SEVILLA.- Con las corridas
anuladas, la crisis del coronavirus en España ha asestado un mazazo a la
tauromaquia, un espectáculo de masas basado en un producto costoso y
perecedero: los toros de lidia, abocados muchos de ellos al matadero en
este aciago año.
"Es un drama general para la tauromaquia", dice a
Agencia France Press desde su finca andaluza de Lo Álvaro el criador Juan Pedro Domecq
Morenés, al que estas semanas le anularon cinco corridas.
Los españoles vislumbran estos días una salida muy
progresiva del confinamiento, pero las prohibiciones de aglomeraciones
dictadas por las autoridades podrían dejar en blanco la temporada
taurina, de marzo a octubre.
Toreros, banderilleros o rejoneadores
se han quedado sin trabajo, y tanto ganaderos como empresarios
califican de catastrófica la situación, en un sector que representa al
año cerca de 20.000 eventos, entre festejos en plazas (unos 1.500) y
espectáculos de calle.
La fragilidad del negocio está en el
carácter perecedero del toro bravo, que tiene un tope de seis años de
edad para ser lidiado en la plaza, y de siete para un festejo de calle.
La cría de un astado le
supone al ganadero entre 4.000 y 5.000 euros, una inversión que recupera
en un 90% vendiéndolo para un espectáculo.
El envío al matadero
supone así recuperar un 10%, una alternativa ruinosa a la que se ven
obligados los criadores para no seguir gastando en unos animales que no
podrán rentabilizar como esperaban.
"Los ingresos se reducen a cero, sólo hay gastos y esto no
es una fábrica que se puede parar, porque al toro hay que seguir
cuidándolo y alimentándolo", resume Domecq, que estima que "entre un 30 y
un 40%" de sus 130 'juanpedros' irán al matadero.
Por el momento
ha mantenido a los ocho empleados de su finca, desviándolos a tareas
como la cría de cochinos, pero si no hay temporada, calcula que puede
perder hasta 600.000 euros.
En un informe, la Unión de Criadores
de Toros de Lidia, que representa a 345 ganaderías, estima la pérdida
económica en más 77 millones de euros.
Y advierte de "efectos
devastadores sobre las ganaderías de bravo", que "generan miles de
empleos directos e indirectos" en zonas muy despobladas del interior de
España.
Del lado de los empresarios la situación es "bastante
dramática", sostiene el exmatador francés Simón Casas, director de las
plazas de Madrid, Valencia y Alicante y presidente de la Asociación
Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET).
Casas
incide en las pérdidas que suponen las cancelaciones para ciudades como
Sevilla, que se quedó sin Feria de Abril, Valencia, que no tuvo corridas
con motivo de las Fallas, o Pamplona, que no tendrá sanfermines en
julio.
Y es que la organización de esos espectáculos "es muy
importante en términos económicos, porque cuando hay corridas hay
ferias, y las ferias son el soporte económico de muchas actividades
importantes como el turismo, la restauración, la hostelería..."
Según explica, las empresas organizadoras han pasado el invierno preparando la programación y la promoción.
Pero
con la crisis del COVID-19, "todo se ha visto parado en el momento de
amortizar" ese esfuerzo. La pérdida para los empresarios taurinos
españoles podría ascender a 700 millones de euros, estima el también
director de las arenas de Nimes, en Francia.
Ante este panorama, la Unión de Criadores pide al gobierno
"ayudas directas", y otras medidas como rebajar el IVA del precio de
venta del toro bravo para festejos, del 21% actual al 10%.
Casas
señala que lo fundamental está en que los bancos faciliten la tesorería,
y en evitar "el desempleo permanente", de modo que se puedan "mantener
las empresas en funcionamiento hasta la reanudación de la actividad".
De
momento, el ministerio de Cultura mantuvo una reunión con
representantes del sector, y dijo a la Agencia France Press que está trabajando en adaptar a
"la casuística" de la tauromaquia las medidas generales de apoyo a la
economía anunciadas por el gobierno, tales como los avales de créditos
bancarios o los planes de desempleo temporal subsidiados.
Juan Pedro Domecq teme la
desaparición de muchas ganaderías, y mirando más allá, cree que "habrá
que reinventarse", potenciando las visitas turísticas a las fincas para
que la gente conozca al toro bravo "como un atractivo cultural que es".
Resignado,
el matador Cayetano Rivera Ordóñez reconocía en la radio Cope que un
torero confinado "es un torero de salón", y Simón Casas dice sentirse
perdido ante una situación que lo ha obligado a poner "en paro técnico" a
los 500 empleados de la madrileña plaza de Las Ventas.
Con todo, el empresario guarda la esperanza, porque tras
un drama como el del coronavirus, "la gente tendrá ganas de divertirse".
No hay comentarios:
Publicar un comentario