VALENCIA.- La Comunitat Valenciana ha registrado 200 incendios forestales entre el 1 de enero y el 19 de agosto de este año, que han afectado a 737 hectáreas de superficie y de los que 74 han sido causados por rayos (el 37 por ciento); 68 han sido intencionados (34%); 27 provocados por una negligencia (13,5%); 21 por causas desconocidas o bajo investigación (10,5%) y diez por otras causas accidentales (5%).
Así se desprende de los datos de la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio, que reflejan que los incendios forestales entre 2015 y 2024 --sin contar los de este 2025-- dan una media de 254 fuegos anuales con 5.028 hectáreas de superficie afectada.
En la última semana, del 12 al 19 de agosto de este año, en la Comunitat Valenciana se han registrado 41 incendios --tres en Alicante, 12 en Castellón y 26 en Valencia-- con una superficie afectada de 442 hectáreas de forestal y 49 no forestal, de los que 28 han sido por rayo, ocho intencionados y dos por negligencia. Los otros tres no se han apuntado las causas.
Entre 2015 y 2024, el 36,6% de los fuegos fueron intencionados (93), el 26,3% como consecuencia de rayos o negligencias (67 en cada caso), el 4,3% por razones desconocidas o en investigación y el 6,69% por motivos accidentales (17).
El pasado 2024 fue el año con más incendios forestales del decenio, con 417 que afectaron a 1.342 hectáreas de superficie y en el que la intencionalidad fue el origen de los fuegos en la mayor parte de los casos: 178 (42,6%); seguido de las negligencias, con 107 (25,6%) y los rayos, con 88 (21,1%).
Sin embargo, el que dejó mayor superficie forestal afectada fue 2022, año en el que 211 incendios quemaron 30.087 hectáreas de terreno, principalmente en Bejís (Castellón) y la Vall d'Ebo (Alicante). En ambos casos, el origen fue un rayo. Ese año hubo 63 fuegos más con este origen, 62 intencionados, 58 por negligencias, siete por causas desconocidas y 19 por accidentes.
El fuego de Bejís, que se declaró un 15 de agosto, calcinó unas 20.000 hectáreas de superficie de diversos términos municipales de Castellón, obligó a evacuar a 1.500 vecinos y tardó cerca de un mes en extinguirse. El de Vall d'Ebo, originado un 13 de agosto, quemó 12.150 hectáreas, también fueron desalojados también unos 1.500 vecinos y los efectivos tardaron dos semanas en darlo por extinguido.
Por superficie quemada, por detrás de 2022 se sitúa el año 2018, con 299 incendios que arrasaron 3.689 hectáreas (105 por rayos, 83 intencionados, misma cifra que por negligencias, 17 por causas desconocidas y once por accidentes).
En este caso, el principal fuego fue el declarado también en agosto en Llutxent (Valencia), también por la caída de un rayo sobre un árbol, y que tardó una semana en ser extinguido tras arrasar más de 3.200 hectáreas de siete municipios.
Por años, en 2015 se registraron 262 incendios con 2.408 hectáreas afectadas (92 por rayo; 85 intencionados; 56 por negligencia; ocho de origen desconocido y 21 por causas accidentales); en 2016, la cifra bajó en un incendio: 261, con 5.622 hectáreas (28 por rayo, 126 intencionados, 80 por negligencia, siete de origen desconocido y 20 por accidente).
En 2017, los 246 fuegos forestales calcinaron 1.325 hectáreas (71 por rayos, 101 intencionados 50 por negligencia, nueve por razones desconocidas y 15 por causas accidentales); 2019 dejó 206 fuegos, con 901 hectáreas arrasadas, principalmente por acciones intencionadas: 88, por delante de las negligencias (64), de los rayos (33), y de otras causas desconocidas (9) o accidentales (12).
