lunes, 25 de noviembre de 2019

Más de media vida ligado a Alicante / José María Perea *

Mañana a mediodía se celebra en la concatedral de San Nicolás el funeral de «corpore in sepulto» del empresario Joaquín Arias López, que falleció el domingo a los 90 años de edad. Para «12 talentos alicantinos», una iniciativa de entrevistas en público con doce ejemplos de éxito empresarial, que realicé en 2011 para la Federación de Jóvenes Empresarios de la Provincia de Alicante (Jovempa), Joaquín Arias, pontarego de nacimiento, me contó en los salones de la finca Casa Cesilia, en Novelda, cómo se enamoró de Alicante y su clima cuando vino en la primavera de 1969 para elaborar una propuesta para optar al nuevo servicio de transporte urbano en la ciudad. 

La adjudicación recayó en Marco Sánchez Transportes Urbanos, S.A. (Masatusa) por acuerdo del Ayuntamiento del 8 de julio de aquel año. Joaquín Arias, que ya gestionaba transporte urbano en Ponferrada (cerca de su pueblo natal), Vigo, Lugo y Oviedo esperó un par de años para comprarle Masatusa a don Vicente Marco, que era el concesionario de casi todo en Alicante desde su empresa de recogida de las basuras, con vertedero en lo que hoy es la barriada de Juan XXIII. 

Un familiar suyo, Enrique Somoza, y un funcionario gallego, Emilio Vázquez Novo, que habían trabajado juntos en la empresa que llevaba en Madrid los primeros microbuses (Trainco), serían las cabezas visibles de Arias hasta su definitivo traslado familiar a Alicante. Desde la concesión de autobuses urbanos ampliaría el negocio con Auplasa (Autobuses Playa de San Juan), La Alcoyana, y otras concesiones (Escolano, Pastor, y Mollá, entre ellas) buscando la configuración de un grupo (Subús) de ámbito metropolitano (Sant Vicent del Raspeig, Mutxamel, Sant Joan d'Alacant, El Campello, aeropuerto, etcétera) supramunicipal. 

Esos son los orígenes de la actual Vectalia, con concesiones de transporte actualmente en otros lugares de España, Francia y Marruecos, además de negocios en vinos, suministro de combustible, restauración, etcétera. 

El Alicante de 1969 estaba en pleno desarrollismo. Recibía, en sus 526 hoteles y 19.985 apartamentos, a tres millones de turistas. En La Zenia (Orihuela) se autorizaba el primer campo de golf en la provincia mientras se desmantelaban los balnearios Alhambra y Alianza en el Postiguet y se aprobaba el proyecto del hotel Meliá en terrenos portuarios (3 millones de pesetas ingresó el Ayuntamiento por la licencia municipal). 

Era también el año del primer curso del CEU (Centro de Estudios Universitarios), cuando despuntaba José Mari Manzanares, seguían los éxitos de Vicente Fernández «El Caracol», y el Elche CF disputaba al Atlétic de Bilbao la final de la Copa llamada entonces del Generalísimo. 

Roque Calvo, concejal de Tráfico en el Ayuntamiento capitalino, se quejaba de los problemas de tráfico en la ciudad por el incremento del parque automovilístico y de las colisiones entre los coches y las líneas de tranvía. El Servicio Municipal de Tranvías (público desde diciembre de 1956) arrastraba un déficit de 717.400 pesetas al año, pues los 150.000 pasajeros/año, en una ciudad de 150.000 habitantes, no cubrían los costes. 

Fracasó la creación de una sociedad laboral de los trabajadores del tranvía y se convocó el concurso de transporte urbano antes citado, que gestionó tanto los tranvías como los nuevos autobuses hasta que la noche del viernes 14 de noviembre de 1969 -se han cumplido ahora 50 años- circularon los últimos tranvías de las líneas 2 (Carolinas Altas) y 6 (Pla-Hospital). 

Masatusa quedaba como empresa concesionaria del transporte urbano en solitario con estas líneas de autobuses: el 5, Mercado-Francisco Franco; el 7, Plaza del Mar-Sagrada Familia; el 15, Mercado-Virgen del Remedio; el 16, Mercado-Plaza del Mar-Hospital; y el 18, Portal de Eche-Pío XII-Casas Prefabricadas. La entrada posterior de los nuevos gestores, con capital mayoritario de Joaquín Arias, supondría una transformación total del funcionamiento y su concepción como servicio concesional para el transporte de viajeros. 

Dentro de unos días está previsto reunir en un acto de empresa, previo a la Navidad, a trabajadores de Vectalia con antiguos empleados de Masatusa. Será, estoy seguro, un acto de recuerdo y homenaje a Joaquín Arias López por esos cincuenta años de vinculación y presencia con la tierra en que decidió vivir la mayor parte de su larga vida, y morir.


(*) Periodista


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