Manuel Pizarro entró en política después de haber triunfado en la universidad y en la empresa. Entendía que estaba obligado a dar algo a la sociedad de lo mucho que había recibido y, con cierta humildad, entró en el Partido Popular bajo la premisa de que lo hacía para “sudar la camiseta”. Dos años después, aburrido, se ha marchado sin tener que cambiarse de ropa interior.
En política están los más mediocres, los que aunque hayan estudiado una carrera, no han dado un palo al agua, los que se saben los trucos para sobrevivir, los que no dimiten aunque fracasen, los que irían a la cola del INEM si dejasen su escaño. Y eso pasa en todas las formaciones. Sólo hay que echar un vistazo a sus líderes y nos encontraremos con estudiantes de derecho que nunca han ejercido como abogados, a antiguos empleados de banca o incluso al famoso bachiller Montilla.
Rajoy – que todavía no ha ganado ninguna elección por más que se apunte las que han ganado otros de su partido – no ha sabido o no ha querido darle trabajo a alguien tan valioso como Manuel Pizarro, y Zapatero para evitarse problemas de tener que prescindir de los más valiosos directamente no ha contado con ellos y ha elegido a los que dan su nivel.
La conclusión es que quienes tienen que sacarnos de la crisis o los que están en lista de espera para sustituirlos no ofrecen mucha confianza, porque parece que han decidido que en sus filas …sobran los que piensan.
(*) Periodista
[1] Editorial Almuzara. 2006
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