MADRID.- Diputados y senadores mostraban temor y preocupación en los
pasillos de las cámaras ubicadas en Madrid por los incidentes sucedidos
en Alicante durante la inauguración del AVE. Lo que se preveía un día de
fastos y fanfarrias se transformó, gracias a la actitud decidida de
casi un millar de ciudadanos, en un acto de rebeldía frente a Mariano Rajoy, el príncipe Felipe y la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo,
imputada por corrupción. Los vídeos ciudadanos, alguno de los cuales
alcanzó 70.000 visitas en 48 horas, han permitido calibrar el alcance de
las ruidosas protestas de los alicantinos.
Los parlamentarios españoles temen que las protestas en las
inauguraciones políticas de las millonarias obras públicas, que se
sucederán durante un año hasta las próximas elecciones europeas,
transformen lo que todos creían “un sueño” para una ciudad en una
“pesadilla” para quienes acuden a lo que vulgarmente se llama “hacerse
la foto”. Y muestran su “temor” porque ya no está garantizada su
seguridad personal, algo que han podido comprobar los numerosos cargos
públicos de PP y PSOE que acudieron a la cita, entre ellos la ex
ministra socialista Magdalena Alvarez, conocida como “Maleni”, que acudió a respaldar a Rajoy, el príncipe Felipe y los ministros Ana Pastor y García Margallo.
En el Congreso de los Diputados y en el Senado se conoce ya
oficiosamente como “la rebelión de Alicante” lo que acaeció el 17-J en
esta ciudad. Y en los pasillos de las cámaras no se hablaba de otra
cosa. Aunque las televisiones oficiales minimizaron todo lo que pudieron
las protestas, gracias a los vídeos emitidos en internet,
particularmente en youtube, se ha sabido que la mayor parte de los
ciudadanos alicantinos que acudieron a la inauguración de esta fastuosa
obra, lejos de alegrarse por ella, asistieron no para aplaudir sino para
protestar pacífica pero ruidosamente.
Los políticos que se expresaban confidencialmente en las cámaras eran sobre todo pertenecientes a la Comunidad Valenciana, pero también de otras zonas limítrofes o cercanas como Murcia, Castilla la Mancha, Cataluña, Aragón o Andalucía.
Y en todos ellos se evidenciaba un rostro de preocupación, mezclado a
veces con la ansiedad: a partir de este 17-J en Alicante, ya nada será
lo mismo.
Lo que el político local considera como un “día de gloria personal”
(la inauguración de una costosa obra pública para “hacerse la foto” con
ministros, presidentes y hasta miembros de la Casa Real) ahora es un
acto público que es sinónimo de “bochorno”, “deshonra” y hasta “peligro
para nuestra integridad personal”, según comentaban entre ellos en
privado. Y es que los alicantinos, quizás sin saberlo, han reproducido lo que hace un siglo y medio ocurrió en la cercana ciudad de Cartagena:
el 12 de julio de 1873 los ciudadanos cartageneros también mostraron su
rebeldía y se sublevaron contra sus autoridades para expresar su
descontento. En aquel 12-J se acuñó la conocida frase española de “¡Viva
Cartagena!”, sinónimo durante muchos años del cantonalismo como
expresión de rebeldía popular frente al naufragio del Estado.
La tumultuosa inauguración del AVE de Alicante también ha puesto en
guardia a la “clase política” española por otros dos motivos. Sabedores
de que los jueces respaldan el derecho de manifestación y protesta de
los ciudadanos, los sindicatos policiales han advertido a sus afiliados
que no pueden quebrantar este principio constitucional porque también
ellos van a hacer uso del mismo y está penado por la ley reprimirlo. Al
tiempo, los diputados y senadores han conocido que en las recientes
protestas que han tenido lugar en Brasil, han sido los propios policías
los que se han puesto de parte de los manifestantes, en algunos casos incluso deponiendo sus armas, lo que ha obligado a recular a la presidenta Dilma Rousseff.
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