La clave de esta aparente resistencia está en la continuidad de las exportaciones rusas de energía, a pesar de que países como EE UU y Gran Bretaña ya hayan boicoteado la compra de petróleo ruso. Ante el recrudecimiento del conflicto y el grave daño a la población civil, en la UE arrecia el debate de dejar de comprar gas y petróleo ruso como nueva y contundente sanción.
Mientras, las ventas de energía rusa siguen fluyendo y el rublo se recupera de la fuerte depreciación inicial hasta retomar el nivel previo al inicio de la invasión de Ucrania. En la sesión de ayer, se cambiaba en las 83 unidades por dólar.
El secretario de Estado de EE UU Antony Blinken criticaba el fin de semana que la remontada del rublo está sostenida por la “fuerte manipulación”· por parte de las autoridades rusas y auguraba que esta subida “artificial no es sostenible”.
La economía rusa camina por la cuerda floja pero por ahora logra evitar la depreciación del rublo gracias a, según explican los analistas de Citi, un desequlibrio en el que Rusia ha creado un sistema de cambio híbrido: las salidas de capital no están completamente bloqueadas y el tipo de cambio no es completamente fijo.
“De hecho, el actual sistema para reciclar petrodólares rusos es muy simple. Los exportadores de energía reciben divisa extranjera, que cambian a nivel interno a rublos a los importadores. La oferta de divisa extranjera no cesa mientras que la demanda de divisa extranjera sigue constreñida con el control de capitales”, apuntan.
Como primera medida ante la depreciación del rublo, el Banco Central de Rusia duplicó los tipos al 20% y realizó fuertes inyecciones de liquidez a la banca. Pero ha sido mucho más determinante para frenar la caída del rublo, “el alza de precios de las materias primas, que ha alimentado las reservas en divisa extranjera, y el control de capitales”, según explica Nereida González, analista de AFI.
Rusia tiene congelados en los bancos centrales occidentales unos 300.000 millones de dólares, casi la mitad de sus reservas de divisa extranjera, pero ha impuesto medidas como la obligación a las empresas exportadoras de vender el 80% de sus ingresos en divisa extranjera y la prohibición a la banca de vender divisas a los ciudadanos. Quienes sí tengan una cuenta en divisa extranjera podrán sacar un máximo de 10.000 dólares.
“Los inversores internacionales tampoco pueden vender activos financieros en Rusia. El rublo sube no porque haya demanda extranjera sino porque no hay presión de venta”, añade González.
La divisa rusa ha aguantado el tipo hasta el momento, en que las sanciones occidentales no han incluido la venta de energía. Pero el cerco se estrecha y la UE prepara nuevas sanciones, que esta vez sí podrían apuntar al petróleo y al gas. Solo el crudo supone el 20% de las exportaciones rusas y el petróleo de refino, otro 15% del total.
“La economía rusa tiene demasiados frentes abiertos. Y no se sabe cuánto puede durar la guerra ni por cuánto tiempo se prolongarían las sanciones una vez termine”, señala la experta de AFI, que apunta a que el consenso de mercado espera una caída del PIB de Rusia este año de alrededor del 10%.
El pago de la deuda soberana afrontará además una prueba de fuego el próximo 25 de mayo. Las autoridades de EE UU de control de activos extranjeros se pronunciarán sobre si permiten a las firmas e inversores de EE UU recibir pagos de deuda rusa. Hasta ahora lo han autorizado como una excepción a las sanciones, como forma de proteger también los intereses de los acreedores, pero el plazo de ese permiso expira el 25 de mayo.
Por lo pronto, el daño en las cotizaciones ya está hecho y la deuda soberana rusa en dólares se ha depreciado de media el 72% en el último año, según Bloomberg.
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