La primera transformación de Zapatero tuvo lugar en mayo y fue económica. La segunda metamorfosis se ha producido en otoño y es política. A la primera le obligaron los mercados. A la segunda le han obligado las circunstancias.
En el peor momento de su mandato, cuando mucha gente le da por amortizado, el líder del PSOE ha llevado a cabo la remodelación más profunda de su Gobierno desde que se instaló en La Moncloa. Y lo ha hecho renunciando a los grandes fundamentos simbólicos de su acción política. Zapatero ha dejado atrás las ocurrencias para apostar por lo seguro. Ha renunciado a su conocida alergía hacia los veteranos del PSOE para apoyarse en ellos en el final de su segundo mandato.
Le ha hecho caso a las voces que dentro de su partido le pedían un Gobierno más sólido y que supiera explicarse bien. En definitiva, ha dejado atrás del glamour de la juventud, la renovación a toda costa y las originalidades para poner a personas que en el PSOE son consideradas serias y solventes. El único resto de su política creativa que hay en esta remodelación es la incorporación de Rosa Aguilar, que seguramente le sentará como un tiro a Izquierda Unida. Ha renunciado asimismo a apuestas personales tan simbólicas para él como el Ministerio de Igualdad o el de Vivienda, ambas creaciones suyas. La paridad, banderín de enganche de la acción política de Zapatero, también ha pasado a la Historia
El ascenso de Rubalcaba, que vuelve a La Moncloa quince años después no es más que, como dijo Suárez. elevar a la categoría de normal lo que ya era normal. El ministro del Interior ya era vicepresidente, mal que le pesara a la hasta ahora titular del departamento. He aquí a uno de los pocos políticos capaz de reinventarse a sí mismo por toda la eternidad. No hay muchos asi. La salida de María Teresa Fernández de la Vega de la Vicepresidencia primera era un clamor en el PSOE. El nombramiento de Ramón Jáuregui como ministro de la Presidencia le habrá sorprendido más a él que a ningún otro, ya que sus relaciones con Zapatero nunca fueron idílicas. Con Trinidad Jiménez el presidente tenía una deuda moral -después de embarcarla en las primarias de Madrid- que ha saldado dándole el Ministerio de Exteriores, el que más le ha apetecido siempre. El nombramiento de Marcelino Iglesias como secretario de Organización del PSOE garantiza que los lunes los votantes socialistas se van a ver mejor reflejados en él que en Leire Pajín. Zapatero no podía dejar tirada a quien él puso como número tres del PSOE y por eso la ha nombrado ministra.
Teniendo en cuenta que el presidente se mueve en una resbaladiza baldosa, en la que tiene escaso margen de maniobra, Zapatero intenta con esta remodelación comprar tiempo de calma interna para la que le avecina en las elecciones catalanas y en las municipales y autonómicas.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/consejoeditorial/2010/10/20/la-segunda-metamorfosis-de-zapatero.html
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