MADRID.- La unidad a palos entre Sumar y Podemos arroja más dudas que certezas sobre la convivencia entre ambos espacios durante la campaña electoral, así como después en el grupo parlamentario que se configurará para los próximos cuatro años. Para atar en corto al partido morado y evitar que vaya por libre, los negociadores de Yolanda Díaz trataron de blindarse estableciendo una serie de cláusulas en el documento político que firmaron los 15 partidos, revela hoy El Mundo.
En ese papel están pactadas por todos las reglas de juego, así como los pormenores de la coalición, desde los puestos en las listas -muchos de ellos con nombres y apellidos- hasta el reparto del dinero. Rubricar ese acuerdo global era la condición ineludible para luego estar en un segundo documento, el oficial que se presentó a última hora del viernes ante la Junta Electoral para registrar la coalición.
Una de las cláusulas del acuerdo trata de impedir que los teóricos ocho diputados de Podemos aprovechen que ya han entrado en el Congreso para largarse al Grupo Mixto u otro grupo parlamentario que exista, desde el que tendrían las manos libres para establecer su propia estrategia política sin tener que estar sometidos a a las directrices de Yolanda Díaz.
El documento estipula que la candidatura de Sumar se plasmará en el Congreso en «un solo grupo parlamentario» con todos sus diputados. El funcionamiento de éste, continúa el texto de esta cláusula, «se regirá por un reglamento que respetará los acuerdos adoptados en estos protocolos y se acordará entre las fuerzas políticas que componen la coalición».
Por la experiencia de 2015, Podemos sabe que no puede formar un grupo propio por haber competido contra Sumar, pero en realidad, por mucho que diga el acuerdo político, sus diputados sí tienen la capacidad para marcharse al Mixto cuando quieran. Ya sucedió a mitad de la pasada legislatura dentro del grupo de Unidas Podemos con Meri Pita y también en el de Ciudadanos con Pablo Cambronero. Ambos abandonaron la disciplina de sus partidos para volar por su cuenta y riesgo.
El dinero
La forma de disuadir a Podemos de una hipotética escisión es el dinero. Pues la cláusula en sí no impediría nada, dado que las actas de los diputados son individuales y no son propiedad de los partidos ni de las candidaturas. El acuerdo político establece que los morados recibirán un 23% de las subvenciones a las que tiene derecho la coalición para su funcionamiento. Ese dinero lo inyecta cada mes el ministerio del Interior directamente a los partidos en la proporción estipulada.
Si una fuerza política de las 15 que están decidiera salirse del grupo parlamentario perdería inmediatamente el derecho a todos esos ingresos. Pues estaría absolutamente fuera del pacto. En el Grupo Mixto manejaría unos ingresos mucho más bajos y tendría también un número de asistentes bastante menor.
Otra de las cláusulas interesantes del acuerdo político hace alusión a la campaña electoral. Los partidos tienen el compromiso de seguir la línea marcada por los responsables de Sumar -Díaz ya ha nombrado unos cuantos nombres- y no da pie alguno a que haya fuerzas políticas que puedan ir a su aire.
Este asunto preocupaba por la entrada de Podemos en la coalición. Sobre todo después de ver las excentricidades que hizo a espaldas de IU en lugares como la Comunidad de Madrid, con una lona increpando a los vecinos del barrio de Salamanca de la capital, con otra lona atacando al hermano de Ayuso -además de camisetas- o con el cartel contra Florentino Pérez.
Sumar se blinda el control de la campaña y los mensajes y acciones con esa cláusula. Asimismo, tal era el interés en algunas fuerzas en este asunto que en el pacto bilateral con Más Madrid se establece que este partido codirigirá la campaña en el ámbito de la Comunidad con el equipo de Sumar, en una dirección colegiada. Esto controlaría a Podemos.
Inclusión de Irene Montero
El acuerdo político es la clave de todo. También es la razón que impide una revisión de las condiciones, por mucho que Podemos haya apostado por abrir una nueva ofensiva sobre Díaz para incluir a Irene Montero en la candidatura en el tiempo que queda para registrar las listas electorales. El último día de plazo es el 19 de junio.
Ese acuerdo estipula los puestos que tiene cada partido y en muchos casos aparecen los nombres de las personas que los van a ocupar. Es el caso de los puestos de salida que tiene reservados Podemos. Por eso no se pueden modificar bajo ningún concepto. Porque forma parte de un acuerdo aprobado y firmado por los 15 actores políticos.
El documento dicta que Podemos tiene el puesto cinco por Madrid (Ione Belarra), el cuatro por Barcelona (Lilith Verstrynge) y los cabezas de lista por Álava (Roberto Uriarte), Granada (Martina Velarde), Guipúzcoa (Pilar Garrido), Murcia (Javier Sánchez Serna), Navarra (Idoia Villanueva) y Las Palmas (Noemi Santana).
Es cierto que Podemos tiene otros siete números uno más, pero sin opciones reales de salir elegidos (Ávila, Badajoz, Cáceres, Guadalajara, Palencia, Segovia y Teruel). Situar a Irene Montero ahí o a Pablo Echenique en alguno de ellos sería en vano.
Para Sumar la negociación ya está «cerrada» y lo que se ha acordado es lo que está plasmado en el documento. Por eso, la nueva ofensiva desatada ayer por Podemos para presionar e incluir a Montero se va a estrellar contra ese muro.
Belarra en una carta a los militantes y Verstrynge en declaraciones a medios subrayaron que no aceptan el «veto» y que alargarán su exigencia «hasta el último minuto» por ser un «error». Es más, los morados afirman que la rúbrica del pacto se produjo «sin acuerdo».
Tras la intervención pública de Belarra el pasado viernes, Podemos recibió un ultimátum. No se negocia más. O se firmaba el documento político -y a continuación la coalición- o estaban fuera. Podemos aceptó a costa de «sacrificar» a Montero porque la alternativa de ir en solitario era muchísimo peor.
Pablo Iglesias calificó ayer de «muy humillante» las exclusiones de la ministra y de Pablo Echenique, dijo que los puestos en las listas que tiene el partido son un «desprecio» pero bendijo que sus compañeros de la dirección «aciertan» al poner por delante la necesidad de unidad que «la propia dignidad» de su formación.
Intentando pasar página de este lío para poder centrarse en la campaña y hablar a los votantes, Díaz celebró el pacto como «el mejor acuerdo político para España». «Nos pedíais un acuerdo y lo hemos conseguido».
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