ALICANTE.- La renuncia de Luis Díaz Alperi a la Alcaldía de Alicante cogió ayer por sorpresa a todos. A cargos del PP, a la inmensa mayoría de los concejales -como muchos de ellos confesaron- e, incluso, a alguno de los protagonistas directos.
Mucho se había especulado durante el año y medio que ha transcurrido desde las elecciones municipales sobre el momento que Alperi elegiría para ceder la vara de mando a Sonia Castedo -el primer edil ya había anunciado en varias ocasiones que no agotaría el mandato- pero nadie esperaba que fuera a producirse ahora, a poco más de un mes de que arranque la Volvo Ocean Race, el gran acontecimiento deportivo que protagonizará Alicante en octubre.
La decisión de Alperi, de hecho, se fraguó ayer durante una comida en un conocido restaurante alicantino, convocada por la mañana y sin previo aviso. El único indicio de que la salida de Luis Díaz Alperi podía estar próxima se produjo justo antes de las vacaciones de verano. El primer edil mantuvo entonces diversas conversaciones tanto con el presidente Francisco Camps como con Joaquín Ripoll, titular de la Diputación y responsable del PP provincial.
La posición de Ripoll era clave en este asunto. Por ley, al presidente de la Diputación, en su calidad de número dos de la lista municipal, le correspondía la Alcaldía, salvo renuncia expresa y por escrito.
Pero todo quedó en eso. Simples conversaciones. Existía un acuerdo sobre la salida del primer edil: Ripoll no iba a poner obstáculos. No se llegó, sin embargo, a concretar fecha alguna para el relevo en el Ayuntamiento de Alicante. Ayer por la mañana todo se precipitó. Aprovechando la presencia de Camps en la capital para inaugurar un tramo de la avenida de Denia, una de las obras más importantes de las que se están ejecutando con motivo de la vuelta al mundo de vela, el jefe del Consell y el propio alcalde convocaron a última hora de la mañana una comida a la que estaban invitados cuatro comensales.
Camps y Alperi; Sonia Castedo, ungida y bendecida por el primer edil como su sustituta; y el propio Joaquín Ripoll. Hasta que todos estuvieron sentados, no se destapó la operación.
Alperi no sólo tenía el beneplácito de Camps sino que también había telefoneado a Mariano Rajoy para comunicarle su renuncia a la Alcaldía. Con posterioridad, habló con Julio de España, presidente local del PP; y con el portavoz socialista, Roque Moreno. El jefe del Consell, por su parte, también alertó al mediodía a algunos de sus colaboradores más directos en la cúpula del PP de que las fichas se iban a mover.
Pero Joaquín Ripoll se enteró mientras se sentaba en la mesa y, además, con muy poco margen de maniobra. Tenía que renunciar por imperativo legal y sin nada a cambio. Ni siquiera con el compromiso de Francisco Camps de que va a mantener la presidencia provincial del PP.
De inmediato, el titular de la Diputación tenía que renunciar sin más para ceder la Alcaldía a Sonia Castedo -una de las dirigentes populares más criticadas entre los afines a Ripoll- y después, en diciembre, cuando se celebre el congreso provincial, ya veremos.
El malestar entre algunos de los colaboradores del presidente de la Diputación era evidente justo después de conocer cómo se había desarrollado toda la operación. Pese a todo, el propio titular de la Diputación confirmó ayer que optará a la reelección, dijo, "con los mismos argumentos que sostiene Camps para seguir al frente del partido en la Comunidad".
Tampoco hay nada cerrado sobre el futuro de Alperi. Al menos eso se desprende de los movimientos que se produjeron a lo largo de la jornada. En el PP, como recordaba un veterano dirigente, se han acabado los tiempos en que una renuncia conllevaba, a su vez, una salida en otro puesto. Ahora, señalaba, todo es cuestión de gestos.
En principio, apuntaron fuentes de la cúpula popular, el todavía primer edil alicantino se dedicará a su escaño en las Cortes -que logró en las elecciones de mayo de 2007- y, tras el pleno que ratifique a Castedo, renunciará al acta de concejal.
Eso, al menos, es lo que comunicó el primer edil a algunos de sus colaboradores y a un grupo de regidores con los que Alperi mantuvo un encuentro tras su inesperada comparecencia de por la tarde. Muchos de los dirigentes locales de la formación, en todo caso, mostraron una cierta sorpresa por el momento que ha elegido Alperi para dejar paso tras trece años en el cargo.
Pero durante esa reunión, celebrada en el despacho del primer edil, Alperi no explicitó ningún motivo concreto -ni particular ni político- para justificar su marcha y les adelantó que únicamente se quedará como "diputado raso" en las Cortes, dijeron fuentes del PP.