Por contra, 2020 fue el año con menos fuegos y menos superficie quemada: los 148 incendios dejaron 403 hectáreas afectadas y detrás de ellos estuvo la mano del hombre en 53 casos, 44 negligencias y 37 rayos, además de 14 casos de causas desconocidas o accidentales entre ambos.
Antes del año 2022, el de los grandes fuegos, 2021 cerró con 177 incendios que afectaron a 771 hectáreas de superficie, con 52 de ellos originados por negligencias, 52 intencionados, 44 por rayos, once por origen desconocido y 16 por accidente.
En 2023, la cifra de fuegos ascendió a 308, con 3.674 hectáreas afectadas (casi similar a la de 2018 si bien el principal se declaró en noviembre en Montixelvo, por un arco eléctrico y dejó más de 2.500 hectáreas afectadas). Los rayos estuvieron detrás de los incendios en 102 ocasiones, la intencionalidad en 99, las negligencias en 72, las razones desconocidas en 14 y los accidentes en 30.
Según ha subrayado la directora general de Prevención de Incendios, Rosa Touris, los rayos son la causa natural "más relevante" de los incendios ya que las tormentas secas, frecuentes en el clima mediterráneo, pueden generar descargas eléctricas que caen sobre la vegetación sin la lluvia suficiente para apagarlas.
Las estadísticas indican que, a estas alturas del año, en la Comunitat Valenciana "ya superamos en un 12% el número de incendios causados por rayos del último decenio". En este caso, "hablamos de 74 fuegos declarados hasta el mes de agosto por esta causa, frente a los 67 de media de la última década".
En esta línea, explica que los episodios de calor extremo, unidos a los vientos fuertes y la ausencia de lluvia durante una tormenta seca, crean una situación "de alto riesgo", donde un solo rayo puede desencadenar un incendio forestal.
"De ahí que la prevención de incendios forestales y, en concreto, la vigilancia preventiva, es una herramienta esencial y efectiva en este nuevo contexto para reducir al máximo los efectos que el fuego puede tener sobre los ecosistemas y la sociedad".
Por su parte, el ingeniero de montes y profesor de la Universitat Politècnica de València, Eduardo Rojas, ha indicado que la Comunitat Valenciana, que no presenta una diversidad climática "tan potente" como otras zonas de España, tiene años "muy malos y otros muy buenos", como lo ha sido este 2025 en cuanto a precipitaciones, no solo por la Dana, y ha subrayado que tampoco se ha producido una situación de poniente clara.
Al mismo tiempo, tampoco se ha registrado un "factor" que resulta "crítico" en la zona más lluviosa (interior de Castellón y el noroeste de Valencia): los rayos, sobre todo tormentas secas, sino que esas tormentas han sido más lluviosas de lo esperado. Por eso, ha dicho "el año ha sido tranquilo por esa combinación".
"Lo bueno de la Comunitat es que por la noche corre viento de Levante, con lo cual lo que quema vuelve a atrás. Por eso esa previsión es importantísima para los grupos de extinción, sobre todo cuando abordamos cómo van a ser los vientos", ha añadido.
Grandes incendios como el de Cortés de Pallás de 2021 se desencadenaron con fuerza porque unos trabajos de soldadura, en un día "crítico", se juntaron con "toda una serie de montañas alineadas exactamente a la dirección del viento, del oeste al este, viento poniente y alineación perfecta hasta Tous".
"Como no se pudo parar en la primera hora, ahí no había quien lo parase", ha detallado. Por eso, asegura: "La orografía te da problemas, pero a veces te da también la alternativa".
Otro factor es el tipo de combustible. "En la España mediterránea hay poco pastoreo, pero también hay poca hierba. Si además hay poca tradición ganadera, al final el agua ayuda a que los árboles y los arbustos estén cargados de agua, con lo cual eso es una ventaja".
"Hay que tener en cuenta que la Península Ibérica es casi una Europa en pequeño y por lo tanto los retos son muy diferentes en unos sitios de otros. La vegetación, la sociología y la densidad de población son muy diferentes", ha añadido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario