El serbio rompió su silencio en una entrevista concedida en exclusiva a la BBC, un mes después de que fuera deportado de Australia tras haber intentado entrar en ese país de forma irregular, según determinaron las autoridades judiciales. El número uno del tenis, de 34 años, expone que él no se considera un activista antivacunas, pero que apoya la libertad de elección individual a la hora de inmunizarse contra el coronavirus.
De esta forma, Nole anticipa que irá hasta el final y que, si es preciso, está dispuesto a perderse el resto de la temporada antes de ser forzado a recibir una dosis. A la pregunta específica de si estaría dispuesto a renunciar a competir en Wimbledon y Roland Garros, o incluso a ser el mejor de la historia, el serbio es categórico: “Sí, ese es el precio que estoy dispuesto a pagar”.
“Me entristeció y decepcionó mucho cómo terminaron las cosas para mí en Australia. No fue fácil. Fue muy, muy duro”, revela Djokovic en el encuentro con la BBC. “Entiendo que hay muchas críticas y que haya gente que salga con teorías sobre la suerte o la conveniencia de aquel positivo. Pero nadie tiene la suerte de contraer el coronavirus. Millones de personas continúan luchando en el mundo contra esta enfermedad. Así que me lo tomo muy en serio. No me gusta que nadie piense que hice algo en mi favor para lograr una PCR positiva y así poder viajar a Australia”, agrega.
“Nunca he estado en contra de la vacunación, pero siempre he apoyado la libertad de decidir lo que te pones en el cuerpo”, prolonga el serbio, expuesto ahora a perder el trono del circuito en favor del ruso Daniil Medvedev, que puede arrebatárselo la próxima semana si vence en el torneo de Acapulco.
Bajo la normativa actual, Djokovic podrá competir a corto plazo en Dubái (del 21 al 26 de este mes), pero no así en Indian Wells (del 14 al 20 de marzo) ni Miami (del 28 al 3 de abril); después, a priori encontraría la puerta abierta en Montecarlo (del 10 al 17, porque habrían transcurrido menos de cuatro meses desde el positivo registrado el 16 de diciembre), Belgrado (del 18 al 24) y Madrid (del 1 al 8 de mayo, puede entrar en España acogiéndose a dos supuestos: uno, porque es residente en Mónaco y otro, porque es deportista profesional), pero no en el Foro Itálico de Roma (del 8 al 15).
Desde una perspectiva más profunda, el horizonte es todavía más oscuro para el serbio, ya que su decisión de no vacunarse le impedirá jugar en Roland Garros (del 22 de mayo al 5 de junio) y el US Open (fecha sin especificar, pero a finales de agosto). Es decir, ahora mismo el único gran trofeo al que podría optar sería el de Wimbledon (del 27 de junio al 10 de julio).
“Principios” antes que trofeos
El de Belgrado, ganador de 86 títulos como profesional y en posesión del récord de semanas (360) como número uno, así como plusmarquista (37, por los 36 de Nadal) en los Masters 1000, dice confiar en que las normas de algunos torneos cambien en el futuro y pueda así “jugar muchos más años” en el circuito.
“Los principios de las decisiones que tomo sobre mi cuerpo son más importantes que cualquier título o cualquier cuestión”, justifica. “Intento estar acorde con mi cuerpo. Siempre he estudiado el bienestar, la salud, la nutrición...”, defiende Djokovic, que asegura que gracias a ello ha logrado ser el deportista que es hoy. La dieta (es vegetariano), la meditación (sigue en Marbella las directrices del gurú Pepe Imaz) y el descanso, dice el tenista, han sido claves en su carrera.
“Tengo mi mente abierta”, comenta sobre la posibilidad de ser vacunado en el futuro, “porque todos intentamos encontrar una solución colectiva para terminar con el coronavirus”, concede. “Nunca estuve en contra de las vacunaciones. Entiendo que globalmente, todo el mundo intenta esforzarse para manejar el virus y ver si, afortunadamente, este termina”, añade Djokovic, que desde su expulsión de Melbourne ha permanecido en Belgrado y la semana pasada ya adelantó, tras un encuentro con el primer ministro de su país, Aleksandar Vukic, que en un plazo de siete o diez días ofrecería una explicación sobre lo sucedido. Entre otras cosas, sobre las irregularidades que se detectaron en el formulario de acceso a Australia.
“No se hicieron a propósito”, esgrime. De hecho, asegura, no fue deportado “por no estar vacunado, o por un error en el visado, todo ello fue aprobado por la Corte General de Australia”. El motivo último de su expulsión, dice, “fue que el ministro de Inmigración [Alex Hawke] utilizó sus poderes para cancelar una visa basándose en la percepción de que yo podría crear un sentimiento antivacunas en el país o en Melbourne, algo en lo que estoy completamente en desacuerdo”.
En su momento, Djokovic alegó que contaba con una exención médica para acceder a Melbourne. Sin embargo, Hawke canceló su visado bajo el argumento de que podía azuzar el movimiento antivacunas.
“¿Qué le diría a los antivacunas que declaran orgullosamente que Novak Djokovic es uno de ellos?”, le plantea el entrevistador de la BBC. “Yo digo que todo el mundo tiene derecho a actuar o a decir lo que consideren apropiado para ellos mismos. Nunca he dicho que sea parte de ese movimiento”, zanja Nole, el único jugador del top-100 que no ha recibido la inyección contra el coronavirus.
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