Ahí incluidas la deslealtad y la traición a Rajoy.

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