Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) afronta mañana una cita trascendental con su propio futuro y con la estabilidad del sistema financiero español. El consejo de administración de la entidad alicantina, la cuarta caja española en tamaño hasta el reciente proceso de fusiones, volverá a debatir el lunes la aprobación o no del contrato de integración en el grupo de cajas que lidera Cajastur, y del que también forman parte Caja Extremadura y Caja Cantabria, tras haber rechazado el texto el pasado día 15.
Sometida a una fuerte presión y vigilancia por el Banco de España, que le emplaza a decir sí al proyecto con Cajastur, la entidad alicantina negocia «in extremis» una reformulación del artículo que establece el liderazgo ejecutivo y gestor en la caja asturiana para vencer las fortísimas reticencias que el texto suscita entre sus consejeros.
CAM llega a la reunión del lunes sometida a dos tensiones antagónicas muy fuertes. Una, interna, que le impulsa a rechazar la hegemonía asturiana y a no sucumbir al liderazgo rector de una entidad norteña que apenas representa la mitad de su tamaño, y otra, externa, que le emplaza a aceptarla para sortear la crisis económica y reforzar su solvencia en plena etapa de turbulencias.
Las resistencias internas fueron aplastantes en el consejo del día 15, cuando todos sus integrantes (incluido el presidente de CAM, Modesto Crespo, que se sumó al no, en contra de su criterio, para no quedar solo en el máximo órgano gestor de la entidad) rechazaron el texto propuesto.
Pero la presión del Banco de España, que en modo alguno ve factible que CAM continúe en solitario, y el temor a una eventual intervención futura por el supervisor financiero han motivado un cambio gradual de posición en algunos consejeros, sin que exista plena garantía de que el sí vaya a ganar el lunes. Las admoniciones del Banco de España, que en apenas una semana ha llamado al menos dos veces a consultas a la cúpula de CAM, han estrechado el ya escaso margen de maniobra de la caja mediterránea.
Para que el proyecto salga adelante se precisa al menos el respaldo de 11 de los 20 consejeros. Pero el no del día 15 al liderazgo ejecutivo de Manuel Menéndez, presidente de Cajastur, fue tan rotundo que los sectores minoritarios de CAM más proclives a virar tratan ahora de apurar las horas que restan hasta la sesión del lunes para ganar adeptos al sí, sin saber con certeza cuál será la correlación definitiva de fuerzas. Al tiempo, se trata de consensuar una nueva redacción del artículo que regula los poderes del consejero delegado que permita disipar las suspicacias y temores que se fueron agigantando en las últimas semanas contra lo que se ha llegado a ver como una anexión pura y dura y la entrega de la segunda mayor caja de la Comunidad Valenciana y la tercera más relevante de todo el litoral mediterráneo a Cajastur.
El resultado de la prueba de esfuerzo y resistencia ante un hipotético escenario de empeoramiento de la crisis que difundió el viernes el Comité de Supervisores Financieros Europeos (CEBS) puede actuar como un argumento adicional a favor del sí.
El test evidencia que la fusión virtual de Cajastur, CAM, Caja Extremadura y Caja Cantabria, sometida a un escenario de empeoramiento muy adverso de la economía, aún mantendrá una ratio de solvencia del 7,8%, 1,8 puntos por encima del 6% que se adoptó como nivel mínimo. Pero el grupo llega al 7,8% porque la aportación del FROB (1.493 millones) contribuye, según el CEBS, con 1,8 puntos. En caso contrario, la «fusión virtual» hubiese obtenido un aprobado raspado (6%), y ello merced al exceso de solvencia de Cajastur, que con un 12,7% de capital básico duplica los requerimientos, con un superávit de recursos propios de 860 millones. Sin estas dos aportaciones (la del FROB y la de Cajastur), el SIP se hubiera quedado por debajo de la cota mínima.
Todo ello son indicadores que apuntan a que el proyecto de fusión con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria puede ser una buena opción para la entidad alicantina, cuyo mayor problema no es tanto de solvencia como de liquidez. El propio consejo de CAM del día 15 expresó su inequívoca intención de seguir adelante con la integración, pero la resistencia a aceptar el liderazgo ejecutivo de Cajastur y los poderes del consejero delegado, Manuel Menéndez, colocaron el proyecto al borde del precipicio.
