domingo, 2 de diciembre de 2018

Cómo cultivar el entusiasmo / Guillermo Herrera *

Hay muchas formas de hacerlo, cada uno tiene sus propios trucos, y yo no tengo una fórmula universal para todo el mundo. Lo único que puedo hacer es compartir lo que he aprendido, por si puede ser de utilidad para mis hermanos humanos.

La vida es dura para todo el mundo, y los problemas vienen solos sin necesidad de buscarlos, pero hay personas que tienen una habilidad extraordinaria para buscarse problemas añadidos, lo cual es mucho peor todavía.

Es muy fácil hundirse si nos dejamos arrastrar por los problemas, y no es fácil mantener el entusiasmo todos los días, a menos que aprendamos a cultivarlo. Todos nos hundimos alguna vez, lo cual es perfectamente natural, pero la clave está en abreviar el tiempo de recuperación. Hay que ser como una espiga de trigo que se dobla al viento pero luego se endereza, porque la flexibilidad es resistente y la dureza es quebradiza como el cristal. O como esos muñecos que llevan un contrapeso en la base y vuelven a estar verticales aunque los tumbes.

A mi juicio, la mejor forma de elevar la frecuencia espiritual de una persona es el cultivo de la empatía, la compasión y la caridad con personas y animales, que también son personas. Uno se siente de maravilla y se honra a sí mismo cuando hace algo bueno por los demás. Otra forma de sentirse bien es hacer lo que te gusta, es decir, cultivar tu pasión y entusiasmarte con ello. Yo me siento muy bien cuando comparto mis ideas con otras personas, porque soy un comunicador y he nacido para hacer esto.

Soy más curioso que un gato y siempre estoy buscando información sobre distintos temas. Me siento genial cada vez que descubro y comprendo algo nuevo, especialmente si me aclara dudas personales que tenía desde hace años. Cada cognición es como un caramelo que te da energía para seguir viviendo. 

Esto se llama terapia cognitiva o logoterapia, es decir, comprender el sentido de la vida de cada uno y la misión que ha venido a cumplir en este mundo, que es diferente en cada persona, como diferentes son los dones que tiene cada uno. Cada persona ha nacido con un propósito de vida diferente, por lo que descubrirlo y realizarlo trae la máxima felicidad.

Otras personas se sienten geniales cuando escuchan o componen música o cuando crean una obra de arte. Es decir, que las opciones para subir el ánimo son casi infinitas. Lo que no es una opción es quedarse inmóvil en el sofá, y dejarse comer el tarro por pensamientos negativos de inferioridad.

Pero olvidaba lo más importante. La mayor fuente de energía y felicidad que existe en el universo es la conexión personal y directa con la Fuente original de la creación universal. Por eso está demostrado estadísticamente que las personas creyentes se curan antes en los hospitales que las no creyentes. Ser creyente no significa creer en el Vaticano, sino creer en uno mismo, en tu propio Ser Divino interior.

Buda nos dio muchas verdades universales: se sufre al nacer, en la vejez, en la enfermedad y en la muerte. Su sufre al estar separado de lo que amamos. Se sufre al estar unido a lo que no amamos. Se sufre al no poder conseguir lo que deseas. Por eso la solución es desear lo menos posible y contentarte con lo que ya tienes, que no es poco, tu propio Ser Divino.

Otras personas necesitan compañía para animarse, pero a mi personalmente me estorba la compañía, porque soy un felino solitario. Como dijo Sartre, “el infierno son los demás”. Por eso soy feliz en la soledad. Pero esta fórmula no es universal, porque cada persona es diferente.

En conclusión, cada uno se busca la vida como puede para subir el ánimo y sufrir lo menos posible, y todas las formas son respetables mientras no se haga daño a nadie, pero si haces el bien sin mirar a quién, es mucho mejor todavía. Deseo paz, bien y felicidad para todo el mundo.



(*) Periodista

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