El Gobierno demócrata exigirá la vacunación de 17 millones de trabajadores de la salud en hospitales y otras instituciones que reciben fondos de los seguros de salud que atienden a los más necesitados, Medicare y el Medicaid. A estos hay que sumarles los 2,1 millones de empleados federales que estarán obligados a inocularse.
Los empleados federales tendrán 75 días de plazo para vacunarse y, si se niegan, entrarán en un proceso de “progresivas acciones disciplinarias”. El mandato contempla excepciones para las personas que no quieren recibir el tratamiento por motivos religiosos. Se trata de la primera gran economía occidental que impone la vacunación contra la covid a todos los trabajadores públicos de su Administración central.
La última semana de agosto, cuando más de 800.000 soldados
estadounidenses no estaban inmunizados, el Pentágono añadió la vacuna de
Pfizer-BioNTech
contra la covid al listado de vacunas imprescindibles para servir en el
Ejército. El secretario de Defensa, Lloyd Austin, ordenó a todas las
fuerzas armadas “imponer calendarios ambiciosos” para la vacunación
completa de las tropas.
Cada vez son más las compañías que exigen la vacunación a sus empleados, aunque el debate sobre la obligatoriedad no está resuelto. El presidente advirtió a los 80 millones de estadounidenses que no se quieren inocular y ha presionado en su discurso a las empresas privadas para que promulguen políticas de vacunación y medidas sanitarias más estrictas.
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