viernes, 27 de marzo de 2020

Paralización e innovación urgente obligada / Ángel Tomás *

La expansión mundial incontrolada de la epidemia originada por el coronavirus llamado Covid-19 ha obligado a una paralización integral, con excepción de los sectores sanitario y alimentario, iniciándose una crisis estructural en la economía internacional por el impacto, hasta ahora incontenible, de una epidemia desconocida que ha afectado en paralelo a la oferta y a la demanda.

La necesidad urgente de acudir, en principio, a la adopción de toda clase de medidas para la contención y progresiva extinción de la pandemia, ha obligado a los bancos centrales a aumentar la masa monetaria necesaria para apoyar a las empresas y consumidores con el establecimiento de programas nuevos financieros, de magnitud nunca alcanzados, con el fin de sustentar a los gobiernos y sistemas financieros nacionales e internacionales, forzados por la paralización de los mercados, la reclusión por cuarentena, el profundo descenso de la actividad económica, y consecuencia de todo ello, el paro a niveles no conocidos ni pre vistos.

No es el mismo receso producido por los desequilibrios y crisis anteriores. En este caso, puede generarse una extensa paralización de gran parte de la economía mundial, como lo demuestra el paro, la caída del consumo, de las cotizaciones de losvalores mobiliarios en todas las Bolsas, la volatilidad de las divisas y la bajada de las recaudaciones tributarias. Tampoco ha sido consecuencia de gestiones caóticas, ha sido la aparición de una nueva y lamentable perturbación contra la salud y la vida humana, totalmente inesperada.

Se precisa con la máxima urgencia volver a la estabilidad mediante coordinación, unión y solidaridad, ya que la solución de más austeridad no es aplicable. Es cuestión de altos niveles de fondos de rescate, sin el establecimiento de límites previos, ante la imperiosa necesidad de facilitar la financiación. 

Sin la aplicación urgente de soluciones sanitarias que detengan y eliminen la pandemia, comprometiendo el futuro de las reestructuraciones económicas, sistemas de vida y relaciones nacionales e internacionales, el futuro sería insostenible. No se trata de sembrar alarma injustificada, sino de no ocultar hechos reales y las profundas consecuencias que han comprometido el futuro de la convivencia y el bienestar económico y, sobre todo, social.

La solución se estima que sólo está en proceder sin pérdida de tiempo al análisis detallado de los hechos y de la penosa coyuntura actual.

Es precisa la creación de estructuras de cambio orientadas a la rehabilitación, la estabilidad y el crecimiento continuado para un futuro diferente y prever con políticas comunes y complementarias internacionales, prescindiendo y rechazando sistemas de gestión y administración creados por partidos políticos con pretensión de imponer sus filosofías, en la mayoría de los casos carentes de experiencia, formación, solidaridad e ideas inteligentes al servicio de la sociedad y la convivencia. Es necesario concebir una estructuración mental nueva.

El actual sistema impedirá el crecimiento económico y será inservible para la necesaria recuperación del shock más severo conocido, consecuencia de la agresiva y veloz extensión del Covid-19, de nefastas consecuencias.

Sin entrar en un análisis exhaustivo, destaquemos hechos y desequilibrios de consecuencias inaceptables, anteriores y de la crisis en desarrollo actual:
 
* Apoyo insuficiente y no prioritario a la investigación y a los órganos de asistencia de la salud que, sin embargo, cuenta con equipos técnicos y auxiliares especializados de excelente preparación y experiencia.
 
* Cierre masivo temporal y en parte definitivo de empresas, ocasionando descapitalización y un paro histórico.

* Caída del consumo, de la oferta y de los servicios.
 
*Un sistema financiero con experiencia y profesionalidad, pero necesitado de menos intervencionismo y en ocasiones de más apoyo monetario.

* Promoción de la inversión pública flexibilizando los compromisos presupuestarios asumidos.

* El presupuesto necesita cubrir unos objetivos establecidos, previo estudio, desarrollo y control de los mismos y facilitar la medida de los costes monetarios, posibilitando la suma de los gastos relacionados entre los departamentos de la estructura administrativa del Gobierno, y ofrecer datos básicos que hagan posible el desarrollo de la economía nacional.

Para una cultura del gasto e inversiones necesarias y productivas, se impone un nuevo modelo presupuestario de tamaño óptimo para un innovado crecimiento progresivo, dentro de un equilibrio macroeconómico estable e interrelacionado que cumpla con el llamado Presupuesto de Ejecución (Performance Budgeting) y no funcional. Estados Unidos así lo entendió y, a partir de 1947, el Gobierno federal los inicia “por programas” o de ejecución eficiente. 

Posteriormente, en 1962 se pasó al de “Base 0”, renovado en 1971 para evaluar y controlar el comportamiento de los distintos departamentos frente a lo presupuestado, iniciándose en 1979 la carga de la prueba y el control fiscal a cada responsable de cada departamento.

* El sector alimentario, y en especial la agricultura y la ganadería, precisan de protección y apoyo sin olvidar que es una rúbrica esencial de la balanza de pagos. Nuestras tierras y clima son excelentes, y los agricultores profesionales tradicionales de siglos de reconocido prestigio internacional.

Para construir el futuro de una nueva estructura económica global hace falta unión, colaboración, esfuerzo, sacrificio y trabajo en equipo.

Es precisa la colaboración internacional y aceptar las limitaciones de la globalización, pero, sobre todo, establecer un marco financiero internacional que modere la volatilidad de los mercados, promueva la estabilidad y reduzca la incertidumbre.



(*) Economista y empresario

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