Las cifras publicadas hoy sólo es una pequeña muestra de la capacidad
destructiva de la etapa por la que ha atravesado la economía española,
pero sirven para observar como se activaron las palancas para llevar al
colapso a la economía española en el segundo trimestre.
El
consumo se fue a pique en un pestañear en apenas dos semanas. En casi
todo el periodo del primer trimestre, la tasa de consumo de las familias
españolas se mantuvo estable hasta que llegaron las medidas para
contener la pandemia.
Con el comienzo del cierre de la economía, el
gasto de los hogares en una quincena hundió su tasa trimestral un 6,6%.
Sin movilidad y sin lugares para gastar, simplemente el consumo se
apagó. A lo que hay que añadir el miedo de los consumidores a una crisis
de proporciones bíblicas.
El efecto del Gran Confinamiento elevó con
rapidez el ahorro de las familias situándose en el 1,7%, su valor más
alto en un primer trimestre desde 2004, hasta los 3.043 millones de
euros. Las familias gastaron mucho menos de lo que ingresaron. Pero lo
peor es que en el segundo trimestre se habrá alcanzado niveles
históricos.
Todavía no hay números cerrados de la caída de la economía durante el
segundo trimestre del año, más allá de los indicadores adelantados. El
Banco de España hace pocos días hizo una primera aproximación y destacó
que la tasa de ahorro habría mostrado un fuerte repunte, todavía más
condicionado por las medidas de confinamiento.
Si las condiciones y las medidas sanitarias lo permiten, el gasto de
las familias debería ser una de las palancas para que vuelva a rodar la
economía. "Una característica muy específica de la crisis actual es que,
al menos en las economías avanzadas, los ingresos, protegidos de forma
masiva por la política fiscal, están cayendo mucho menos que el consumo,
provocando un ahorro forzoso", indican los expertos desde Axa
Investment Managers.
Para que parte de este ahorro cautivo, que llegará
a cotas históricas en el segundo trimestre, vuelva a fluir y dinamizar
la economía, tendrá vital importancia que el mercado de trabajo remonte y
que el mayor número de empresas posible retornen los antes posible a la
normalidad para generar confianza en la economía.
Durante el mes de abril y principio de mayo, período que será
recogido en la Contabilidad Nacional del segundo trimestre, fueron las
semanas más crudas del confinamiento y donde la economía tocó fondo. La
primera semana de abril, el Gobierno ordenó el cierre de todas empresas
que no desarrollaban actividades esenciales.
En el segundo trimestre,
el PIB reflejará no solo una caída más acusada del consumo, también de
la inversión, siendo el componente productivo que más sufrirá. La
inversión registró en el primer trimestre su mayor caída en once años al
retroceder entre enero y marzo un 5,7%.
En el caso de la inversión en vivienda, que experimentó una intensa
caída en el primer trimestre, ha sido todavía más acusada en abril.
Queda la duda de cómo ha respondido la actividad en el sector y las
operaciones de venta en el proceso de desescalada de la economía, pero
en ningún caso llegará a compensar la caída.
Según los expertos del Banco de España, la inversión empresarial
durante el primer trimestre "fue relativamente suave", para lo que se va
a observar durante el trimestre siguiente.
A las empresas les lleva su
tiempo paralizar sus partidas de inversión, ya que suelen ser
irreversible a corto plazo. "La magnitud del descenso en el segundo
trimestre podría ser elevada, a tenor de la información disponible".
En abril, los indicadores de actividad de PMI, la confianza
industrial, la producción industrial, la venta de bienes a grandes
empresas y la matriculación de vehículos de carga cayeron a niveles
jamás vistos reflejando el parón de la economía.
Además del desplome de
la demanda interna, los flujos de comercio exterior de bienes y
servicios experimentarán contracciones muy severas, con una más que
probable mayor contribución negativa al PIB de la demanda externa.
En el
primer trimestre apenas se resintió un 0,4% frente a la caída del 3,7%
de la demanda interna. Para más inri, entre abril y junio, la economía
española ha sufrido la totalidad del golpe por la desaparición del
turismo extranjero. El país permaneció prácticamente cerrado al turismo
internacional en abril y mayo.
Mientras las exportaciones de bienes han
comenzado a mejorar progresivamente pudiendo mejorar el saldo exterior
de la economía española para finales de junio, prácticamente el sector
turístico ha permanecido cerrado hasta mediados de este mes, con la
llegada de turistas alemanes a las Islas Baleares.
Los economistas del Banco de España no se atreven a cerrar una
horquilla para la caída de la economía española para el segundo
trimestre.
Su previsión oscila entre un descalabro del 16% y el 21,8%.
Tal margen de caída se explica porque en su previsión para el año
tienen en cuenta una recuperación temprana de la economía, en la que el
coronavirus no volverá a poner entre las cuerdas la actividad comercial y
empresarial, y una recuperación gradual con una vuelta a las
restricciones de movilidad.
El BdE no ve recuperación económica hasta finales de 2022
El Banco de España mantiene sus previsiones de una caída del PIB de
entre el 9% y el 15,1% este año como consecuencia del COVID-19 y avisa
de que la profundidad de la crisis probablemente provocará "daños
persistentes" en el ya de por sí "modesto" crecimiento potencial de la
economía española, al tiempo que apunta a las mujeres y los menores de
35 años como los colectivos de trabajadores más afectados por la crisis.
El organismo asegura que la economía española tiene "margen para redefinir la cesta de impuestos" con el objetivo de favorecer en mayor medida el crecimiento económico y a la reducción del déficit y la deuda pública, para lo que pide el diseño y comunicación de un programa plurianual de consolidación fiscal
con una senda coherente con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, algo
que podría hacer "absolutamente factible" reducir la ratio de deuda por
debajo del 100% del PIB en diez años. Con todo esto, no ve recuperación económica hasta finales de 2022.
Así lo señala en su 'Informe Anual de 2019', publicado este martes
por el organismo supervisor, en el que el gobernador del institución,
Pablo Hernández de Cos, destaca que España ha reclamado con "urgencia"
una estrategia de crecimiento "integral ambiciosa y sustentada en amplios consensos".
Hernández de Cos explica que España ha entrado en las últimas semanas
en una segunda fase respecto al COVID-19 en la que la economía
"comienza a reactivarse gradualmente", si bien avisa de una incertidumbre "muy elevada" que afectará negativamente a las decisiones de consumo, inversión y a las transacciones económicas internacionales.
Además, considera que para minimizar el riesgo de un rebrote de la
enfermedad se exige el mantenimiento durante algún tiempo de
determinadas limitaciones y medidas de seguridad sanitaria, y cree que
se verán posibles cambios estructurales que podrían derivarse de la
pandemia, como una "desglobalización".
El director general de Economía y Estadística del Banco de España,
Óscar Arce, ha indicado que la magnitud y composición de la respuesta
fiscal española contra el COVID-19 está "bastante en línea" con la
ofrecida por otros países, si bien ha tenido un impacto económico "muy
acusado".
Conforme a los indicadores más recientes, el organismo mantiene la
previsión de una caída del PIB más intensa en el segundo trimestre, de
entre el 16% y el 21,8%, superior al 5,2% del primer trimestre, con un
retroceso "significativamente superior" a fases recesivas previas.
A pesar de los progresos en materia de superávit por cuenta corriente
o el desapalancamiento de empresas y familias, el informe subraya que la economía presentaba "importantes fuentes de vulnerabilidad" a finales de 2019 que "están condicionando la respuesta a la crisis
del COVID-19 y la magnitud de la actual recesión", como el
desequilibrio de las cuentas públicas, el elevado paro, la "excesiva"
dualidad entre fijos y temporales, el "escaso" alza de productividad o
la "relativamente alta" desigualdad.
Incertidumbre "relativamente alta"
El informe explica que todas las partidas de gasto privado habrían
presentado caídas "muy significativas" en la primera mitad del año por
las restricciones de movilidad y actividad y el deterioro de las
perspectivas macroeconómicas y de la confianza de los agentes.
Dado que la incertidumbre va a seguir siendo "relativamente alta",
Arce teme cierta incidencia en las decisiones de gasto y que se vean
durante "algún tiempo" tasas de ahorro superiores, constatando ya cierta
acumulación de los depósitos.
No obstante, la institución ve ya cierto repunte del consumo de electricidad y del gasto con tarjetas de crédito,
así como una mejora de la movilidad en línea con la desescalada, además
de un mayor dinamismo en el gasto en productos alimenticios por el
confinamiento, si bien no ha compensado el deterioro en el comercio al
por menor.
Sus estimaciones sugieren que si la incertidumbre económica se
mantuviera en los niveles actuales, el consumo de hogares sería un 3,5%
menor a mediados de 2021 que el que se hubiera producido en un escenario
de retroceso rápido de la incertidumbre a sus niveles pre COVID-19. El
impacto negativo sobre la inversión empresarial sería aún mayor (27%).
Con estos indicadores, el organismo mantiene su previsión de un
retroceso del PIB de entre el 9% y el 15,1% este año y un notable rebote
económico en 2021, con un alza de entre el 6,9% y 9,1%. Esta
recuperación "solo permitiría retornar a niveles de actividad próximos a
los previos a la crisis hacia finales de 2022", añade.
Las proyecciones auguran un aumento "muy notable y
persistente" de la deuda (hasta entre el 114,5% del PIB y el 126,7% este
año y entre el 111,7% y el 129% en 2021) y del déficit
públicos (entre el 9,5% y el 14% este año y entre el 7,7% y el 9,1% el
próximo), así como del paro (entre el 18,1% y el 23,6% este año y entre
el 18,4% y el 24,7% en 2021).
En cuanto al empleo, alerta de que el impacto de la crisis sobre esta variable está siendo "particularmente acusado", ya que a la reducción de afiliación a la Seguridad Social (752.000 personas a finales de mayo) se suman los 3 millones de afectados por ERTE y 1,4 millones de autónomos en cese temporal de actividad.
Como es habitual, explica, la mayor parte del ajuste está recayendo
sobre los trabajadores temporales. De hecho, los asalariados temporales
representan el 77,2% del descenso total en la afiliación registrado
desde el comienzo de esta crisis, y el ajuste del empleo tiene una
incidencia "muy heterogénea" por sectores, siendo más negativa en los
servicios que en las manufacturas o en el sector primario.
Mujeres y menores de 35 años, los más afectados
En este sentido, el Banco de España avisa de que las mujeres y los menores de 35 años están sobrerrepresentados en las "industrias sociales", las más afectadas por el confinamiento (hostelería, comercio, educación, actividades artísticas y recreativas).
En detalle, estas industrias ocupan al 44% de las mujeres y al 48% de
los menores de 35 años. Estos grupos tienen rentas del empleo
inferiores a las del resto de trabajadores, si bien no siempre viven en
los hogares con menores rentas, puesto que no siempre son los
principales perceptores de renta en sus hogares (35%) en comparación a
los de industrias regulares (43%), a diferencia de la anterior crisis.
Los hogares de los trabajadores más afectados tienen menos activos
financieros como porcentaje de su renta anual y una menor riqueza neta
que el resto de hogares, factores que pueden haber intensificado la
reducción del gasto durante la pandemia.
Por ello, Hernández de Cos demanda a corto plazo no precipitar la retirada de las medidas aprobadas, sino mantener la política de estímulo fiscal, con la extensión de los ERTE
ya aprobada y medidas para el mantenimiento de las rentas como el
subsidio de fijos discontinuos, así como diseñar y comunicar ya una
estrategia de consolidación fiscal para generar confianza, a implementar
cuando llegue la recuperación, junto a una agenda de reformas en
ámbitos como el laboral, educación, capital humano y tecnológico y
aumento de productividad.
A nivel europeo, Arce valora la propuesta europea, pero le habría gustado "un poquito más de ambición",
así como avanzar en una "auténtica unión fiscal genuina", al tiempo que
ha avisado del "riesgo" de que los 740.000 millones previstos para el
fondo de reconstrucción se reduzcan a propuesta de otros países.
