En las pruebas de molnupiravir han participado 775 adultos con síntomas de COVID-19 leves a moderados que se consideraba que tenían un mayor riesgo de enfermedad grave debido a problemas de salud. Los adultos que tomaron la píldora de molnupiravir de Merck dentro de los cinco días siguientes después de mostrar los síntomas de COVID-19 experimentaron aproximadamente la mitad de la tasa de hospitalización y muerte en comparación con los pacientes que recibieron un placebo, según la investigación de la compañía. Pero no se ofrece ningún dato ni de uno, ni de otro.
La experimentación requirió, también, que los pacientes tomaran la píldora de molnupiravir dos veces al día durante cinco días. Los resultados mostraron que el 7.3% de los pacientes que tomaron molnupiravir fueron hospitalizados hasta el día 29, mientras que el 14.1% de los pacientes que tomaron la píldora simulada fueron hospitalizados o murieron. Además, molnupiravir demostró eficacia contra las variantes gamma, delta y mu. Esto siempre según la compañía, pero sin aportar ningún dato excepto porcentajes.
Lo más llamativo de esta experimentación es cuando nos hablan de los efectos secundarios del medicamento. Según informa la propia compañía, un 40% de los participantes a los que se les administró placebo sufrieron ¿efectos secundarios? Mientras de los participantes a los que se les administró el medicamento que pretenden que se les apruebe lo sufrió un 35%. Aunque atentos, que aquí viene lo bueno: no han informado sobre los efectos secundarios que han sufrido, ¿les suena de algo?
El caso es que para Robert Davis, director ejecutivo y presidente de Merck, “con estos resultados convincentes, somos optimistas de que el molnupiravir puede convertirse en un medicamento importante como parte del esfuerzo mundial para combatir la pandemia”, como no podía ser de otra forma. Otro “invento” que no inspira ninguna confianza, más bien todo lo contrario.
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