MURCIA.- El agua es la seña de identidad más profunda de la Región de Murcia y ésta no es una idea preconcebida sino que se remonta a la época franquista, que fue ahí cuando se empezó a ver la necesidad de construir una infraestructura que ha sido, durante 30 años, la fuente de riqueza de ésta y otras comunidades: el Tajo-Segura.
Ahora, esta obra que propiciado el gran desarrollo económico de la Región, con 124.000 empleos y con la creación de industrias, así como la mejora del sector agrícola, entre otros, peligra con la reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha, que pone fecha de caducidad al trasvase en 2015, a juicio de 'El Faro'.
La creación del trasvase no data de la fecha de la finalización de las obras en 1978 o de su primer envío en marzo de 1979 sino de 1933, durante la Segunda República. Fue ahí cuando el ingeniero de caminos Manuel Lorenzo Pardo diseñó el trasvase dentro de su proyecto de obras hidráulicas para acabar con el desequilibrio hidrológico del país.
Pardo falleció y la idea quedó paralizada hasta que Francisco Franco visitó la Región en junio de 1963. El propio caudillo, en el balcón del Ayuntamiento de Cartagena, anunció que si se recibían aguas potables para abastecer, también vendría agua para regar los campos.
A partir de ahí, se hicieron los trabajos pertinentes hasta que el Consejo de Ministros aprobó en 1967 el aprovechamiento conjunto del Tajo-Segura, que permitiría compensar el desequilibrio hidráulico entre las diversas cuencas españolas.
Once años después, y superados los problemas planteados en la fase final de la construcción del Talave, se dio por finalizada la obra. Oficialmente, el primer trasvase de agua del Tajo al Segura se realizó a las ocho de la mañana del 20 de marzo de 1979 y se considera oficial, porque según reconoce en privado un destacado político de la época, los primeros envíos se llevaron a cabo a escondidas “para no empezar ahí con la guerra entre comunidades”.
El trasvase Tajo-Segura, que costó 945 millones de euros aproximadamente, recorre 300 kilómetros de longitud al atravesar Castilla-La Mancha para llevar agua desde la cabecera del Tajo hasta el Segura. En total, son 88 las comunidades de regantes que se abastecen de esta infraestructura.
La déficit de agua en el Segura era estructural y se necesitaba agua traída desde otras cuencas para mantener un nivel de desarrollo parejo al de nuestros ciudadanos vecinos ya que la capacidad de abastecimiento no existía, el Segura no daba para más y la mayoría de los acuíferos estaban agotados, esquilmados o salinizados.
A partir del primer envío, lo que parecía ser la solución a los problemas de sequía, fue y sigue siendo un “hacha de guerra” entre los territorios cedentes de estos recursos y han llegado a afirmar que esta gran obra faraónica, que ha sido una de las más importantes de España, constituye el mayor fracaso de la ingeniería hidráulica del país.
Con su puesta en marcha, y con el decreto de 26 de julio de 1982 se creó la Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura para supervisar el régimen de explotación de esta obra, aprobar el agua a trasvasar y la coordinación con las confederaciones hidrográficas afectadas –del Tajo y del Segura–.
Además, también está la ley de 19 de junio de 1971, que establece que si a principios del mes de julio las reservas existentes en la cabecera del Tajo son inferiores a 554 hectómetros cúbicos, el responsable de la aprobación del trasvase es el Consejo de Ministros.
Los decretos ley, así como la Comisión de Explotación y el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (1982) se crearon para defender y administrar el agua procedente de dicho trasvase.
En 1980 comienzan, ante toda España, las críticas sobre la apertura del trasvase con la emisión del programa ‘La Clave’ de TVE. Allí, un jovencísimo José Salvador Fuentes Zorita (entonces miembro de la Diputación Provincial de Murcia) y hoy presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, junto al senador de UCD por Murcia, Antonio Pérez Crespo, lucharon por la defensa del Tajo-Segura contra unos enfadados Pedro Cañada Castillo, senador de UCD por Cáceres, García Pineda, diputado por Toledo, y Manuel Díaz-Marta, senador del PSOE por Toledo.
El programa se emitía en esa fecha refiriéndose al trasvase como uno de los temas más polémicos a nivel nacional.
Aquello creó una gran controversia puesto que hablaban de que Murcia, Almería y Alicante iban a aprovecharse del agua del Tajo, mientras que las ciudades cedentes sufrirían retrocesos debido a las cesiones de este recurso.
Otro de los temas de los que se habló fue el coste del agua del trasvase que era cuatro pesetas por metro cúbico para riego y a ocho pesetas por metro cúbico para abastecimiento. Hoy, los regantes pagan el agua a 9 céntimos de euros el metro cúbico y temen que se la suba a 17.
La discusión de dicho programa, que duró más de tres horas de emisión, trajo lo que todavía hoy sigue: una conflicto entre territorios, con la necesidad de que el Estado se pronuncie ya que es éste el único que tiene las competencias por tratarse de un río que atraviesa varias comunidades autónomas.
