VALENCIA.- El anterior presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, elevó a su círculo de amigos de El Picarol a la categoría de organigrama del Consell. Entre 1995 y 2003, más de la mitad de los miembros de esta peña, cuya máxima expresión colectiva consistía en alquilar un local para celebrar las fiestas de Benidorm, ocupó cargos públicos, alguno en la primera línea como Fernando Modrego, que fue consejero de Medio Ambiente. Otros, fueron subsecretarios, directores generales o cargos medios, según cuenta "El País".
Pero ese esplendor fue oxidado por el tiempo y los acontecimientos. Zaplana fue reemplazado por Francisco Camps, y apenas un día después de haber sido elegido presidente de la Generalitat, el 26 de mayo de 2003, ambos se reunieron en el Club de Tenis de Valencia, donde mantuvieron un almuerzo para abordar los planes de futuro.
El nuevo presidente afianzaría el suyo sobre la tierra batida de ese escenario, que acabaría arruinando las expectativas del entonces ministro de Trabajo. Como aspirante a la presidencia, Camps ya había recurrido a las instalaciones de esta selecta sociedad deportiva como un santuario para encomendarse a las urnas. Lo había hecho mediante un almuerzo con varios deportistas valencianos que respaldaban su candidatura, entre los que se encontraba su amigo y preparador Rafael Blanquer. El Club de Tenis le había dado suerte y, frente a un entorno orgánico y administrativo diseñado por su antecesor, le aportaba comodidad.
Camps jugaba al tenis desde joven, inicialmente en el Club Español de Rocafort. Pero a principios de los noventa, tras entrar de lleno en la política como concejal de Tráfico del Ayuntamiento de Valencia, empezó a frecuentar las instalaciones de la calle del Botánico Cabanilles. Por entonces, como ahora, acceder a la condición de socio era harto difícil: hay una larga lista de espera y, además, supone un importante desembolso económico, casi 24.000 euros por persona en la actualidad.
Bien es verdad que en el club hay socios de honor, personas a las que por su relevancia se les abren las puertas y que pueden jugar al tenis, sin pagar cuota pero sin derecho a voto. El legendario tenista Alberto Arilla, así como Juan Carlos Ferrero, lo son. También recibió ese título Zaplana, aunque no tanto por su cargo como por su contribución a la concesión del torneo de la ATP.
Pero Camps no accedió a la condición de socio por esta vía, sino por su matrimonio con Isabel Bas, cuya familia pertenece al club. Lo cierto es que a Camps, "hasta que no fue presidente apenas se le vio en el club", refieren varios socios. Pero el presidente no sólo aumentó su presencia en las instalaciones, en las que según éstos "ahora le guardan la pista", sino que pronto se estableció una correspondencia entre el club y la Generalitat hasta convertirse en el nuevo vivero de cargos para el Consell.
El ex secretario autonómico de Sanidad, Manuel Cervera, es socio desde hace varios años como jugador de pádel, aunque "no iba por el club". Hace unos ocho meses regresó y desde entonces su presencia se ha intensificado. El pasado 28 de junio fue nombrado consejero de Sanidad. En la misma consejería, otros dos socios del Club de Tenis Valencia, José Clérigues Belloch y Pilar Viedma Gil de Vergara ocupan las direcciones generales de Farmacia y Orden, Evaluación e Investigación Sanitaria, respectivamente.
Clérigues, además, es vocal de la junta directiva. Asimismo, la actual secretaria autonómica de Cohesión Territorial, Paula Sánchez de León, pertenece al club "de toda la vida". En este caso se encuentra también Daniel Moragues, director general del Impiva y vocal de la junta directiva del club.
La frecuente presencia de socios en el Consell ha empezado incluso a provocar el efecto contrario, y algunos cargos ajenos al Club de Tenis se han acercado a la sociedad. Es el caso del responsable de la Consejería de Presidencia, el vicepresidente Vicente Rambla, que ha ingresado recientemente, no sin cierta polémica.
El Club de Tenis de Valencia fue fundado en 1905 bajo el nombre de Sporting Club. Si en su inicio acogió en exclusiva a la nobleza, que era la que jugaba a un deporte tan elitista como el tenis, luego fue abriéndose a las familias adineradas y los profesionales liberales hasta reunir unos 5.000 socios. Pese a que el tenis se ha convertido en un deporte más, el acceso a nuevos socios es muy restringido, puesto que no dispone de pistas suficientes para dar satisfacción a las nuevas demandas. En este momento existe una lista de espera con más de cien peticiones para lograr el alta en la sociedad, sin embargo, Rambla, logró el ingreso "con manga ancha", según relata un socio.
Rambla se apuntó a la lista de espera en la época del anterior presidente del club, Manuel Álamo, quien le ofreció la posibilidad de jugar cuando quisiera. Un privilegio que el entonces consejero de Sanidad sólo quiso aprovechar de forma esporádica. Sin embargo, cuando Luis Gómez Artés fue elegido presidente, accedió enseguida a la condición de socio, gracias a que el club no respetó la lista de espera.
El hecho ha causado malestar en varios miembros del club, que no se explican cómo Rambla, que "además es de Castellón", ha conseguido penetrar en un círculo cerrado con tanta facilidad. Algunos socios han protestado por los privilegios que el club concede a algunos de estos socios vip, que con frecuencia reciben trato de favor a la hora de reservar pista para jugar. Algo que nunca antes había sucedido.
La clave, sin duda, está en la junta de la sociedad, presidida por el abogado Gómez Artés, que oportunamente acaba de ser nombrado secretario de la Federación de Cajas de Ahorro de la Comunidad Valenciana, y en la que Rafael Cervera, antiguo director general de operaciones de Tissat (y hermano del ex secretario de Deportes José Emilio Cervera), ocupa la vicepresidencia general.
Éstos, de acuerdo con el testimonio de algunos socios, han conformado un lobby a partir de las relaciones derivadas de esta fructífera interacción con la Generalitat, y además lo ostentan "para marcar su poderío". La situación ha motivado incomodidades y varias reprobaciones verbales de socios, que consideran que el club no debe desviarse de su cometido deportivo ni solaparse con las instituciones públicas.
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