En todo caso, como otro veterano dirigente popular señaló tras conocer la noticia del relevo, "Luis lleva la política dentro y seguro que no desaparecerá de la escena pública".
Mucho se había especulado durante el año y medio que ha transcurrido desde las elecciones municipales sobre el momento que Alperi elegiría para ceder la vara de mando a Sonia Castedo -el primer edil ya había anunciado en varias ocasiones que no agotaría el mandato- pero nadie esperaba que fuera a producirse ahora, a poco más de un mes de que arranque la Volvo Ocean Race, el gran acontecimiento deportivo que protagonizará Alicante en octubre.
La decisión de Alperi, de hecho, se fraguó ayer durante una comida en un conocido restaurante alicantino, convocada por la mañana y sin previo aviso. El único indicio de que la salida de Luis Díaz Alperi podía estar próxima se produjo justo antes de las vacaciones de verano. El primer edil mantuvo entonces diversas conversaciones tanto con el presidente Francisco Camps como con Joaquín Ripoll, titular de la Diputación y responsable del PP provincial.
La posición de Ripoll era clave en este asunto. Por ley, al presidente de la Diputación, en su calidad de número dos de la lista municipal, le correspondía la Alcaldía, salvo renuncia expresa y por escrito.
Pero todo quedó en eso. Simples conversaciones. Existía un acuerdo sobre la salida del primer edil: Ripoll no iba a poner obstáculos. No se llegó, sin embargo, a concretar fecha alguna para el relevo en el Ayuntamiento de Alicante. Ayer por la mañana todo se precipitó. Aprovechando la presencia de Camps en la capital para inaugurar un tramo de la avenida de Denia, una de las obras más importantes de las que se están ejecutando con motivo de la vuelta al mundo de vela, el jefe del Consell y el propio alcalde convocaron a última hora de la mañana una comida a la que estaban invitados cuatro comensales.
Camps y Alperi; Sonia Castedo, ungida y bendecida por el primer edil como su sustituta; y el propio Joaquín Ripoll. Hasta que todos estuvieron sentados, no se destapó la operación.
Alperi no sólo tenía el beneplácito de Camps sino que también había telefoneado a Mariano Rajoy para comunicarle su renuncia a la Alcaldía. Con posterioridad, habló con Julio de España, presidente local del PP; y con el portavoz socialista, Roque Moreno. El jefe del Consell, por su parte, también alertó al mediodía a algunos de sus colaboradores más directos en la cúpula del PP de que las fichas se iban a mover.
Pero Joaquín Ripoll se enteró mientras se sentaba en la mesa y, además, con muy poco margen de maniobra. Tenía que renunciar por imperativo legal y sin nada a cambio. Ni siquiera con el compromiso de Francisco Camps de que va a mantener la presidencia provincial del PP.
De inmediato, el titular de la Diputación tenía que renunciar sin más para ceder la Alcaldía a Sonia Castedo -una de las dirigentes populares más criticadas entre los afines a Ripoll- y después, en diciembre, cuando se celebre el congreso provincial, ya veremos.
El malestar entre algunos de los colaboradores del presidente de la Diputación era evidente justo después de conocer cómo se había desarrollado toda la operación. Pese a todo, el propio titular de la Diputación confirmó ayer que optará a la reelección, dijo, "con los mismos argumentos que sostiene Camps para seguir al frente del partido en la Comunidad".
Tampoco hay nada cerrado sobre el futuro de Alperi. Al menos eso se desprende de los movimientos que se produjeron a lo largo de la jornada. En el PP, como recordaba un veterano dirigente, se han acabado los tiempos en que una renuncia conllevaba, a su vez, una salida en otro puesto. Ahora, señalaba, todo es cuestión de gestos.
En principio, apuntaron fuentes de la cúpula popular, el todavía primer edil alicantino se dedicará a su escaño en las Cortes -que logró en las elecciones de mayo de 2007- y, tras el pleno que ratifique a Castedo, renunciará al acta de concejal.
Eso, al menos, es lo que comunicó el primer edil a algunos de sus colaboradores y a un grupo de regidores con los que Alperi mantuvo un encuentro tras su inesperada comparecencia de por la tarde. Muchos de los dirigentes locales de la formación, en todo caso, mostraron una cierta sorpresa por el momento que ha elegido Alperi para dejar paso tras trece años en el cargo.
Pero durante esa reunión, celebrada en el despacho del primer edil, Alperi no explicitó ningún motivo concreto -ni particular ni político- para justificar su marcha y les adelantó que únicamente se quedará como "diputado raso" en las Cortes, dijeron fuentes del PP.
En todo caso, como otro veterano dirigente popular señaló tras conocer la noticia del relevo, "Luis lleva la política dentro y seguro que no desaparecerá de la escena pública".
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