ALICANTE.- Los restos del humanista, jurista y escritor Rafael Altamira y Crevea
fueron exhumados a primera hora de la mañana del viernes, 73 años
después de su fallecimiento en México en 1951, para ser trasladados a El
Campello.
Así, los restos del que fuera dos veces
propuesto al Nobel de la Paz y su esposa, Pilar Redondo, llegarán al
municipio "en el que siempre dijo que quería estar cuando se apartara de
la vida oficial", tras aterrizar en el aeropuerto madrileño de Barajas,
desde donde serán trasladados por carretera hasta Alicante.
Los restos del matrimonio fueron exhumados de la fosa 371 (cuartel
número 3, ubicada en el Panteón Español del cementerio de la Ciudad de
México), en un acto solemne al que asistió el canciller del Consulado de
España en México, Juan García Roig, y el servicio funerario Gayosso,
responsable del proceso de exhumación.
En esta primera fase de
la repatriación fueron extraídos los restos del historiador alicantino
del interior de una cripta que contenía una bóveda dividida por dos
gavetas. En la parte inferior se localizó al escritor y en la superior a
su esposa, que fue exhumada en segundo lugar.
Posteriormente,
los restos se depositaron en dos ataúdes diferentes, ambos protegidos
con cápsulas de zinc para "su resguardo y mantenimiento" en el proceso
de traslado en avión de México a Madrid este fin de semana, según
aseguró el gerente de operaciones de Gayosso, Héctor Santoyo.
El proceso de exhumación y repatriación de los restos de Rafael Altamira
y Pilar Redondo comenzó en 2022, cuando el alcalde de El Campello,
Juanjo Berenguer, puso en marcha la iniciativa, que ha tardado 36 meses
en convertirse en realidad.
La exhumación y repatriación han
sido posibles gracias a la unión conseguida entre la familia Altamira,
el Ayuntamiento de El Campello, la Generalitat Valenciana y la
Diputación de Alicante, así como la colaboración imprescindible del
Consulado General de España en México.
"Todos de la mano por
esta causa justa, algo que desde el principio nos dio una fuerza
increíble para seguir y seguir, por mucho trabajo que ello implicara",
ha señalado el alcalde campellero, Juanjo Berenguer.
No es la primera vez que se intentaba. En los archivos se han
encontrado iniciales gestiones para la repatriación en el año 1987, que
incluyeron conversaciones entre Pilar Altamira Redondo (hija del
humanista), con Joan Lerma en calidad de presidente de la Generalitat, y
Antonio Fernández Valenzuela, entonces al frente de la Diputación
Provincial. No se consiguió.
Esta vez, el Consell que preside
Carlos Mazón ha destinado una subvención directa de 60.000 euros de la
línea presupuestaria 'Promoción y fomento de actividades de interés
público, sociocultural, económico o humanitario de la Comunidad
Valenciana'.
Altamira falleció en 1951 y
seis años más tarde lo hizo su mujer (1957). En vida destacó por su
labor a favor del diálogo, la educación y la democracia, aptitudes por
las que fue propuesto en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz, en
1933 y en 1951.
Su llegada y defunción en México estuvo
marcada por el estallido de la Guerra Civil española, periodo en el que
fue detenido tras intentar huir del país, a pesar de poseer inmunidad
diplomática. Posteriormente llegó a Holanda, pero la invasión de
Alemania a los Países Bajos en 1940 le orilló a refugiarse en la ciudad
francesa de Bayona.
El escritor permaneció cuatro años en
Francia, y después fue invitado por la Fundación Carnegie a dar clases
en la Universidad de Columbia (Nueva York), aunque un inesperado
accidente de rotura de la cadera lo obliga a instalarse en México, donde
también estaban exiliadas sus dos hijas: Pilar y Nela.
Dentro
de su trabajo humanista resaltó su nombramiento como uno de los diez
jueces titulares del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, que
posteriormente se constituiría en el Tribunal Internacional de La Haya,
en el cual fue reelegido durante mandatos consecutivos desde 1921 hasta
1940.
Ahora, después de más de siete décadas, los restos ya
exhumados de Rafael Altamira se encontrarán próximamente en El Campello,
municipio al que su familia sigue estrechamente vinculado. Aquí residen
tres de sus bisnietos. El destino ha querido que la exhumación se
produjera un 6 de diciembre, Día de la Constitución Española.
Tras tener confirmación de que la operación se había llevado a cabo con
éxito, el alcalde de El Campello ha agradecido al cónsul general de
España en México, Manuel Hernández Ruigómez, su implicación en la causa.
"Su trabajo refleja no solo un profundo respeto por su memoria, sino
también una sensibilidad y compromiso que trascienden lo profesional",
le escribió Berenguer.
"Para quienes admiramos el legado de
Altamira, su intervención en este proceso significa mucho más que un
acto administrativo. Es un gesto de humanidad y justicia histórica que
honra a una figura que dedicó su vida a promover los valores universales
de la educación, el diálogo y los derechos humanos", señala el alcalde.
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