Vladimir Lihuan, de 37 años, ha indicado a las puertas del hotel de Valencia donde ha pernoctado por segunda noche consecutiva que vivía en el edificio de Campanar con su hermana, y que en el momento del incendio ella estaba dentro de la vivienda y cuando notó el humo apenas le dio tiempo a coger al perro y salir.
Admite que la situación en la que se encuentran después de que su hogar haya quedado calcinado “no es fácil”, pero “la vida es así”, y ahora tienen que ir “paso a paso”, empezando por volver a tener la documentación que se ha perdido, para lo cual la embajada les ha dicho que ayudará a los ucranianos que estén en esta situación.
Vladimir ha señalado que vive en Valencia con su hermana desde que empezó la guerra en su país -hace ahora justo dos años-, pues el sueño de su hermana era vivir y estudiar en España, y cuando falleció su madre, tras una enfermedad, se vinieron aquí.
Otra compatriota, Lisa, ha asegurado que para las familias ucranianas que vivían en el edificio será “muy difícil” recuperar sus vidas, pues no hablan español ni tienen “ningún tipo de conexión aquí”.
Ha reclamado también “que se haga justicia”, y ha criticado a los bomberos, porque “todo estaba muy desorganizado”, y ha asegurado que los vecinos no sabían que el edificio estaba en llamas, pues “no había alarmas contra incendios”, aspersores ni mangueras.
Por su parte, Igor ha considerado que el número de bomberos en las labores de extinción fue insuficiente en algunos momentos, y ha asegurado que cualquier ayuda que puedan recibir ahora será buena.
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