Para Cajastur no hay fusión posible si se intenta diluir, socavar o ningunear los poderes ejecutivos que le son inherentes a un consejero delegado. Cajastur se siente fuerte, además, en su exigencia en la medida en que a estas alturas ya es un secreto a voces que el Banco de España exige que Cajastur, y en especial Manuel Menéndez, lidere el que está llamado a ser el quinto grupo financiero del país y el tercero de mayor tamaño entre las cajas de ahorro. Una fuente que conoce las interioridades del Banco de España y el clima que se respira en el señorial edificio de la calle Alcalá, frente a Cibeles, aseguró: «Esta casa tiene plena confianza en Manuel Menéndez y en su gestión en Cajastur y debe ser quien dirija el proceso».
En contra de CAM juega también su tortuoso proceso de noviazgos abandonados. CAM ha estado intentando eludir, una tras otra, todas las alianzas que se le plantearon, mientras el Banco de España, inquieto por esa deriva, ha ido acrecentando sus indicaciones, cada vez más insistentes, para que tome una decisión de integración.
La alicantina CAM nunca vio con buenos ojos la fusión con la valenciana Bancaja, como se llegó a sopesar, porque existen muchas redundancias de red entre ambas y porque las dos entidades reproducen en sus órganos de gestión hegemonías muy distintas de dos sectores enfrentados del PP de la comunidad: los partidarios de Zaplana y los de Camps.
También CAM huyó de Caja Madrid, otra pareja que se le había propuesto y a cuya oferta sí se acabó rindiendo la valenciana Bancaja. La entidad alicantina vio en ello el abrazo del oso y se retrajo. Con Cajamurcia intentó dos veces una unión, pero en las dos fracasó por lo mismo que luego también rompió las conversaciones con BBK y por la misma causa que ahora dio un paso atrás con Cajastur.
CAM, consciente de su tamaño, de su presencia nacional e internacional, de su participación en el capital de tres bancos (dos españoles y uno marroquí), del poderío de sus 999 oficinas -repartidas por todas las comunidades autónomas-, de sus 7.000 empleados, de sus activos por valor de 75.532 millones y de ser la única caja que cotiza en Bolsa (lo hacen sus cuotas participativas), no asume que sus socios potenciales, todos ellos de menor tamaño, le exijan, como precio a la fusión, la renuncia a dirigir el grupo resultante.
Cajamurcia, BBK y Cajastur, mucho más solventes que CAM, aunque más pequeñas, exigieron en todos los casos la dirección del proyecto como condición ineludible para poner su solvencia al servicio de las necesidades coyunturales de la caja alicantina, cuyo raudo crecimiento en la época de bonanza se nutrió en una alta dosis de una elevada exposición al negocio inmobiliario que ahora es su principal debilidad.
Fuentes conocedoras del sentir del Banco de España aseguran que CAM ya ha desistido de demasiadas operaciones de fusión y que el tiempo se agota. Los miembros del consejo de la caja alicantina más temerosos de indisponer al supervisor temen que, de volver a rehusar CAM ahora la integración con Cajastur, Extremadura y Cantabria, se vea abocada a una fusión a muy corto plazo pero impuesta por el supervisor financiero y bajo la amenaza de intervención de la entidad en caso de resistencia. En el sector aún se recuerda la reconvención del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, cuando alertó de forma genérica que actuaría contra aquellas entidades que, precisando fusionarse, no lo hiciese en el plazo convenido.
Frente a la exigencia de la caja asturiana -que cuenta para ello con la anuencia de los dos otros dos socios y con el apoyo del Banco de España- de dirigir el futuro grupo, CAM y amplios sectores alicantinos han invocado la defensa de los valores e intereses provinciales desde una premisa humanamente comprensible: la dificultad de aceptar que una circunstancia crítica sobrevenida por el pinchazo de la «burbuja inmobiliaria» la vaya a obligar a renunciar a la soberanía plena sobre su propio proyecto financiero y la obligue a acatar la dirección de una entidad de mucho menor volumen, que hasta hace unas semanas ocupaba el vigésimo puesto en el «ranking» de cajas de ahorros españolas.
Pero en el sí o no de CAM a Cajastur España se juega más que la autoestima de una comunidad. Tras superar con éxito las pruebas de esfuerzo del comité europeo de supervisores, el sistema financiero español podría volver a quedar bajo sospecha y a expensas de la reacción de los mercados si CAM opta por romper no una fusión menor, sino la que iba a dar lugar al quinto grupo financiero nacional y al tercero de las cajas de ahorros españolas por tamaño. Y con la incertidumbre añadida en ese caso sobre el futuro inmediato de una entidad como CAM, con más de 75.000 millones de activos.
