martes, 15 de noviembre de 2022

Breve historia de la empresa alicantina "Patentes Arce" / Antonio Arce *

En 1960, con 20 años de edad, siendo Auxiliar Técnico, de la delegación en Alicante de la empresa Dragados y Construcciones, S. A., y todavía un esforzado estudiante de Ingeniería Industrial (rama Mecánica), animado por los conocimientos adquiridos y deseando hacer progresar mi escasa economía, me presenté en el despacho o estudio del arquitecto, don Miguel López González, en su época el más importante de Alicante, al cual ya le habíamos calculado, en la citada empresa, la cimentación y estructura de la Casa Sacerdotal, en el barrio del Altozano, y el Edificio Cloquell, en la Avenida de José Antonio, esquina a la Calle Duque de Zaragoza, ambos en Alicante, los cuales estábamos construyendo, ofreciéndome a él, para calcular las cimentaciones y estructuras de los nuevos edificios que tuviera que proyectar.
 

Cuál fue mi sorpresa cuando, inmediatamente, don Miguel, encargó a su aparejador, don Ángel Fernández Moreno, que le trajera el rollo de planos del proyecto, recién terminado, del Juniorado de Guardamar para los Hermanos Maristas (hoy Centro Marista de Guardamar), un enorme edificio, de varias plantas, en “T”, con aulas, salones, comedores, cocinas, dormitorios, etc., más una destacada ala central con un Salón de Actos en la planta baja y una Iglesia en la planta superior.


Aquel primer encargo me tuvo ocupado durante meses, pues los cálculos los hacía con regla de cálculo y el método de Cross, ya que no existían ordenadores para esa labor y los planos se dibujaban a mano sobre papel vegetal, para luego sacar copias de ellos en las copisterías, con papel de la marca Ozalid, revelado en un cerrado ambiente de vapor de amoníaco.
 

Puntualmente iba proporcionando a los constructores de este singular edificio, planos de cimentación y estructura de la obra citada, conforme iban avanzando los trabajos. La obra, finalmente se terminó, quedando muy satisfechos de mi trabajo, tanto los constructores, como el arquitecto, don Miguel López.

A partir de entonces, este gran arquitecto me fue encargando los cálculos de cimentaciones y estructuras de sus nuevos y numerosos proyectos, tanto en hormigón armado, como en estructura metálica, pues era el arquitecto que más encargos recibía en Alicante, ya que era el Arquitecto Jefe del Ayuntamiento.


El 1 de Julio de 1961, con 21 años, me presenté voluntario para cumplir mi Servicio Militar Obligatorio, en el cuartel del Regimiento San Fernando, de Alicante, con objeto de poder seguir calculando estructuras y continuar con mis estudios de ingeniería, como así pude seguir haciéndolo, con gran sacrificio por mi parte.


En septiembre de ese mismo año, recién acabado el tiempo de mi Instrucción Militar, fui llamado por don Miguel López, nuevamente, para que me ocupara de llevar la Dirección y el Control de Calidad de la estructura del Edificio Alonso (hoy Hotel Gran Sol), pues se acababa de terminar la cimentación y los planos de la estructura, calculada en Madrid, por los ingenieros hermanos Monzó, no estaban nada claros.


Tuve que traducir estos planos de estructura a lo que los ferrallistas de Alicante estaban acostumbrados y ocuparme también de realizar algunos cálculos en este singular edificio, como la gran marquesina del segundo piso, el cambio de dos pilares de la Planta Baja, la estructura del cierre del Patio Interior, por encima del edificio del Banco Español de Crédito y la estructura de las últimas tres plantas, donde el propietario, don Manuel Alonso, quiso poner una piscina, como reserva de agua, para el caso de un incendio del edificio. 

Al mismo tiempo, llevaba el Control de Calidad de los hormigones, que se confeccionaban en la propia obra, con áridos lavados y para lo cual, disponía de un esclerómetro propiedad de don Miguel.


