Veamos. En el Palau de la valenciana calle Cavallers, el equipo de confianza del presidente Francisco Camps baraja dos hipótesis sobre la reacción y los pasos a dar por el llamado «grupo zaplanista», que, como saben, lidera el presidente de la Diputación y del PP provincial, José Joaquín Ripoll.
En el primero de los supuestos, Joaquín Ripoll y su equipo de confianza (Carlos Mazón, Mari Carmen Jiménez, Macarena Montesinos, Miguel Peralta, Juan Manuel Cabot, Pedro Romero y Lola Peña, como más significados) podrían constituirse en islote, en frentecolumnistas ante el presidente regional, y plantear batalla de cara a la próxima asamblea provincial. Comenzaría una especie de guerra de guerrillas subterránea para copar no sólo la presidencia provincial del PP sino el grueso de la ejecutiva.
Y en franca oposición al campismo, hacer de PP alicantino un cantón en el que Camps, Ricardo Costa, David Serra, Adela Pedrosa, César Augusto Asencio y Mercedes Alonso tuvieran casi imposible abrir grietas por donde introducir, a modo de Caballo de Troya, a sus maquinadores más reconocidos para que fueran allanando el camino.
En el segundo de los supuestos (el más probable, dadas las circunstancias y los tiempos que corren), Joaquín Ripoll iría a Valencia enarbolando la bandera blanca de la paz y negociaría con Paco Camps la mejor salida posible no sólo a su situación política personal, sino la del resto de políticos en los que se apoya.
Esa salida pasaría por asumir con todas sus consecuencias la autoridad de quien maneja todos los mandos (Paco Camps) -como diría el locutor de la Cope, Juan Carlos Gumiel-, poner a disposición del presidente y del secretario regional la ejecutiva provincial en pleno, y llegar a la gran cuestión, la que marcaría el futuro político de Ripoll.
Joaquín Ripoll, no lo olvidemos, es el número dos en la lista municipal del PP por Alicante; o sea, miembro de pleno derecho de la corporación que preside el alcalde Luis Díaz Alperi. Y como las matemáticas son las matemáticas, el número dos suele sustituir al número uno cuando éste decide cambiar de aires políticos.
Con el beneplácito de Camps, Ripoll se convertiría en alcalde de Alicante en sustitución de Díaz Alperi (que lleva tiempo evidenciando su voluntad de dejar el cargo a mitad de legislatura, o antes), y al frente de la Diputación pasaría la vicepresidenta tercera y presidenta del PP de Elche, Mercedes Alonso, quien, al propio tiempo, sería candidata a presidir la ejecutiva provincial en el próximo congreso. Lo haría con un equipo renovado en el que ocuparían lugares destacados varios miembros del actual grupo controlado por Joaquín Ripoll.
Esta operación cerraría viejas heridas y a priori sólo cuenta con las serias reticencias de Díaz Alperi, que apuesta con fuerza por Sonia Castedo para la Alcaldía. Podría llevarse a cabo si desde el Palau se asegurase una salida política relevante para Castedo.
Otrosí: Quiero ser consejero de la CAM. ¿Saben por qué quiero ser miembro del consejo de administración de la entidad? Porque sus consejeros estuvieron hace poco en Australia, en viaje «todo incluido y de lujo», acaban de regresar de México, donde han disfrutado de una semana «de lujo y todo incluido», y ya preparan otro viaje al Caribe, en las mismas condiciones. O sea, paga la caja.
Cierto es que los consejeros sólo cobran 270 euros por asistir a los consejos, pero no es menos cierto que estos consejos se suelen celebrar en los países más exóticos y atractivos del mundo. ¡Con razón Modesto Crespo quiere sustituir a Vicente Sala en la presidencia de la CAM! Me la pido.