La omnipresencia global del SARS-CoV-2 contrasta, sin embargo, con la información de aquellos territorios en los que, según los registros internacionales, este virus jamás ha hecho acto de presencia. De los 194 países soberanos reconocidos por la ONU en el mundo, solo en 5 nunca se ha documentado un solo caso de COVID-19 dentro de sus fronteras... oficialmente.
Las razones detrás de estas llamativas excepciones varían según cada país, pero destacan dos: los contundentes bloqueos informativos de dos gobiernos que impiden conocer qué está ocurriendo en realidad en sus territorios y el aislamiento drástico de recónditas islas del planeta.
Ninguna nación se tomó tan en serio el SARS-CoV-2 desde sus orígenes como Corea del Norte: el 21 de enero de 2020 dicho país cerró sus ya selectivas fronteras ante las primeras noticias que aparecían sobre el entonces misterioso coronavirus detectado en China. Estas fronteras siguen, a día de hoy, cerradas.
Niki Alsford, profesor de Estudios de Asia-Pacífico de la Universidad de Central Lancashire, explica en The Conversation cómo Corea del Norte se ha visto en una situación aún más precaria debido a un mayor hermetismo sociopolítico a causa de la expansión del coronavirus por el mundo.
La nación coreana también ha impuesto confinamientos y cuarentenas estrictas y extremas desde los orígenes de la pandemia. Cuando se detectó la epidemia en China, Corea del Norte rastreó a todos los visitantes procedentes de China en la ciudad de Raseon y los trasladó a una isla para pasar una cuarentena de un mes.
Por ahora, todos los informes semanales que elabora la OMS del sudeste asiático descartan casos positivos de COVID-19 en dicho país. Oficialmente, el coronavirus nunca ha infectado a ningún habitante en Corea del Norte. Sin embargo, la verdadera presencia del SARS-CoV-2 en su territorio es simplemente un misterio para el mundo exterior y muchos expertos desconfían de las cifras oficiales.
La opacidad informativa de Corea del Norte es la mayor en décadas, tanto por el cierre de las fronteras como por la salida de la casi totalidad de grupos humanitarios y diplomáticos extranjeros.
El bloqueo de las fronteras en dicho país asiático no solo ha supuesto la práctica desaparición del turismo extranjero, sino que también ha debilitado aún más el comercio y el contrabando con los países vecinos, entre los que destacan China y Rusia.
Esto ha afectado a la economía del país y ha causado una importante escasez de alimentos, tanto que la propaganda informativa habitual ha dejado paso a una inesperada declaración de debilidad al mundo exterior: el propio líder de Corea del Norte reconoció formalmente en junio de 2021 que se estaban enfrentando a una "tensa" escasez de comida. Expertos de la ONU han aconsejado aliviar las sanciones a dicho país por la amenaza de desnutrición que se cierne sobre sus ciudadanos más vulnerables.
A pesar de su delicada situación, Corea del Norte volvió a sacar pecho ante el mundo recientemente: el pasado septiembre el gobierno rechazó 3 millones de dosis de las vacunas Sinovac (procedentes de China) que les correspondían por el programa COVAX, expresando sus dudas sobre su eficacia contra la COVID-19. En su lugar, ofreció estas vacunas a países con escasez de dosis, que estaban siendo más golpeados por la pandemia.
Turkmenistán: un agujero negro informativo en donde el coronavirus no existe
El país, localizado en Asia central, es aparentemente un oasis libre del azote SARS-CoV-2, a diferencia de los países de alrededor que sí registran casos de COVID-19 en sus territorios. El excéntrico presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedow, dirige la nación de casi 6 millones de habitantes con mano de hierro y mantiene un duro bloqueo informativo comparable a Corea del Norte. La opacidad informativa impuesta en el país dificulta conocer su situación real y Berdimuhamedow trata de mantener la apariencia de ser un país al margen del coronavirus.
Desde julio de 2020, el gobierno ha ordenado a sus habitantes la utilización de mascarillas por "las altas concentraciones de polvo" en el aire. También solicitó mantener una distancia de seguridad entre las personas de al menos un metro, sin dar más explicaciones. Fue también en julio de 2020 cuando una misión de la OMS visitó el antiguo país soviético para analizar su respuesta al coronavirus. No pudieron confirmar ningún rastro de COVID-19, pero alertaron del "aumento del número de casos de infecciones agudas respiratorias y neumonías".
A pesar de que términos como "coronavirus" o "COVID-19" brillen por su ausencia en documentos oficiales, certificados médicos y en los medios de comunicación del país para referirse a su propia situación epidemiológica, las filtraciones informativas que logran salir al exterior muestran un país con escasos recursos sanitarios en el que la COVID-19 está muy presente y ha causado olas de infecciones.
El presidente de Turkmenistán considera que las noticias de casos de COVID-19 en su país son "fake news" y comunicó a las Naciones Unidas el pasado septiembre que la respuesta a la pandemia no debería estar "politizada".
Tonga, Tuvalu y Nauru: recónditas islas salvadas por su aislamiento
Cuando una pandemia mundial azota el mundo, los países localizados en pequeñas islas en medio de la nada oceánica, con apenas movimiento de turistas y una gran independencia del resto de naciones, tienen una ventaja decisiva para evitar que el coronavirus llegue a sus puertas.
Este ha sido el caso de tres diminutas naciones que se encuentran en islas de Oceanía: Tonga, Tuvalu y Nauru. Su privilegiada situación, junto con el cierre total o parcial de sus fronteras y cuarentenas estrictas, ha permitido que estos 3 países sean, probablemente, los únicos que verdaderamente han podido vivir sin un solo caso de COVID-19 entre sus habitantes, por ahora.
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