VALENCIA.- La caída del consumo y el hundimiento del sector del transporte, unido al aumento de gastos como el del gasóleo (que ha subido casi un 60 % en tres años), ha provocado una drástica reducción del número de camiones y furgonetas censados en la Comunitat Valenciana. Entre los años 2008 y finales de 2011, han pasado de 543.384 a 512.679. Es decir, la crisis se ha llevado por delante 30.705 camiones y furgonetas. La cifra equivale a 10.000 vehículos por cada año de crisis; 27 camiones y furgonetas menos por día; más de uno por hora, según publica el diario 'Levante'.
Esta es la respuesta física a datos como el conocido la semana pasada: el tránsito de mercancías de las empresas valencianas se ha situado al nivel de los años noventa después de que la actividad del sector cayera otro 8,5 % en 2011.
¿Y adónde han ido a parar estos vehículos de transporte? «La mayoría se está vendiendo al extranjero, sobre todo a África y a Europa del Este, y muchas veces se venden casi a precio de chatarra. Porque los problemas económicos de muchos autónomos les obligan a vender su camión como sea y abandonar el sector», explica Juan José Ramírez, presidente de la Asociación Valenciana de Transportistas Autónomos (Asovaltra).
¿Y adónde han ido a parar estos vehículos de transporte? «La mayoría se está vendiendo al extranjero, sobre todo a África y a Europa del Este, y muchas veces se venden casi a precio de chatarra. Porque los problemas económicos de muchos autónomos les obligan a vender su camión como sea y abandonar el sector», explica Juan José Ramírez, presidente de la Asociación Valenciana de Transportistas Autónomos (Asovaltra).
Las estadísticas de la DGT ponen cifras a este fenómeno. Si de las bajas de camiones y furgonetas del año 2006 menos de un 6 % iban a la exportación o al tránsito comunitario —venta al extranjero o a la UE—, en 2011 hubo un 23 % de bajas derivadas de la venta al extranjero de esta clase de vehículo pesado. En total, el año pasado se vendieron 3.744 camiones y furgonetas de la Comunitat Valenciana a países del extranjero (en 2006 se vendieron fuera 1.006). Así pues, se ha cuadruplicado en cinco años el porcentaje de camiones y furgonetas que se dan de baja por venderse en el extranjero.
Juan José Ramírez explica que «hay muchos camiones rígidos, de 12 a 14 toneladas, que en su día costaron 40.000 euros y que se están vendiendo por 3.000 euros (carrocería incluida) a países como Marruecos o Mauritania». ¿Por qué? Porque la venta del camión es «una forma rápida de conseguir algo de dinero» en casos en los que el autónomo «se ha visto sin poder cobrar deudas que arrastraba con empresas en concursos de acreedores (especialmente en el sector de la construcción) y que no tienen un colchón económico ni posibilidad de acceder a crédito de los bancos», agrega Ramírez.
El presidente de Asovaltra añade que la venta del camión es inevitable cuando un transportista autónomo ve que los gastos que le supone el camión le están ahogando. Porque el vehículo no puede dejarlo parado. «Si un camión lo dejas parado, lo primero que pasa es que se devalúa. Después, si no puedes guardarlo en un parking y lo has de tener aparcado en un polígono industrial, te empiezan a robar piezas. Y como usar el camión te cuesta dinero, muchos optan por venderlo, al dinero que sea, y acabar así con los gastos», dice. Y cuando se habla de gastos, sólo los camioneros conocen la magnitud de la tragedia.
Gasóleo: alcanza 1,43 euros por litro y un camión consume entre los 24 y los 28 litros a los cien kilómetros.
Juan José Ramírez explica que «hay muchos camiones rígidos, de 12 a 14 toneladas, que en su día costaron 40.000 euros y que se están vendiendo por 3.000 euros (carrocería incluida) a países como Marruecos o Mauritania». ¿Por qué? Porque la venta del camión es «una forma rápida de conseguir algo de dinero» en casos en los que el autónomo «se ha visto sin poder cobrar deudas que arrastraba con empresas en concursos de acreedores (especialmente en el sector de la construcción) y que no tienen un colchón económico ni posibilidad de acceder a crédito de los bancos», agrega Ramírez.
El presidente de Asovaltra añade que la venta del camión es inevitable cuando un transportista autónomo ve que los gastos que le supone el camión le están ahogando. Porque el vehículo no puede dejarlo parado. «Si un camión lo dejas parado, lo primero que pasa es que se devalúa. Después, si no puedes guardarlo en un parking y lo has de tener aparcado en un polígono industrial, te empiezan a robar piezas. Y como usar el camión te cuesta dinero, muchos optan por venderlo, al dinero que sea, y acabar así con los gastos», dice. Y cuando se habla de gastos, sólo los camioneros conocen la magnitud de la tragedia.
Gasóleo: alcanza 1,43 euros por litro y un camión consume entre los 24 y los 28 litros a los cien kilómetros.
Seguro: un camión lleva el seguro de la cabeza tractora, el del semirremolque, uno de responsabilidad civil por si la mercancía se cae, y otro por si le roban o se pierde la carga. En total, cuatro seguros mínimos que cuestan unos 2.000 euros al año. Mantenimiento: cada dos años hay que cambiar las ruedas, y a un precio medio de 300-350 euros por rueda, con 18 neumáticos que tiene un tráiler, cuesta unos 6.000 euros. Y el cambio periódico de aceite y filtros ronda los 350 euros.
Reparaciones: son tan caras que, cada vez más, hay transportistas autónomos que no pueden pagarlas (ni menos aún acceder a créditos bancarios) y tienen que deshacerse del camión por este motivo, porque cada dos años (cuando renuevan su Tarjeta de Transportista) han de pasar la ITV y deben tener el vehículo perfectamente en regla.
Con todo, un camionero autónomo (que además se paga la Seguridad Social) necesita, de media, «unos 1.700 euros al mes» como mínimo para funcionar. «Si no va a facturar ni eso, o no le van a pagar o le van a pagar muy tarde y no puede aguantar sin liquidez, compensa más quedarse en casa y vender el camión», explica el presidente de los camioneros autónomos. Y eso es lo que está pasando.
Pero también las empresas sufren: durante la crisis ha desaparecido el 15 % de las empresas de transporte por carretera (unas 19.000 en toda España). Los carriles derechos de las autovías están cada vez más vacíos. Suenan menos bocinazos de saludo entre camioneros y entre transportistas de furgonetas. Y sus vehículos están siendo víctimas de una emigración forzosa, un exilio de no retorno.
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