MADRID.- No, la sanidad española no es la mejor del mundo.
Tampoco de Europa e, incluso, existe la duda razonable de que ni
siquiera sea la mejor de la península Ibérica. Sanitariamente, somos un
país del montón —eso sí, de la parte de arriba del montón— donde se
viven muchos años, se hacen muchos trasplantes y, como explicaba Carlos Sánchez en estas mismas páginas, los médicos ganan bastante menos que sus homólogos europeos. Quizá
dejar de repetir que tenemos la mejor sanidad del mundo sea el primer
paso para entender qué falla y cómo podemos mejorarlo, plantea hoy El Confidencial.
Ni siquiera es una cuestión de partidos o ideologías. Pablo Casado dijo esta misma semana en una rueda de prensa telemática que España "tiene el mejor sistema sanitario de Europa"
mientras a principios de febrero el Ministerio de Sanidad malinterpretó
un informe del Foro Económico Mundial para volver a golpearse el pecho
con la misma consigna. Tenemos "la mejor sanidad del mundo", como replicó literalmente Adriana Lastra.
Ahora
que los hospitales están saturados y un elevado porcentaje de los
trabajadores sanitarios están contagiados de Covid-19 por tener que
enfrentarse a cientos de casos cada día sin los equipamientos de
protección individual adecuados, comenzamos a intuir que, quizá, la raíz
del problema fue pensar que ese tipo de informes medían qué Sanidad es mejor como si fuese una clasificación mundial de tenistas.
El
estudio del Foro Económico Mundial, por ejemplo, medía la 'esperanza de
vida saludable', no la calidad de la asistencia sanitaria.
Otro de los informes que suele echar troncos a la caldera de este mito es el de Bloomberg, que en su última edición nos situaba terceros del mundo tras Hong Kong y Singapur. Pero, de nuevo, lo que este informe mide es la eficiencia de los sistemas sanitarios, nada más. La nota final se basa en un 70% en la esperanza de vida, un 20% en el gasto relativo al PIB y un 10% el gasto absoluto en sanidad.
Evidentemente, tenemos tendencia a exagerar aquellos informes que nos dejan en mejor lugar. El problema es que uno de los más completos,
el que elabora anualmente el Commonwealth Fund con base en 80
indicadores (Bloomberg usa solo tres) solamente incluye 11 países entre
los que no está España.
Más allá de esto, si uno busca estudios que
clasifiquen distintos sistemas sanitarios puede encontrarlos, pero midan
lo que midan no sitúan a España en su podio. El último Euro Health Consumer Index, publicado en febrero de 2019, coloca a España en el puesto 19. No del mundo, de Europa. En este listado los mejores sistemas sanitarios son Suiza, Países Bajos y Noruega.
De nuestro sistema de salud destaca: "Muy descentralizado regionalmente.
El sistema de salud pública parece confiar un poquito demasiado en la
sanidad privada para conseguir una excelencia real. Los indicadores de
resultados en 2018 han mejorado, ahora están a la par con Islandia y
Portugal. La encuesta de la Organización de pacientes de 2018
(nuevamente) dio una mala visión sobre la accesibilidad".
Portugal, en el puesto 13 de este 'ranking' es destacado por su mejoría con respecto a años anteriores y su eficiencia: "ofrecen más por el mismo precio", destacan. El londinense Legatum Institute es algo más benévolo con España. En el apartado sanitario de su Índice de Prosperidad nos sitúa en el 13º puesto mundial. Los tres primeros lugares son para Singapur, Japón y Suiza.
Por último, el Healthcare Access and Quality Index,
publicado por la revista médica 'The Lancet' es quizá el indicador más
puro en cuanto a calidad del servicio. No mide eficiencia ni gasto, solo
los resultados obtenidos en cada país para las 32 causas de muerte más
comunes. En este índice España aparece en el 19º puesto mundial. Los que
copan la clasificación son Islandia, Noruega y Países Bajos.
Estos países tienen todo el derecho del mundo a presumir de la calidad de su sanidad, pero ¿España? Solo de su eficiencia y del abnegado servicio de sus profesionales.
Ni ahora ni antes de la crisis
Otro lugar común que se escucha estos días es que el colapso de las UCI o la saturación hospitalaria son consecuencia de los recortes efectuados durante la crisis económica
que sacudió al país entre 2009 y 2015. Viendo el listado de la OCDE de
inversión pública en Sanidad es evidente que, en términos relativos,
ahora invertimos un porcentaje menor de nuestro PIB que antes de la recesión.
En
2009 se invirtió en la sanidad pública un 6,77% del PIB y en 2018 un
6,24% pero en esta década el producto interior bruto ha crecido, lo que
arroja una mayor inversión per cápita ahora que antes: 1.617 euros por persona frente a los 1.576 euros de
2009. Por supuesto, no son lo mismo 1.617 euros ahora que hace diez
años. Sea como fuere, seguimos muy lejos de la cabeza de la
clasificación en este aspecto. Ahora y antes.
Madrid
es la comunidad que actualmente está padeciendo más los estragos del
coronavirus, lo que ha hecho que muchos señalen al gobierno regional del
PP por los recortes realizados
en los últimos años.
Es cierto que la CAM ha perdido médicos con
respecto al año 2008, cuando contaba con 2,3 galenos por cada 1.000
habitantes, pero también lo es que el resto de comunidades autónomas han
seguido este camino. Salvo el País Vasco, que mejora muy levemente su cifra de facultativos.
Un
problema aún mayor es la pertinaz falta de enfermeras que lleva
persiguiendo a nuestro sistema de salud desde hace más de una década.
Mientras los políticos presumían de tener la mejor Sanidad del mundo,
los colegios de enfermería se hastiaban de pedir refuerzos
y hasta la OMS denunciaba la situación. La media europea estaba en
torno a las 850 enfermeras por cada 100.000 habitantes y en España apenas superábamos las 530. En los últimos años estas cifras se han maquillado un poco, pero lejos de lo que los profesionales demandan.
La
última evidencia de que proclamar a la sanidad española como la mejor
del mundo es una exageración sin fundamento está en el número de camas.
Tenemos una tercera parte de las plazas UCI de las que disponen Alemania, Austria o Luxemburgo, pero es que además casi todas las comunidades autónomas han reducido su número de camas totales en la última década.
Solamente
Murcia, La Rioja y Baleares cuentan ahora con más plazas, algo que
estarán agradeciendo los ciudadanos que hayan tenido la mala suerte de
ser hospitalizados con Covid-19 en esas regiones.
No
existe ningún indicador objetivo para calificar a nuestra sanidad
pública como la mejor o una de las mejores del mundo. Los médicos,
enfermeras y demás profesionales sanitarios están teniendo que enfrentarse a la peor crisis epidémica del último siglo desde una posición de inferioridad:
sin equipamiento ni protección adecuada, sin suficientes respiradores
ni las plazas UCI que se requerirían para, al menos, demorar unos días
más el colapso antes de que la curva se aplane.
Hasta que no asumamos de una vez nuestra verdadera posición en el 'ranking' no podremos empezar a trabajar para mejorar las cosas. ¿Para qué arreglar algo que supuestamente no está roto?, se pregunta El Confidencial.
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