Meses más tarde, en 1963, próximo a licenciarme del Ejército, don Miguel me encargó la cimentación y la estructura del conjunto de edificios que había proyectado para don Francisco Albert Ferrero, importante promotor, en Alicante y Madrid, los cuales se situaban en la manzana comprendida entre la Avenida Catedrático Soler, Calle San Agatángelo y Calle Capitán Dema.

Se trataba de tres largos bloques de viviendas con bajos comerciales, con un total de 150 viviendas, que comprendía una calle particular y privada en el centro, más tarde llamada, Pasaje Miralmar.
 

Como entonces no se hacían Estudios Geotécnicos en los solares, para conocer el subsuelo, supuse que la tensión de trabajo del terreno sería 2 kg/cm 2, como era habitual en la ciudad de Alicante y así calculé la cimentación de todo este gran proyecto de viviendas.


Al comenzar la excavación para la cimentación, se encontró gran cantidad de escombros de cerámica, no pudiendo llegar hasta el terreno firme natural, por lo que se hubo de suspender la ejecución de la obra.


Ante esta dificultad, el arquitecto, don Miguel López, me llamó a su despacho, encargándome la búsqueda de una solución para aquel grave problema. Hice averiguaciones entre los más viejos de la zona y me informaron de que, justo por dicho solar, pasaba el antiguo barranco de Benalúa, situado junto a la primitiva cerámica de los Borja, de la que aún quedan en pie las dos chimeneas. A este barranco iban arrojando los escombros de la fabricación de cerámica hasta colmatarlo.


Después de mucho pensar, llegué a la conclusión de que había que hacer un gran sótano, de cinco a siete metros de altura y concentrar las cargas de los edificios a construir en el menor número de pilares posibles, pues era necesario llegar hasta el terreno firme allí donde estuviera y, a partir de allí, hacer una cimentación sólida. No existían entonces empresas de pilotes en Alicante y proximidades. 

Para el vaciado del solar, de unos 7.000 m2, el Sr. Albert Ferrero adquirió una pala cargadora sobre ruedas, de la marca Volvo, que iba excavando y cargando camiones, los cuales, en un sinnúmero de viajes, vaciaron el solar, extrayendo unos 50.000 m3 de escombros.


A continuación, en el fondo de la excavación, se abrieron, a mano, profundos pozos de sección circular, para mejor contener sus paredes, ya que se hicieron sin entubación, bajando hasta un firme que se consideró suficientemente fuerte para recibir la cimentación. Estos pozos se llenaron de hormigón ciclópeo y sobre éste ya se dispusieron las zapatas de hormigón armado. 

Resulta chocante que las cargas que recibió el terreno natural, al fondo de los pozos, provenían más del peso propio que del propio cimiento de los edificios que se iban a construir sobre ellos.


La estructura fue resuelta, siguiendo el principio, antes dicho, de concentrar las cargas del edificio en el menor número posible de pilares, para lo cual eliminé totalmente el pórtico central de los bloques de viviendas, quedando, tan sólo, los pórticos de las dos fachadas de cada línea de bloques, de los que eliminé un pilar de cada dos, con lo que doblé la luz de las jácenas de dichos pórticos, con todo lo cual el número de pilares que quedaron era, aproximadamente la cuarta parte de los inicialmente proyectados.


Con la eliminación del pórtico central de los bloques, se duplicaron las luces de los forjados, pasando de 3,60 metros a 7,20 entre ejes y apoyando en los pórticos de las fachadas. 

Buscando suministro de forjado para estas nuevas luces, y no encontrándolo en Alicante, me propuse diseñar un nuevo forjado de piso para cubrir estas grandes luces (en aquellos tiempos), que resultó ser de 35 cm e/e, con un canto de 22 cm, más 3 cm de capa de compresión, acorde con lo que entonces se exigía. 

En cuando al material de las piezas, opté por la cerámica, por resultar más ligeras que las de hormigón, reduciendo así el peso propio del forjado.
 

