domingo, 20 de octubre de 2019

El grado de sal del caudal del río Segura duplica el umbral apto para regar


ORIHUELA.- Los análisis sobre la conductividad del agua que circula por el Segura en el último aguas abajo del límite con la Región de Murcia arrojan registros de hasta 5.000 microsiemens. El límite máximo de tolerancia de los cítricos de agua salina se sitúa en torno a los 2.000 mientras que el resto de cultivos es todavía más reducido.

Durante el último mes el cauce del Segura ha presentado un aspecto bastante más caudaloso del habitual. Normalmente el agua que circula entre Orihuela y Almoradí no sobrepasa el metro y medio por segundo. 
Durante este mes, según los datos registrados por la Confederación Hidrográfica del Segura, el cauce acoge en torno cinco o seis metros cúbicos por segundo. 
Durante la riada de septiembre eran más de doscientos metros por segundo en algunos puntos de la Vega Media y la Vega Baja.
No es un problema nuevo para el sector agrícola que se nutre de agua del río. La salinidad también se dispara en época de sequía cuando el río se queda en las últimas de volumen de agua, una vez que se derivan en Ojós los caudales procedentes del trasvase del Tajo y los propios de la cuenca del Segura.

Por otra parte, el embalse de Santomera está al 47,6 % de su capacidad. Casi la mitad del vaso de esta infraestructura construida para evitar riadas está lleno. Ahora almacena 12,2 hectómetros de agua inviable para el uso agrícola por su elevada salinidad -el objetivo de la infraestructura no es reservar agua-. En septiembre pasado, horas antes de arreciar, la gota fría apenas almacenaba 2,5 hm3. En solo dos días, entre el 12 y el 13 de septiembre recibió 21 hectómetros y se llenó.
La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) tuvo que activar en toda su capacidad los aliviaderos situados a media altura para no comprometer la propia seguridad de la presa. El agua llegó incluso a rebasar el aliviadero superficial, un desagüe por el que llegó a evacuar 20 metros cúbicos por segundo.
La CHS puso en marcha todas estas medidas siguiendo las normas de explotación del embalse para no comprometer la seguridad de la presa (el agua llegó a los 37 metros de altura de la corona sin rebasarla) mientras se evacuaban a casi 3.000 personas aguas abajo de forma preventiva.
Ese desagüe de emergencia provocó un incremento sustancial del caudal fuera aguas abajo, en el Segura. También inundaciones en zonas aledañas a la huerta por la rotura del propio canal encargado de llevar ese agua de la presa río Segura. Pero la presa evitó que fuera catastrófico.
Desde entonces la CHS ha sido incapaz técnicamente de vaciarlo. Porque la situación ideal en estos momentos es que el embalse estuviera casi vacío para contar con toda la capacidad de almacenamiento en época de precipitaciones torrenciales.
La mayor parte del año el embalse no retiene ni 2 hectómetros cúbicos. No es la mejor situación para poder afrontar un nuevo episodio de gota fría sin peligro de que la avenida de la rambla salada y la derivación de caudales de la rambla de Abanilla (río Chícamo) colmaten de nuevo la infraestructura.
Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología hablan de acumulados de entre 100 y 150 litros por metro cuadrado entre el lunes y el miércoles que viene en esta zona. La situación de emergencia que se vivió en septiembre se produjo con registros excepcionales de hasta 500 litros por m2.
¿Qué ha pasado para que en un mes no se haya desalojado toda el agua? Los caudales recogidos durante al gota fría tienen un alto grado de conductividad -sal en el agua- porque los terrenos de la cuenca vertiente por la que discurre el agua superficial de las ramblas Salada y Chícamo- son muy salinos.
El embalse es una infraestructura construida para evitar los daños materiales y humanos que provocaba esta rambla en Santomera y en la ribera del Segura antes de su construcción en 1960. Pero el único cauce al que se puede aliviar el agua excedente es al Segura.
La CHS no ha podido desaguar con más rapidez y volumen porque la salinidad del agua se trasladaba a la red de acequias y azarbes que riega la Vega Baja y al propio río.

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