Ahora, la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, que fue pactada por el PSOE y el PP de dicha comunidad alimentados además por la derogación del trasvase del Ebro, pone a la Región en pie de guerra puesto que, a pesar de que se hayan construido desaladoras o se propongan otros trasvases, se considera que serán un complemento al Tajo-Segura pero en ningún caso serán sustitutivos al acueducto que tanta riqueza ha traído consigo.
La creación del trasvase no data de la fecha de la finalización de las obras en 1978 o de su primer envío en marzo de 1979 sino de 1933, durante la Segunda República. Fue ahí cuando el ingeniero de caminos Manuel Lorenzo Pardo diseñó el trasvase dentro de su proyecto de obras hidráulicas para acabar con el desequilibrio hidrológico del país.
Pardo falleció y la idea quedó paralizada hasta que Francisco Franco visitó la Región en junio de 1963. El propio caudillo, en el balcón del Ayuntamiento de Cartagena, anunció que si se recibían aguas potables para abastecer, también vendría agua para regar los campos.
A partir de ahí, se hicieron los trabajos pertinentes hasta que el Consejo de Ministros aprobó en 1967 el aprovechamiento conjunto del Tajo-Segura, que permitiría compensar el desequilibrio hidráulico entre las diversas cuencas españolas.
Once años después, y superados los problemas planteados en la fase final de la construcción del Talave, se dio por finalizada la obra. Oficialmente, el primer trasvase de agua del Tajo al Segura se realizó a las ocho de la mañana del 20 de marzo de 1979 y se considera oficial, porque según reconoce en privado un destacado político de la época, los primeros envíos se llevaron a cabo a escondidas “para no empezar ahí con la guerra entre comunidades”.
El trasvase Tajo-Segura, que costó 945 millones de euros aproximadamente, recorre 300 kilómetros de longitud al atravesar Castilla-La Mancha para llevar agua desde la cabecera del Tajo hasta el Segura. En total, son 88 las comunidades de regantes que se abastecen de esta infraestructura.
La déficit de agua en el Segura era estructural y se necesitaba agua traída desde otras cuencas para mantener un nivel de desarrollo parejo al de nuestros ciudadanos vecinos ya que la capacidad de abastecimiento no existía, el Segura no daba para más y la mayoría de los acuíferos estaban agotados, esquilmados o salinizados.
A partir del primer envío, lo que parecía ser la solución a los problemas de sequía, fue y sigue siendo un “hacha de guerra” entre los territorios cedentes de estos recursos y han llegado a afirmar que esta gran obra faraónica, que ha sido una de las más importantes de España, constituye el mayor fracaso de la ingeniería hidráulica del país.
Con su puesta en marcha, y con el decreto de 26 de julio de 1982 se creó la Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura para supervisar el régimen de explotación de esta obra, aprobar el agua a trasvasar y la coordinación con las confederaciones hidrográficas afectadas –del Tajo y del Segura–.
Además, también está la ley de 19 de junio de 1971, que establece que si a principios del mes de julio las reservas existentes en la cabecera del Tajo son inferiores a 554 hectómetros cúbicos, el responsable de la aprobación del trasvase es el Consejo de Ministros.
Los decretos ley, así como la Comisión de Explotación y el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (1982) se crearon para defender y administrar el agua procedente de dicho trasvase.
En 1980 comienzan, ante toda España, las críticas sobre la apertura del trasvase con la emisión del programa ‘La Clave’ de TVE. Allí, un jovencísimo José Salvador Fuentes Zorita (entonces miembro de la Diputación Provincial de Murcia) y hoy presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, junto al senador de UCD por Murcia, Antonio Pérez Crespo, lucharon por la defensa del Tajo-Segura contra unos enfadados Pedro Cañada Castillo, senador de UCD por Cáceres, García Pineda, diputado por Toledo, y Manuel Díaz-Marta, senador del PSOE por Toledo.
El programa se emitía en esa fecha refiriéndose al trasvase como uno de los temas más polémicos a nivel nacional.
Aquello creó una gran controversia puesto que hablaban de que Murcia, Almería y Alicante iban a aprovecharse del agua del Tajo, mientras que las ciudades cedentes sufrirían retrocesos debido a las cesiones de este recurso.
Otro de los temas de los que se habló fue el coste del agua del trasvase que era cuatro pesetas por metro cúbico para riego y a ocho pesetas por metro cúbico para abastecimiento. Hoy, los regantes pagan el agua a 9 céntimos de euros el metro cúbico y temen que se la suba a 17.
La discusión de dicho programa, que duró más de tres horas de emisión, trajo lo que todavía hoy sigue: una conflicto entre territorios, con la necesidad de que el Estado se pronuncie ya que es éste el único que tiene las competencias por tratarse de un río que atraviesa varias comunidades autónomas.
Ahora, la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, que fue pactada por el PSOE y el PP de dicha comunidad alimentados además por la derogación del trasvase del Ebro, pone a la Región en pie de guerra puesto que, a pesar de que se hayan construido desaladoras o se propongan otros trasvases, se considera que serán un complemento al Tajo-Segura pero en ningún caso serán sustitutivos al acueducto que tanta riqueza ha traído consigo.
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