ALICANTE.- Caja Murcia busca ahora una fusión con la CAM urgida por el Banco de España y los presidentes autonómicos Valcárcel y Camps - en un momento de relaciones personales tensas entre ambos- y, en ese sentido, el lorquino Carlos Egea, presidente de la primera, y el alcoyano Roberto López, director general de la segunda, se han reunido discretamente varias veces durante las recientes vacaciones, según fuentes financieras alicantinas solventes.
Tras el fracaso de 'Caja Sur' y el apremio de las autoridades monetarias, Caja Murcia sigue buscando desesperadamente una fusión ventajosa para la entidad pimentonera, que presume públicamente de un balance saneado, mientras la potencia de síntesis, que significa la CAM, ha quedado un tanto mermada por los efectos avanzados de la crisis financiera ante su alta exposición al ladrillo y un riesgo de morosidad que, eventualmente, pudiera llegar a afectar incluso a su solvencia.
El expresidente murciano de la CAM y catedrático de Historia, Javier Guillamón, parece haber jugado algún papel en este proceso en marcha, una vez que se ha jubilado como presidente de la entidad Vicente Sala, defensor a ultranza de una independencia de la CAM respecto de las entidades murciana y valenciana por su mayor dependencia política de San Esteban y del Palau de la Generalitat.
El pródigo Guillamón, ahora en funciones de vicario de Egea, buscaría como recompensa por sus buenos oficios una alta responsabilidad en la resultante fundación cultural si las negociaciones fructifican y llegan a buen puerto, como así parece ser dentro de la discreción de las partes, que ya lo darían por hecho a expensas de negociar los flecos y determinadas situaciones personales. La buena nueva se podría anunciar así dentro de este mismo mes de septiembre, a lo más comienzos de octubre.
Además, los déficits de percepción como algo de allí, acumulados en Murcia por la CAM, se verían así corregidos tras el maridaje con Egea y las sinergias de todo tipo que puede significar semejante dosis de murcianismo pese a la creciente pérdida relativa de posición de Caja Murcia en el mercado financiero regional, a manos de 'La Caixa' y 'Cajamar' fundamentalmente.
Aunque cueste entenderlo, aquí y ahora la gran beneficiada del proceso sería Caja Murcia. Pero la virtual fusión ya tiene todas las bendiciones políticas desde el PP de Murcia y de Valencia, aparte de que en Alicante se prefiere mucho antes eso a una macrofusión con 'Bancaja' porque desarmaría 'de facto' el poder financiero provincial, el único real que le queda dentro de la autonomía regional valenciana tras la 'era Zaplana'.
El gran escollo es la enorme duplicidad de la red de oficinas en la Región de Murcia y sur de la provincia de Alicante (tras la absorción por ambas de la oriolana antigua Caja Rural de Bonanza), lo que podría suponer jubilaciones anticipadas y un ERE en determinados sectores de ambas plantillas, por lo que algo tendrán que decir muy pronto los domesticados sindicatos de ambas entidades aunque sólo sea amén.
Tras el fracaso de 'Caja Sur' y el apremio de las autoridades monetarias, Caja Murcia sigue buscando desesperadamente una fusión ventajosa para la entidad pimentonera, que presume públicamente de un balance saneado, mientras la potencia de síntesis, que significa la CAM, ha quedado un tanto mermada por los efectos avanzados de la crisis financiera ante su alta exposición al ladrillo y un riesgo de morosidad que, eventualmente, pudiera llegar a afectar incluso a su solvencia.
El expresidente murciano de la CAM y catedrático de Historia, Javier Guillamón, parece haber jugado algún papel en este proceso en marcha, una vez que se ha jubilado como presidente de la entidad Vicente Sala, defensor a ultranza de una independencia de la CAM respecto de las entidades murciana y valenciana por su mayor dependencia política de San Esteban y del Palau de la Generalitat.
El pródigo Guillamón, ahora en funciones de vicario de Egea, buscaría como recompensa por sus buenos oficios una alta responsabilidad en la resultante fundación cultural si las negociaciones fructifican y llegan a buen puerto, como así parece ser dentro de la discreción de las partes, que ya lo darían por hecho a expensas de negociar los flecos y determinadas situaciones personales. La buena nueva se podría anunciar así dentro de este mismo mes de septiembre, a lo más comienzos de octubre.
Además, los déficits de percepción como algo de allí, acumulados en Murcia por la CAM, se verían así corregidos tras el maridaje con Egea y las sinergias de todo tipo que puede significar semejante dosis de murcianismo pese a la creciente pérdida relativa de posición de Caja Murcia en el mercado financiero regional, a manos de 'La Caixa' y 'Cajamar' fundamentalmente.
Aunque cueste entenderlo, aquí y ahora la gran beneficiada del proceso sería Caja Murcia. Pero la virtual fusión ya tiene todas las bendiciones políticas desde el PP de Murcia y de Valencia, aparte de que en Alicante se prefiere mucho antes eso a una macrofusión con 'Bancaja' porque desarmaría 'de facto' el poder financiero provincial, el único real que le queda dentro de la autonomía regional valenciana tras la 'era Zaplana'.
El gran escollo es la enorme duplicidad de la red de oficinas en la Región de Murcia y sur de la provincia de Alicante (tras la absorción por ambas de la oriolana antigua Caja Rural de Bonanza), lo que podría suponer jubilaciones anticipadas y un ERE en determinados sectores de ambas plantillas, por lo que algo tendrán que decir muy pronto los domesticados sindicatos de ambas entidades aunque sólo sea amén.
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