Desde este viernes 29 la Region de Murcia ha perdido un activo espiritual de hondo calado, el abogado franciscano Diego de Ramón quien, como Cervantes, ha querido morir en hábito del santo de Asís y como Don Quijote ha luchado luengas décadas con gran valentía y arrojo contra gigantes y malandrines, por más que se disfrazaran los primeros de simples molinos de viento y los segundos se taparan el alma feroz de lobos con el manto de la oveja indefensa.
Diego deja tras de sí grandes obras, ad exemplun, es el «alma mater» del procedimiento que ha llevado al expresidente Valcárcel a la complicada tesitura de rendicion de cuentas a la que se enfrenta.
Si Diego no hubiera existido o no hubiera intervenido, no habría proceso contra el expresidente ni tampoco proceso contra la reunión del patio de Monopio o cueva de pícaros por más claridad, que se produjo en torno a la llamada 'desaladora'.
Su activismo lo compatibilizaba Diego con el manejo de una diabetes tipo 1 de muchos años cuya evolución parece que le ha abierto las puertas del descanso eterno.
No puede hablarse de tan afamado caballero sin mentar a la dama señora de sus pensamientos. Su querida esposa Rosa, compañera infatigable que curaba las heridas del caballero caído en alguna refriega.
Ella fue víctima de una canallada del poder regional ejecutada contra ella pero para dañarle a él, pero él como gran caballero desfizo el agravio vengándose en justicia del desaguisado contra su dama con grave castigo al autor.
Conocí a Diego hará unos veinte años, por un libro de San Francisco que llevaba en su bolso de deporte y porque nos encontramos fortuitamente en el bar Las Viandas, de ahí se gestó una estrecha amistad 'franciscana' donde yo le sostenía que San Francisco era un santo sufi con hábito católico.
Su prédica más importante era la «perfecta alegría», el balsamo de Fierabrás con el que este gran caballero andante murciano, remedaba sus heridas.
Por lo que le conocía creo que ha muerto en paz y contento de dar el salto a otro mundo mejor y con las botas puestas una vez cumplidas todas sus altas tareas.
Hasta la vista Diego, nos volveremos a cruzar en una nueva vuelta de las sinnúmero que le quedan al universo que hemos compartido. Ya has alcanzado la «perfecta alegría» pagada con muchos sacrificios.
(*) Abogado
No hay comentarios:
Publicar un comentario