Es en las naciones desarrolladas donde el movimiento antivacunas hace tambalear al plan completo y genera nuevos desafíos a los gobiernos, que intentan a toda cosa estimular a la población para que ponga el brazo a disposición de la salud.
¿Pueden estos grupos llegar a dinamitar la campaña de vacunación global? Los expertos consultados por La Nación coinciden en que es improbable que el proceso fracase. No obstante, la existencia de un alto porcentaje poblacional negado a inmunizarse puede ser un gran problema.
Europa ha sido escenario en las últimas semanas de movilizaciones masivas en rechazo a las vacunas y a la entrada en vigor del pase sanitario, la nueva llave que permite el acceso a ciertos espacios públicos solo para los inoculados, los que hayan cursado la enfermedad, o demuestren una prueba negativa. Se trata de una medida que despertó polémica, surgida como estrategia para llevar a la población a los vacunatorios.
Miles y miles de personas inundaron las calles de las principales ciudades de Francia al grito de “Libertad para todos” con carteles de inyecciones tachadas. Las autoridades informaron que en el sur del país varios centros de vacunación fueron destruidos y saqueados.
En Chipre, mientras la variante delta hace estragos con una de las tasas de contagios más altas del mundo, el movimiento antivacunas, integrado en su mayoría por jóvenes, se manifestó frente al palacio presidencial durante varias jornadas que terminaron en incidentes violentos.
“Estoy en contra de la vacuna tanto por razones médicas como por razones políticas”, aseguró en diálogo telefónico con La Nación Bruno Courcelle, un matemático francés que que estuvo presente en las protestas de París. “Los gobiernos de la Unión Europea firman contratos secretos en los que le ofrecen muchas cosas a los grandes laboratorios, a los que no les interesan los efectos adversos que producen sus vacunas”, enfatizó. Sin pruebas que lo respalden, ese pensamiento se instala y se replica.
En Bulgaria (23%), Letonia (18%), Eslovenia (20%) y Croacia (18%) se encuentra la mayoría de la población europea que no quiere vacunarse contra el coronavirus y gran parte de los “indecisos” que aún no están seguros de adquirir sus dosis, según los datos del Eurobarómetro de mayo 2021.
El reporte destaca la disparidad de respuesta entre los distintos segmentos etarios, siendo el grupo joven el más reacio a vacunarse, lo que genera gran preocupación por ser los principales vehículos de contagio de la variante delta según expertos.
En Estados Unidos, el porcentaje de vacunados con al menos una dosis ronda el 58%, con una tasa de dosis diarias administradas que desciende en picado. El país cuenta con uno de los movimientos antivacunas más poderosos, incluso desde antes de la pandemia.
El Centro de Investigación de Excelencia Clínica de Stanford formuló una encuesta en agosto 2020 que mostró que era muy poco probable que el 20% de la población aceptara su dosis, incluso si la evidencia sugería que era segura y efectiva. Otro 15% dijo que era poco probable que se inoculara.
“Antes de que la gente supiera siquiera que iba a haber una vacuna contra el coronavirus, ya había un 35% de estadounidenses que no se la quería dar. Es exactamente el mismo número de adultos que hoy no están vacunados. El porcentaje se mantiene estable”, indicó a La Nación Robert Kaplan, profesor emérito de servicios de salud y medicina de la Universidad de California.
En Perú, por ejemplo, hay políticos y medios que se esfuerzan por desinformar sobre las vacunas, y la gente no está confiando en la Sinopharm”. En una línea contraria, se expresó la infectóloga Florencia Cahn, miembro de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología: “En algunos países como Estados Unidos y Francia estos grupos pueden llegar al 30%. Es un número muy alto que, si bien no hará fracasar el programa de vacunación".
Tras la polémica generada por el pase sanitario dispuesto en la provincia argentina de Buenos Aires, se conoció que la Unión Industrial Argentina (UIA) recomienda no pagar el sueldo a aquellos empleados que no vayan a trabajar porque se niegan a recibir la vacuna.
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