Al respecto, advierte de que pesar de que la superficie de olivar en la Comunitat Valenciana se mantiene estable según los datos oficiales, "la realidad productiva evidencia un abandono estructural creciente a consecuencia de la baja rentabilidad y la falta de apoyo adaptado al modelo mediterráneo de cultivo".
Según la encuesta de superficies y rendimientos de cultivos del Ministerio de Agricultura para el año 2024, la superficie total de olivar en la Comunitat Valenciana es de 94.782 hectáreas, una cifra "prácticamente idéntica" a la de hace diez años (+0,28% respecto a 2015). Sin embargo, señala que este dato esconde otra realidad: 16.455 hectáreas abandonadas.
El responsable de la sectorial del aceite de La Unió, Enric Simó, constata: "Estamos ante un abandono silencioso".
"La superficie se mantiene, pero cada año más hectáreas dejan de producir, y esto pone en riesgo nuestro paisaje, nuestro entorno rural y nuestra soberanía alimentaria", apunta.
En ese sentido, explica que este abandono "se concentra especialmente en las zonas de secano, donde la falta de rentabilidad y la dificultad de acceso a ayudas europeas adecuadas a las condiciones agroclimáticas valencianas hacen inviable la continuidad de muchas explotaciones"
. Otro factor que confirma esta tendencia es "la escasa implantación de prácticas agroambientales que dan acceso a ayudas de la PAC".
Asimismo, indica que solo el 14,97% de la superficie de olivar dispone de cubiertas vegetales -espontáneas o sembradas-, requisito para acceder a medidas como el P6 o lo P7 que dan acceso a cobrar por esta práctica. Desde La Unió "se propone una reforma estructural de las ayudas de la PAC para hacerlas realmente útiles para el olivar valenciano".
En este sentido, pide una adaptación de las ayudas a las condiciones del cultivo mediterráneo y de secano, un reconocimiento del valor ecosistémico y territorial del olivar tradicional, así como la creación de una línea específica de ayuda de la Conselleria de Agricultura para el mantenimiento y recuperación de olivares abandonados.
"El sector necesita políticas que entiendan su realidad. No podemos aplicar un modelo homogéneo pensado para grandes fincas de regadío cuando nuestro paisaje agrícola está formado mayoritariamente por explotaciones pequeñas, con cultivos tradicionales y una función social y ambiental clave", concluye Enric Simó.
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