Éste el dilema en el que ahora se debaten los consejeros de CAM en su trascendental decisión del lunes: optar entre lo preferible y lo factible.
Sometida a una fuerte presión y vigilancia por el Banco de España, que le emplaza a decir sí al proyecto con Cajastur, la entidad alicantina negocia «in extremis» una reformulación del artículo que establece el liderazgo ejecutivo y gestor en la caja asturiana para vencer las fortísimas reticencias que el texto suscita entre sus consejeros.
CAM llega a la reunión del lunes sometida a dos tensiones antagónicas muy fuertes. Una, interna, que le impulsa a rechazar la hegemonía asturiana y a no sucumbir al liderazgo rector de una entidad norteña que apenas representa la mitad de su tamaño, y otra, externa, que le emplaza a aceptarla para sortear la crisis económica y reforzar su solvencia en plena etapa de turbulencias.
Las resistencias internas fueron aplastantes en el consejo del día 15, cuando todos sus integrantes (incluido el presidente de CAM, Modesto Crespo, que se sumó al no, en contra de su criterio, para no quedar solo en el máximo órgano gestor de la entidad) rechazaron el texto propuesto.
Pero la presión del Banco de España, que en modo alguno ve factible que CAM continúe en solitario, y el temor a una eventual intervención futura por el supervisor financiero han motivado un cambio gradual de posición en algunos consejeros, sin que exista plena garantía de que el sí vaya a ganar el lunes. Las admoniciones del Banco de España, que en apenas una semana ha llamado al menos dos veces a consultas a la cúpula de CAM, han estrechado el ya escaso margen de maniobra de la caja mediterránea.
Para que el proyecto salga adelante se precisa al menos el respaldo de 11 de los 20 consejeros. Pero el no del día 15 al liderazgo ejecutivo de Manuel Menéndez, presidente de Cajastur, fue tan rotundo que los sectores minoritarios de CAM más proclives a virar tratan ahora de apurar las horas que restan hasta la sesión del lunes para ganar adeptos al sí, sin saber con certeza cuál será la correlación definitiva de fuerzas. Al tiempo, se trata de consensuar una nueva redacción del artículo que regula los poderes del consejero delegado que permita disipar las suspicacias y temores que se fueron agigantando en las últimas semanas contra lo que se ha llegado a ver como una anexión pura y dura y la entrega de la segunda mayor caja de la Comunidad Valenciana y la tercera más relevante de todo el litoral mediterráneo a Cajastur.
El resultado de la prueba de esfuerzo y resistencia ante un hipotético escenario de empeoramiento de la crisis que difundió el viernes el Comité de Supervisores Financieros Europeos (CEBS) puede actuar como un argumento adicional a favor del sí.
El test evidencia que la fusión virtual de Cajastur, CAM, Caja Extremadura y Caja Cantabria, sometida a un escenario de empeoramiento muy adverso de la economía, aún mantendrá una ratio de solvencia del 7,8%, 1,8 puntos por encima del 6% que se adoptó como nivel mínimo. Pero el grupo llega al 7,8% porque la aportación del FROB (1.493 millones) contribuye, según el CEBS, con 1,8 puntos. En caso contrario, la «fusión virtual» hubiese obtenido un aprobado raspado (6%), y ello merced al exceso de solvencia de Cajastur, que con un 12,7% de capital básico duplica los requerimientos, con un superávit de recursos propios de 860 millones. Sin estas dos aportaciones (la del FROB y la de Cajastur), el SIP se hubiera quedado por debajo de la cota mínima.
Todo ello son indicadores que apuntan a que el proyecto de fusión con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria puede ser una buena opción para la entidad alicantina, cuyo mayor problema no es tanto de solvencia como de liquidez. El propio consejo de CAM del día 15 expresó su inequívoca intención de seguir adelante con la integración, pero la resistencia a aceptar el liderazgo ejecutivo de Cajastur y los poderes del consejero delegado, Manuel Menéndez, colocaron el proyecto al borde del precipicio.
Para Cajastur no hay fusión posible si se intenta diluir, socavar o ningunear los poderes ejecutivos que le son inherentes a un consejero delegado. Cajastur se siente fuerte, además, en su exigencia en la medida en que a estas alturas ya es un secreto a voces que el Banco de España exige que Cajastur, y en especial Manuel Menéndez, lidere el que está llamado a ser el quinto grupo financiero del país y el tercero de mayor tamaño entre las cajas de ahorro. Una fuente que conoce las interioridades del Banco de España y el clima que se respira en el señorial edificio de la calle Alcalá, frente a Cibeles, aseguró: «Esta casa tiene plena confianza en Manuel Menéndez y en su gestión en Cajastur y debe ser quien dirija el proceso».
