“Durante cuatro meses, las informaciones alarmistas comunicadas por Estados Unidos, Reino Unido y la OTAN, y ampliamente difundidas por los medios de comunicación, han informado de una inminente ofensiva de las fuerzas rusas sobre Ucrania… ¿Tiene Rusia planes para invadir Ucrania?
“El análisis de los hechos muestra que nos enfrentamos a un escenario mediático urdido desde cero en Washington, que recuerda al que legitimó la invasión de Irak en 2003, con el triple objetivo de empujar a Moscú a cometer un error, movilizar a los europeos detrás de Estados Unidos y la OTAN, y distraer de los problemas internos del Presidente estadounidense y del Primer Ministro británico.
“Hay que reconocer que los voceros a sueldo del otro lado del Atlántico tienen un talento innegable para escenificar una amenaza rusa y una agresión que no existen; luego, cuando Moscú no cae en la trampa, una creatividad sin límites para alimentar un escenario nunca falto de giros, que hace todo lo posible para mantenernos en vilo. A estos voceros a sueldo nunca les faltan argumentos… porque cada vez inventan otros nuevos. Su objetivo: ver realizadas sus predicciones autocumplidas y culpar a los rusos por la crisis”.
Tras presentar la cronología de la propaganda mediática del partido de la guerra y de las reacciones de Rusia, Denécé escribe: “|‘Según Jack F. Matlock, estamos siendo testigos en Estados Unidos de una estrategia elaborada por los voceros a sueldo de la Casa Blanca, amplificada por los medios de comunicación estadounidenses, para servir a un objetivo político interno’.
Enfrentado al aumento de la inflación, a los estragos de ómicron, a los reproches (en su mayoría injustos) por la retirada de Afganistán, así como la incapacidad de obtener el pleno apoyo de su propio partido para la Ley Build Back Better [el programa verde maltusiano del imperio británico para destruir la economía estadounidense], el gobierno de Biden se tambalea y experimenta unos índices de aprobación muy bajos mientras se prepara para las elecciones legislativas de este año…
“En efecto, un año después de entrar a la Casa Blanca, la acción de Joe Biden ya está lastrada: la inflación en un 7%, el manejo errático del Covid, el rechazo de su ley laboral por la Corte Suprema, proyectos de reforma bloqueados por el Senado (el rechazo del plan de gasto social de 1.750 billones de dólares por parte de su propia bancada, reforma electoral no validada), el índice de popularidad a media asta (solo un 33% de opiniones favorables cuando fue elegido hace menos de un año), la división de la bancada democrática, el regreso de Trump y sus seguidores, etc.
Se acumulan las dificultades para el Presidente estadounidense, que está en un callejón sin salida. Ahora divide casi tanto como su predecesor”.
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