La asociación resalta que esta situación se debe a que la reducción del coste hipotecario no es suficiente por sí mismo para relajar la presión financiera de las familias, ya que tanto los créditos personales, como los asociados al consumo o a los aplazamientos de las tarjetas de crédito siguen teniendo un peso relativo demasiado alto en la economía familiar, de alcance mensual.
Además, en el mismo periodo de tiempo ha descendido el número de hipotecados que piensa que las sumas de dinero que el Gobierno inyectó en la banca pueden repercutirle en forma de más financiación o mejora en las condiciones de la ya existentes.
Asimismo, cae también un 11,5% el número de entrevistados que piensa que las administraciones deberían plantear medidas para promover la refinanciación familiar, debido, sobre todo, al aumento de la desconfianza en que las acciones del Gobierno para apoyar al sistema financiero les pudieran suponer un beneficio.
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