No creo que Alicante se merezca el vodevil que protagoniza día sí y día
también el principal partido de la oposición en el Ayuntamiento, el
PSOE, que de tan descentrado que está se dedica a fagocitarse con
descaro sin importarle poner en evidencia, como daño colateral, la
debilidad del secretario general del PSPV, Ximo Puig, impotente para
poner orden en este corral en el que se ha convertido la agrupación
socialista alicantina.
Un sector del partido debe considerar que es más
fácil dedicarse a masacrar a su débil candidata a la Alcaldía, Elena
Martín, que a lo que debieran por mandato de los ciudadanos que les han
votado: controlar la gestión de la alcaldesa del PP, Sonia Castedo.
Defenestraron a Martín como portavoz municipal y ahora la humillan
dejándole sin sueldo en el Ayuntamiento; y todo por decir algo que es de
sentido común: que es un desatino que un partido de la oposición cree
una comisión de investigación, sea sobre lo que sea, en este caso sobre
las contratas municipales con el empresario Enrique Ortiz.
El sentido
común aconseja que las comisiones de investigación las deben crear
quienes gobiernan, y sabido es que ni aún así funcionan. El grupo
municipal del PSOE, que se supone dirige Miguel Ull, decidió meterse en
charco semejante con el edil de UPyD como único aliado y Elena Martín no
perdió la ocasión de ponerles en ridículo.
Como a los socialistas
alicantinos las vendetas les gustan en caliente y huyen de las sutilezas
de Maquiavelo, para quien la venganza siempre se ha de servir en plato
frío, el miércoles dejaron en la cuneta a la edil que el viernes les
había criticado. Y lo han hecho a pecho descubierto, pagando el coste de
que se sepa que casi no pueden quitarle el sueldo a la concejal porque
nadie quería asumirlo. Se lo llegaron a ofrecer a Gabriel Moreno
-crítico con la actual ejecutiva y con el portavoz-, quien lo rechazó de
plano; y María José Adsuar se resistió lo que pudo y ha tenido que
dejar finalmente su trabajo en un banco.
El punto dramático en tanto
desatino casi lo pone el portavoz del grupo municipal, Miguel Ull, quien
estuvo a punto de dimitir. Ull soporta con talante que se le diga que
habla por boca de otros, pero no pasa por quedar como un monigote
retirando, como pidió Puig, el escrito que ya había presentado
comunicando a la Alcaldía que dejaba a Martín sin sueldo.
La capacidad
de esperpento demostrada por el PSOE local el miércoles es difícil de
superar, pero seguro que ellos ya están preparando una nueva función que
no desmerezca ésta. El PSOE tiene ocho concejales en Alicante y de
proseguir en la vía del suicidio llegará el día en el que cabrán en un
taxi, como profetizó el veterano militante del PP Manuel Ortuño sobre el
comunismo.
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