ALICANTE.- El uso de la energía geotérmica supondría un ahorro potencial máximo
de 500.000 toneladas de C02 al año en la provincia de Alicante, según un
estudio presentado hoy por la Diputación Provincial y el Instituto
Geológico y Minero de España (IGME).
"El Potencial Geotérmico de la provincia de Alicante" es el
título de este trabajo, que ha sido expuesto en el seno de unas jornadas
técnicas celebradas en el Museo Arqueológico de Alicante (Marq), a las
que han asistido el diputado de Agua y Ciclo Hídrico, Francisco Sáez; el
subdirector del IGME, Juan José Durán, y el presidente del Club del
Agua subterránea, Juan Antonio López.
Esta publicación es fruto del trabajo conjunto de profesionales de la corporación provincial y el IGME.
Sáez ha explicado que "el compromiso del gobierno provincial es
colaborar, tanto desde el punto de vista económico como de conocimiento,
para que la utilización de energías renovables sea una realidad en la
provincia, contribuyendo así a la mejora sostenible y a la reducción de
los niveles de CO2, tal y como nos exige el Pacto de los Alcaldes".
El libro se estructura en varias secciones. En la primera de
ellas se desarrolla el estado actual de las tecnologías existentes para
el aprovechamiento de este tipo de energía, que se obtiene de aprovechar
el calor que almacena la corteza terrestre por la presencia de
acuíferos subterráneos de agua caliente.
El manual incluye, además, un estudio cartográfico en el que se
detallan las potencialidades geotérmicas de las diferentes comarcas
alicantinas, junto a un análisis de viabilidad de posibles aplicaciones
prácticas y casos reales.
El estudio revela que la provincia de Alicante cuenta con
numerosas zonas favorables para las operaciones de media y baja
temperatura, ideales para la producción de energía eléctrica y
climatización.
Estas localizaciones se sitúan sobre todo en la Vega Baja y en la
cuenca alta del río Serpis, las de media, y en la cuenca alta del
Vinalopó, las costas de Benissa y Villajoyosa y el área de Xixona-Busot,
las de baja temperatura.
Las estructuras de climatización de muy baja temperatura sirven
para los sistemas de aire acondicionado y bombas de calor ya que, en
lugar de intercambiar calor o frío con la atmósfera como hacen los
equipos habituales, cuentan con unos intercambiadores enterrados en
pozos en el subsuelo, mucho más eficientes dado la temperatura constante
del mismo.
Las operaciones de baja y media temperatura se basan en la
utilización directa de agua caliente extraída del subsuelo, sobre todo
en circuitos de calefacción o como agua caliente sanitaria.
Este tipo de aplicaciones son interesantes para grandes edificios
o viviendas de nueva construcción y para los que se prevé un alto
consumo en climatización, ya que pueden suponer un ahorro de hasta un 40
% de energía.
Por ello, el estudio realizado por la institución provincial y el
IGME contempla dos aplicaciones específicas demostrativas del ahorro
energético y su rentabilidad, una en un centro asistencial de la Vega
Baja y otra en una residencia de mayores en la comarca de L'Alacantí.
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