En contra de CAM juega también su tortuoso proceso de noviazgos abandonados. CAM ha estado intentando eludir, una tras otra, todas las alianzas que se le plantearon, mientras el Banco de España, inquieto por esa deriva, ha ido acrecentando sus indicaciones, cada vez más insistentes, para que tome una decisión de integración.
La alicantina CAM nunca vio con buenos ojos la fusión con la valenciana Bancaja, como se llegó a sopesar, porque existen muchas redundancias de red entre ambas y porque las dos entidades reproducen en sus órganos de gestión hegemonías muy distintas de dos sectores enfrentados del PP de la comunidad: los partidarios de Zaplana y los de Camps.
También CAM huyó de Caja Madrid, otra pareja que se le había propuesto y a cuya oferta sí se acabó rindiendo la valenciana Bancaja. La entidad alicantina vio en ello el abrazo del oso y se retrajo. Con Cajamurcia intentó dos veces una unión, pero en las dos fracasó por lo mismo que luego también rompió las conversaciones con BBK y por la misma causa que ahora dio un paso atrás con Cajastur.
CAM, consciente de su tamaño, de su presencia nacional e internacional, de su participación en el capital de tres bancos (dos españoles y uno marroquí), del poderío de sus 999 oficinas -repartidas por todas las comunidades autónomas-, de sus 7.000 empleados, de sus activos por valor de 75.532 millones y de ser la única caja que cotiza en Bolsa (lo hacen sus cuotas participativas), no asume que sus socios potenciales, todos ellos de menor tamaño, le exijan, como precio a la fusión, la renuncia a dirigir el grupo resultante.
Cajamurcia, BBK y Cajastur, mucho más solventes que CAM, aunque más pequeñas, exigieron en todos los casos la dirección del proyecto como condición ineludible para poner su solvencia al servicio de las necesidades coyunturales de la caja alicantina, cuyo raudo crecimiento en la época de bonanza se nutrió en una alta dosis de una elevada exposición al negocio inmobiliario que ahora es su principal debilidad.
Fuentes conocedoras del sentir del Banco de España aseguran que CAM ya ha desistido de demasiadas operaciones de fusión y que el tiempo se agota. Los miembros del consejo de la caja alicantina más temerosos de indisponer al supervisor temen que, de volver a rehusar CAM ahora la integración con Cajastur, Extremadura y Cantabria, se vea abocada a una fusión a muy corto plazo pero impuesta por el supervisor financiero y bajo la amenaza de intervención de la entidad en caso de resistencia. En el sector aún se recuerda la reconvención del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, cuando alertó de forma genérica que actuaría contra aquellas entidades que, precisando fusionarse, no lo hiciese en el plazo convenido.
Frente a la exigencia de la caja asturiana -que cuenta para ello con la anuencia de los dos otros dos socios y con el apoyo del Banco de España- de dirigir el futuro grupo, CAM y amplios sectores alicantinos han invocado la defensa de los valores e intereses provinciales desde una premisa humanamente comprensible: la dificultad de aceptar que una circunstancia crítica sobrevenida por el pinchazo de la «burbuja inmobiliaria» la vaya a obligar a renunciar a la soberanía plena sobre su propio proyecto financiero y la obligue a acatar la dirección de una entidad de mucho menor volumen, que hasta hace unas semanas ocupaba el vigésimo puesto en el «ranking» de cajas de ahorros españolas.
Pero en el sí o no de CAM a Cajastur España se juega más que la autoestima de una comunidad. Tras superar con éxito las pruebas de esfuerzo del comité europeo de supervisores, el sistema financiero español podría volver a quedar bajo sospecha y a expensas de la reacción de los mercados si CAM opta por romper no una fusión menor, sino la que iba a dar lugar al quinto grupo financiero nacional y al tercero de las cajas de ahorros españolas por tamaño. Y con la incertidumbre añadida en ese caso sobre el futuro inmediato de una entidad como CAM, con más de 75.000 millones de activos.
Éste el dilema en el que ahora se debaten los consejeros de CAM en su trascendental decisión del lunes: optar entre lo preferible y lo factible.
(*) Periodista económico asturiano y autor de 'Biografía de El Cortes Inglés'
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