sábado, 17 de noviembre de 2007

El pensamiento rápido que nos confunde / Lluis Foix


En tiempos del periodismo de opinión, me refiero a la opinión instantánea, manipulada o dirigida, las anécdotas pueden convertirse en categorías y las categorías en anécdotas.

Leo en el 'Financial Times' que las palabras del rey Juan Carlos en Chile han conquistado la red. "Por qué no te callas" ocupa miles de entradas en Google. Las palabras del Rey están traducidas en varios idiomas. Hay opiniones, bromas y chismes para todos los gustos.

La política y el periodismo actúan con la complicidad de las frases hechas, con titulares simples y con mensajes de impacto. No se detecta pensamiento o reflexión en este pim-pam-pum del llamado pensamiento rápido. Los programas con cierto éxito en televisión se basan en que hay que decirlo todo en 59 segundos.

No me extraña que una frase contundente del Rey de España haya dado la vuelta al mundo y en varios días haya sido la más vista en YouTube. Vivimos tiempos frágiles para la reflexión, el matiz, el contraste. Todo es rápido y simple para la política y el periodismo de nuestros días. Tiempos débiles para el ensayo, la poesía y el pensamiento.

Cuando la frivolidad se instala en la política y el periodismo, hay que ponerse el cinturón y conducir despacio. Entramos en zonas de nieblas y tormentas. Hay que revisar los faros y conducir con las luces largas para detectar los obstáculos del camino.

Una sociedad alimentada por el pensamiento rápido es una sociedad que puede caer en la oscuridad sin darse cuenta. Básicamente porque lo que está en peligro es la libertad. El periodismo es un instrumento de la libertad en las sociedades democráticas hasta el punto que sin unos medios de comunicación libres el estado de derecho no se aguanta.

Las sociedades que más han progresado en los últimos siglos son aquellas en las que los ciudadanos han dispuesto de una información más completa sobre los hechos que afectan a sus intereses, convicciones, creencias e ideologías.

Saber lo que pasa es imprescindible para tener una opinión propia sobre la realidad y actuar en consecuencia. El periodismo tiene mucho que ver con la cultura en su sentido más amplio. Ha de tener en cuenta la historia, la filosofía, la ciencia y la política. Ha de saber relacionar, ponderar, llegar a conclusiones coherentes.

El periodismo y la política que se inspiran en las frases de impacto, en los slogans electorales o en los titulares simples no ayudan a crear una opinión pública sólida y matizada. La opción de pensar partiendo de la realidad de los hechos es imprescindible para las sociedades libres.

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