El tiempo ha demostrado en el transcurso de los años que las epidemias infecciosas de alta gravedad para los humanos aparecen periódicamente, unas veces conocidas y prevista su inmunidad mediante vacunas que la investigación científica, no lo suficientemente protegida y subvencionada en los presupuestos generales de los Estados, puso al servicio de la Sanidad, y otras de nueva generación, no esperadas, que al carecer de vacunas y tratamientos terminan en pandemia.
La actual
Covid-19, altamente infecciosa, que podría ocupar un puesto de liderazgo
histórico, ha eliminado muchas vidas y, aunque ha mantenido su gravedad
durante todos los meses transcurridos del vigente 2020, se esperan
nuevos repuntes con mayor intensidad y lamentables resultados.
Aunque
los servicios sanitarios españoles son ejemplares, han sido
insuficientes, como también la previsión de almacenamiento de material y
equipos imprescindibles sanitarios a disposición del sector humano
profesional.
Cualquier epidemia de rápido contagio que obligue a
una reducción del contacto social con el fin de garantizar, en lo
posible, la máxima protección efectiva de los ciudadanos y esta
reducción se alargue en exceso o de forma intermitente, paralelamente
generará inevitablemente una crisis económica descontrolada, una
paralización de la actividad empresarial y un desempleo insoportable,
generadores de un nuevo riesgo para la salud de los ciudadanos. La
historia y la ciencia han demostrado que el mayor deterioro de la salud
pública es originado por la pobreza de los pueblos.
Si
el contagio y, paralelamente, el empobrecimiento no son objeto del más
profundo estudio para, una vez analizado, adoptar soluciones que
detengan el desplome de la economía y el colapso del consumo, capaces de
impulsar una renovada actividad acoplada al cambio de costumbres
habituales que se impone, se habrá incurrido en lentitud, negligencia y
falta de capacidad previsora y ejecutiva.
En base de lo expuesto,
esbocemos análisis y soluciones de aplicación urgente, que partiendo de
una nueva estructura económica ayude a la detención de los efectos
negativos para la salud de los españoles, que se producirían si
negligentemente se vuelve la mirada para otro lado y no
se adoptan soluciones urgentes.
Paralizar la recesión económica
e iniciar el relanzamiento
Paralizar
la recesión económica y emprender el “relanzamiento” evitará la
desintegración de la actual estructura económica como consecuencia de:
el colapso del consumo, el desplome del sector industrial, notable
disminución del comercio de cercanías, depreciaciones de los activos
bancarios y el cambio de las costumbres de vida. Iniciado por la
pandemia, todo ha conducido a la caída del PIB y una peligrosa reducción
de los ingresos fiscales y del cumplimiento de las obligaciones
presupuestarias, temporalmente cubiertas por el necesario protagonismo
de los bancos centrales.
Para
acometer una estructura nueva es obligado no volver a los errores
promovidos por los responsables de la gestión económica y de los
organismos públicos y privados; es sencillamente apoyar legal y
financieramente la rehabilitación renovada de todo el sector agrícola e
industrial, fomentando paralelamente la apertura a los mercados del
exterior. Los empresarios y futuros emprendedores deben alejarse de la
incertidumbre, apoyándose en la innovación para satisfacer los nuevos
sistemas de vida y consumo, ampliándose, además, internacionalmente.
Dos cuestiones estimamos deben ser modificadas:
a) Las tasas de interés negativo o cero, a las que ya se opuso en su día el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, aunque posteriormente Estados Unidos las haya adoptado y reconocido el error, puesto que sólo conduce a reducir peligrosamente la rentabilidad del sector financiero, sin que haya aportado soluciones positivas demostradas a la crisis.
b) Los gobiernos, central y comunitarios, como asimismo los ayuntamientos, abandonarán las inversiones desproporcionadas no rentables y de imposible amortización, salvo las de necesaria asistencia social. La reducción de la recaudación ocasionada por la pandemia, deja como protagonista exclusivo las inversiones para el relanzamiento. Hay evidentes ejemplos de grandes inversiones fracasadas, o en fase de promoción por intereses político-personales y justificaciones económicas irreales o carentes de solidez.
Aportaciones efectivas para la detención y reducción de la pandemia compatibles con el relanzamiento de la actividad económica
La
actividad empresarial está sometida en la actualidad a los efectos de
los siguientes agentes externos: la aparición y posterior evolución de
la pandemia que padecemos, y las consecuencias directas e indirectas de
todas las medidas de obligado cumplimiento –acertadas o no– que se
adopten en prevención y protección de la salud.
De
especial influencia negativa, aunque necesaria, destacamos “el
confinamiento” parcial o integral y de corta o larga duración, que de no
compensarlo con planificaciones previas para una gestión industrial y
agrícola que elimine la paralización y haga posible la producción
compatible con el confinamiento, de forma que, reduciendo el contacto
social, garantice la efectividad de las capacidades de planificación
para el desarrollo y conservación de los puestos de trabajo. Si seguimos
con la incertidumbre, la negligencia o la incapacidad, se iniciará una
recesión imparable de consecuencias nefastas.
Analizar y
diagnosticar los efectos negativos de la crisis que padecemos, de
dimensiones que pasarán a la historia, si no van acompañadas de
propuestas posibles, viables y paliativas, sería una comodidad
irresponsable. Por ello, tomémonos la libertad de exponer la nuestra.
Dentro
de las medidas oficiales de protección general ciudadana, se
establecerían para los sectores industrial y agrícola un número limitado
de semanas seguidas de trabajo, cuatro o cinco, en jornada laboral de
horario adaptado diurno, orientado a la implantación de una nueva
economía, seguidas de otra semana de confinamiento total, excepto
supermercados, hospitales y farmacias.
Terminada esta semana de confinamiento, aprovechándola para esterilización general empresarial, se volvería al ciclo de cuatro o cinco semanas de trabajo con restricciones controladas de contacto personal directo. Este sistema de trabajo se repetiría hasta disponer de la vacuna que permita volver al tradicional de forma definitiva. El proceso no solamente reduce el contacto social, sino que extinguiría con rapidez muchos genotipos vírales, reseteando así la presión sobre el sistema sanitario.
Sólo será necesario reconfigurar el calendario laboral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario