MADRID.- Juan Ignacio Álvarez-Gortari, cesado hace unos días por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, como cónsul general en la ciudad argelina de Orán, ha remitido una carta a la subsecretaria del departamento, María Jesús Figa, en la que denuncia arbitrariedades en la conseción de visados por parte de la jefa del negociado en la oficina consular, según revela 'Abc'.
La misiva, que Álvarez-Gortari ha hecho circular también entre sus compañeros de la Carrera Diplomática, trata de salir al paso de las acusaciones de «comportamiento despótico» hacia los trabajadores del Consulado, hechas por UGT. El diplomático considera esas acusaciones vinculadas con su decisión de ejercer acciones penales contra un afiliado del sindicato cuando era cónsul en Rosario (Argentina).
Álvarez-Gortari afirma en su carta que, cuando llegó al Consulado de Orán, en diciembre de 2007, otorgó plena confianza a la señora Hernández, incluyendo la firma de los visados. Añade que, sin embargo, comenzó a recibir pronto «numerosas quejas orales y escritas por la denegación injustificada de visados, protestas, recursos, escritos de abogados, etcétera, acerca de la actitud inapropiada y del maltrato verbal que la jefa del negociado dispensaba a los peticionarios de dichos visados».
Señala que las protestas «fueron convirtiéndose en clamor» y que, a los ocho meses de su llegada, extrajo la conclusión de que «la forma de trabajar de la jefa del negociaco de visados resultaba falta de rigor, desordenada e incoherente», ya que «a unos se les concedía el visado y a otros, en circunstancias idénticas, arbitrariamente se les denegaba».
Indica el diplomático que consideró un deber poner orden en esa situación para lo cual pidió a los trabajadores de la oficina consular «más y mejor trabajo, que se tratara a todo el mundo sin arrogancia, ni mala educación, ni racismo y que se desplegara el mayor respeto y amabilidad, gestionando los expedientes de forma rápida y eficaz».
La respuesta de la jefa del negociado fue, según Álvarez-Gortari, la «desobediencia permanente». El cónsul cesado dice que al exigir el cumplimiento de la ley se ha topado «con la muralla sindical» y dice que UGT «sigue copando y manipulando» el servicio exterior y teniendo a los diplomáticos como «rehenes».
Indica el diplomático que consideró un deber poner orden en esa situación para lo cual pidió a los trabajadores de la oficina consular «más y mejor trabajo, que se tratara a todo el mundo sin arrogancia, ni mala educación, ni racismo y que se desplegara el mayor respeto y amabilidad, gestionando los expedientes de forma rápida y eficaz».
La respuesta de la jefa del negociado fue, según Álvarez-Gortari, la «desobediencia permanente». El cónsul cesado dice que al exigir el cumplimiento de la ley se ha topado «con la muralla sindical» y dice que UGT «sigue copando y manipulando» el servicio exterior y teniendo a los diplomáticos como «rehenes».
El Consulado fue objeto de una inspección por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y, pasado un cierto tiempo Álvarez-Gortari fue cesado en su cargo.
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