Su fabricación comenzó en Cerámica La Goteta, S.A., situada en el solar que luego ocupó el Edificio Montreal, popularmente conocido por “La Pirámide”, en la Av. de Denia. Más tarde se sumaron otras cerámicas para la fabricación de las piezas de este forjado, ya que “La Goteta” no fabricaba con el ritmo necesario.
 

Los mismos señores de Albert Ferrero, contentos con este nuevo forjado, que resolvía felizmente los problemas aparecidos, me insistieron en que debía patentarlo. En principio me resistí en varias ocasiones, pues ignoraba el procedimiento a seguir, pero el padre de un buen amigo mío era el delegado en Alicante de una importante oficina de registro de patentes de Barcelona, a la que le confié el trámite para esta primera patente de invención… y de las demás que le siguieron…


Meses más tarde, los mismos señores de Albert Ferrero, me encargaron un nuevo forjado para una nueva promoción de 80 viviendas en la Colonia Madrid, de Benidorm, para la cual diseñé un forjado adaptado a las nuevas luces a cubrir, el cual fue de 60 cm e/e y 16+3 cm de canto, igualmente cerámico y con el que, igualmente, quedaron muy satisfechos.
 

Seguidamente, y ante las numerosas estructuras metálicas que se estaban levantando en Alicante y provincia, ideé y patenté un nuevo forjado de piso para este tipo de estructuras, consistente en dos piezas cerámicas. Una la bauticé con el nombre de “adaptador”, porque se adaptaba a las alas inferiores de las viguetas IPN del forjado metálico y la otra era una bovedilla cerámica que se apoyaba en los adaptadores, ofreciendo una continuidad cerámica en los techos. 

El éxito de este sistema era la evitación de la corrosión de las viguetas metálicas del forjado, pues el guarnecido de yeso de los techos no entraba en contacto con el acero de las  viguetas, ya que la protección con pintura de las mismas, o era inexistente o era de muy mala calidad. 

Este sistema tuvo gran éxito, con edificios como el Hotel Riscal, el edificio de Agentes Comerciales o Representantes; los últimos dos edificios de la Rambla de Méndez Núñez, de Alicante, con esquinas a C/. Pintor Sorolla y Avda. de Alfonso el Sabio; la Residencia Reycar, de C/. Pintor Lorenzo Casanova; la Torre Coblanca, en Benidorm; el Edificio España, de Cartagena, y muchos otros edificios en Madrid, Murcia, Toledo, Ciudad Real, Albacete, etc.
 

En la segunda mitad de los años 60, patenté un nuevo forjado, esta vez de hormigón pretensado, para lo que construí una fábrica junto al barranco del Rochet, en la carretera que une San Vicente del Raspeig con Agost, con 30.000 m2 de terreno, instalando unas pistas de pretensado de 125 m, que eran récord de longitud en España, aunque también tenía taller de ferralla y fabricación de viguetas armadas con las piezas cerámicas del primer forjado patentado.


También patenté una protección antisolar para automóviles, ya que me molestaba mucho entrar en el coche cuando en verano quedaba al sol, y que podía cubrirlos y protegerlos, sólo el techo, hasta las ventanillas o todo entero, y que pendía de cuatro antenas telescópicas y desplegables, como las utilizadas entonces para la radio de los coches, pero que no llegué a comercializar.


Así continué con mis forjados algunos años más, incluso ampliando mis actividades con la ejecución de los propios forjados con personal propio, así como cimentaciones y estructuras completas de hormigón armado, hasta que la primera crisis del sector de la Construcción, que empezó en la primera mitad de la década de los años 70, me obligó a cerrar la fábrica y la empresa Patentes Arce, que hoy renace, con gran ilusión, con una nueva invención, ya patentada y puesta a disposición del sector de la edificación de Alicante y su provincia, que espero extender a otras provincias españolas y a la que auguro y confío en que tenga tanto éxito como aquellos primitivos forjados de los años 60. 


(*) Fundador

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