lunes, 23 de diciembre de 2019

Ximo Puig ni manda ni influye en Madrid

ALICANTE.- Se empeña un diario local de Alicante en hacernos creer que el presidente de la Generalitat y socio del grupo mediático al que pertenece la cabecera, Ximo Puig, es el barón socialista con más poder de influencia sobre el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Y por más que se empeñe ese diario local la realidad es la que es: si Puig manda poco en su casa, la Generalitat Valenciana donde comparte un Gobierno endeudadísimo con nacionalistas y podemitas, menos manda o influye en Madrid. Más bien nada, a la vista de los hechos, según El Mundo.

Y es que si Puig tuviera la mínima influencia sobre Sánchez éste y su ministra Teresa Ribera (Transición Ecológica), no le habrían pegado el bofetón en la cara que le han metido esta semana con el cierre del grifo del trasvase Tajo-Segura para los regantes alicantinos por segundo mes consecutivo. Y menos después de que el presidente de la Generalitat se vanagloriase de los 17 minutos en los que teorizó con su líder nacional sobre un supuesto proceso «federalizante» para España. 
La excusa que no necesita Sánchez para poder gobernar con nacionalistas excluyentes -me refiero a los periféricos, porque también los hay centrípetos- y populistas de izquierda -que también los hay de derechas, para desgracia de este país que había pasado 40 años de su historia con energúmenos fuera de sus instituciones, como los de Alicante que insultan públicamente a la prensa libre-.
¿Pero es que alguien se piensa que Sánchez va a perdonar alguna vez a Puig su deslealtad en la votación realizada a mano alzada en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016 cuando se vio obligado a dimitir fundamentalmente por la culpa del castellonense y la andaluza Susana Díaz? 
Durante el pasado mandato un reconocido dirigente socialista de Alicante, por aquel entonces íntimo de Sánchez (hoy fuera del partido), me contó algo que no he podido ni podré contrastar nunca, por tanto sólo un rumor, que bien podría inspirar un capítulo de la extinta House of cards. No obstante, con los hechos acaecidos al cabo del tiempo ese rumor podría tener cierta credibilidad.
Contaba este socialista que Puig, Díaz y Tomás Gómez -el que fuese entonces barón socialista de Madrid- compartían chascarrillos en un chat de Whatsapp en el que no dejaban en muy buen lugar al secretario general al que habían ayudado a llegar al despacho noble de Ferraz en contra del antiguo aparato del partido (representado por Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano que apostaba por Eduardo Madina) en julio de 2014. Sánchez no se había plegado durante años a los requerimientos de sus barones y éstos se dedicaban a hacerle la vida imposible dentro del partido. 
Y también, siempre según el rumor, en privado. Hasta que Sánchez supo de la existencia de ese chat y fue armando su venganza.
El resto es conocido. Poco antes de proclamar las candidaturas a las elecciones de autonómicas de mayo de 2015 (el 11 de febrero) Sánchez destituyó a Gómez como candidato por Madrid bajo el argumento de las investigaciones de la UDEF por los sobrecostes de las obras del tranvía de Parla. 
Nombró una gestora encabezada por Rafael Simancas que a su vez aludió a los malos resultados que auguraban las encuestas de Ferraz. Se supone que Sánchez no hizo lo mismo con Puig porque el desgaste el PP en la Comunidad permitía augurar una victoria electoral (no fue así, gano el PP, pero Puig pudo formar Gobierno con los nacionalistas valencianos y el apoyo externo de Podemos). Lo cual no significa que le tuviese más estima que a Gómez. No se daban las circunstancias. 
Y no lo hizo mismo tampoco con Díaz. Simplemente porque no podía. En marzo de 2015 la sevillana revalidó la presidencia de la Junta de Andalucía, bastión socialista en un mapa electoral dominado entonces por el PP y comenzó a gestar lo que sería la rebelión de octubre de 2016 contra Sánchez que pudo ser posible gracias a la dimisión de 17 miembros (muchos andaluces) de la ejecutiva federal del PSOE, forzando a sus vez la dimisión del secretario general.
Sánchez, igual que tuvo revancha con Gómez, la ha tenido por partida doble con Díaz. Primero ganándole en mayo de 2017 en un pulso directo por la secretaría general del partido. Por cierto, en un pulso en el que Puig se situó claramente con Díaz y en contra del madrileño porque «es lo mejor para la Comunidad Valenciana y para el PSOE, en ese orden», manifestó el castellonense en pleno proceso interno. 
Y en un segundo round, cuando se ha desentendido de la sentencia por la corrupción socialista en Andalucía en el caso de los ERES, ninguneando completamente a quien llegase a ser la persona más poderosa del PSOE nacional y que hoy difícilmente podría presentarse como candidata.
Así las cosas el único de ese supuesto círculo que todavía ha salido indemne sigue siendo Puig. Sánchez no se ha cebado con él, seguramente como en el caso de Díaz en 2015, porque no puede. Y los desprecios en vez de sufrirlos personalmente el presidente de la Generalitat los sufren los ciudadanos de la Comunidad con la infrafinanciación (que pactaron mejorar en 2016), y los de Alicante, además de con la financiación, con el agua. Y en el sitio donde más duele, en la Vega Baja.

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