Un amigo vasco, culto, leído, brillante, irónico, con un sentido del
humor muy peculiar, me envía un correo “A propósito de Rajoy” y me
cuenta que en Enero de 1.912, el sacerdote católico Thomas Byles, hijo
de un pastor protestante inglés, escribió estas líneas a su hermano
menor, quien se disponía a contraer matrimonio en Nueva York: “Hace unos
días, en Clacton-on-Sea, mantuve una larga conversación con Sir Winston
Churchill. Le dije que cuando comprobara que la relación con sus
votantes iniciaba un declive debía retirarse porque, al contrario de lo
que ocurre con el matrimonio entre católicos, el existente entre el
político y sus votantes se fundamenta en un contrato de servicios que se
extiende mientras dure la confianza y el ansia de vivir juntos entre
mandante y mandatario”.
El padre Byles, me sigue contando mi amigo, cuyo nombre me reservo,
dijo misa el 14 de abril de 1.912 para los pasajeros de tercera clase
del Titanic la mañana del hundimiento. El sermón versó sobre la
necesidad de un salvavidas espiritual mediante la oración y los
sacramentos cuando está en peligro el naufragio espiritual. Mariano,
termina diciéndome mi amigo, debería reflexionar sobre las
recomendaciones del piadoso sacerdote, sobre el Titanic del PP, sobre la
vigencia de su contrato de servicios con el pueblo y sobre lo que, en
1.945, ocurrió al entonces carismático Lord del Almirantazgo británico”.
Mi amigo me aclara que me escribe desde la Iglesia de San Antón, en
Bilbao, el patrono de quién el pasado sábado en plena reunión del
partido en el País Vasco, le dijo al Presidente del Gobierno en
funciones: “Mariano, estamos hasta los cojones de la corrupción en el
PP”. La respuesta de Mariano fue: “imagínese hasta dónde estoy yo”. Este
cronista se imagina o, se puede imaginar, hasta dónde debe estar el
Señor Presidente del Gobierno, cuando cada mañana se levanta con la
noticia de otro “caso aislado” de corrupción a los que él suele hacer
frente con la explicación de todas las medidas que se han tomado durante
su mandato para regenerar la vida política.
La mañana de este lunes en el que se ha reunido el Comité Ejecutivo
del Partido para transmitir, dentro del caos reinante, una cierta
sensación de normalidad, el señor Presidente del Gobierno se habrá
quedado de piedra al conocer por El Mundo, que la mitad de los
que le votaron el pasado 20 de Diciembre quieren que dimita. Ese
porcentaje se eleva al 72% de los encuestados que admiten, en cierto
modo, estar “hasta los cojones de la corrupción”. Esa corrupción que
está creando un ambiente irrespirable, pero que ni siquiera ha salido a
relucir en el Pleno del Comité Ejecutivo. Nadie se va levantado a pedir
la palabra. Nadie le ha querido llevar la contraria a Mariano Rajoy y
nadie ha querido hacerse eco de todos esos rumores que hablan de
malestar y desconcierto en el partido por los últimos escándalos de
Valencia y Madrid.
La versión oficial del cónclave popular, es que todo el poder
territorial está detrás de Rajoy, que existe un apoyo unánime a que, si
fracasa Sánchez, se presente a la investidura, que se sigue sosteniendo
que la mejor opción de Gobierno es una Coalición PP-PSOE-Ciudadanos, y
que no es bueno ahora abrir en canal el partido para buscar un sucesor
cuando Rajoy está dispuesto, a pesar de lo que digan las encuestas, a
encabezar la lista Popular en el caso de que se repitan las elecciones
el próximo 26 de Junio.
De este modo, en un ambiente tranquilo, pero de preocupación al
conocerse antes de que empezase la reunión, la detención del
exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau, acusado de un posible delito de
cohecho sobre el que se ha negado a declarar y determinados
informaciones sobre el expresidente de la Generalitat Francisco Camps,
quien según la UCO era el recaudador del dinero negro en Valencia y el
nexo de unión con Génova para la financiación ilegal del partido, el
líder del PP ha pedido a los suyos “serenidad” a la hora de tomar
decisiones sobre la corrupción y ha recordado que no hay que tomarlas
desde la “histeria”.
Rajoy dedicó una parte importante de su discurso a hablar de
corrupción, reivindicando las 70 medidas en materia de corrupción que el
PP ha tomado a lo largo de la pasada legislatura, así como la creación
de una gestora en el PP de Valencia y otra en el PP de Madrid, cuya
composición se aprobó formalmente en el Comité Ejecutivo.
Destacó, además, que las últimas expulsiones del partido se han
llevado a cabo en cuestión “de horas”. Según ha explicado Alicia Sánchez
Camacho, el Presidente ha criticado que el resto de partidos den
lecciones al PP sobre cómo atajar el problema y ha recordado que la
apertura del juicio oral como momento para expulsar a un cargo ya ha
sido propuesta por el PP. El ministro de Exteriores, José Manuel
García-Margallo, que no ha intervenido en el comité, ha recordado a la
salida que su propuesta es crear “un grupo de sabios españoles y
extranjeros” para que elaboren una especie de Libro Blanco con las
medidas que podrían tomarse contra la corrupción.
(*) Periodista
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