Por último, sobre la conveniencia de recurrir al Mecanismo Europeo de
Estabilidad (MEDE), Arce cree que hay que valorar la opción como algo
"absolutamente positivo", porque podría ser "sustancialmente ventajoso"
respecto a las condiciones de financiación de los mercados, por lo que
si eso se diese, cree que se aconsejaría acudir al mismo.
"En ocasiones se comete el error de estigmatizar el acceso a recursos
europeos cuando por otro lado insistimos en que hay que poner más
recursos", ha lamentado Arce, quien cree que la condicionalidad de este
mecanismo sería "realmente genérica y laxa" al estar vinculada a
acciones dirigidas a mitigar los impactos de la pandemia.
Estrategia a medio plazo
Una vez superada la crisis, la entidad insiste en reclamar una estrategia de crecimiento integral a medio plazo, ambiciosa y sustentada en amplios consensos, cuyo diseño considera urgente.
Hace hincapié en que las vulnerabilidades que mantenía la economía
española a finales de 2019 han condicionado la respuesta a la crisis y
la magnitud de la recesión, al no haberse corregido el desequilibrio en
las cuentas públicas, la temporalidad del mercado laboral, la escasa
productividad o la elevada desigualdad, y al no haberse dado solución
tampoco al envejecimiento de la población o al poco margen del sistema
fiscal.
Para reducir el déficit aboga por un plan plurianual que
vincule a todas las administraciones y para aumentar el margen fiscal
incide en redefinir la cesta de impuestos, limitando los tipos reducidos de IVA y el elevado nivel de beneficios fiscales, así como mejorando la eficiencia del gasto.
Sobre las figuras impositivas en tramitación (impuestos digital y
financiero) dice que sería conveniente que se coordinaran a nivel
internacional, en un contexto en el que algunas bases imponibles pueden
desplazarse con una relativa facilidad entre jurisdicciones.
Baja productividad
Para el Banco de España el bajo crecimiento de la productividad es el
principal factor determinante del modesto crecimiento potencial de la
economía española, lo que se explica por el reducido tamaño de las
empresas y por menores niveles promedio de capital humano y de capital
tecnológico que otras economías de nuestro entorno.
Las trabas a la unidad de mercado y la regulación que obliga a las
empresas de más de 50 empleados a constituir un comité de empresa, a
pagar el IVA con una frecuencia mensual, a no poder presentar las
cuentas en formato abreviado o a contratar a un auditor de cuentas
conduce a un número anormalmente elevado de empresas justo por debajo de
dicho umbral.
Además de eliminar barreras regulatorias, la entidad aconseja
reforzar el apoyo a la innovación y replantear el diseño institucional
del sistema educativo, que incluya una revisión profunda del contenido
del currículo y del propio sistema de aprendizaje.
Los ERTE
Por otro lado, el Banco de España cree que la política económica
debería favorecer la formación de los trabajadores afectados por ERTE y,
en algunos casos y bajo determinadas condiciones, permitir compaginar
esa situación con el trabajo en otros sectores o empresas.
La entidad incide en que existe una notable incertidumbre sobre el porcentaje de empleados en ERTE que acabará recuperando su empleo.
Señala que la movilidad de los empleados más perjudicados por la
crisis es en general escasa, especialmente en la hostelería y el
comercio, y que convendría no retrasar una posible reasignación de
trabajadores en previsión de un eventual repunte de la destrucción de
empleo en los próximos meses.
Al respecto recuerda que tras la crisis de 2008 los más perjudicados
fueron los trabajadores del sector de las construcción y que en 2013 más
de la mitad de los que se quedaron sin empleo permanecían desocupados y
solo un 23% había conseguido trabajo en otra rama de actividad.
A juicio de la entidad, la evolución de los ERTE dependerá no solo de
sus ventajas económicas, sino también del desarrollo de la crisis
sanitaria y de la capacidad de crecimiento y adaptación al nuevo entorno
de cada sector y cada empresa, situación en la que parten con ventaja
las ramas de manufacturas y las empresas de mayor tamaño.