martes, 28 de septiembre de 2021

Giudicati Sardi / Enric Juliana *

 


No es la primera vez que los juzgados de Cerdeña entran en la historia de Catalunya, con repercusiones en toda España. Ya ocurrió hace más de seiscientos años, cuando uno de los cuatro juzgados de Cerdeña declaró la guerra a los catalanes, provocando daños de largo alcance al Casal de Barcelona, reinante en la Corona de Aragón hasta los albores del siglo XV.

Eran unos juzgados muy distintos al tribunal de Sassari que el próximo 4 de octubre deberá pronunciarse sobre la extradición de Carles Puigdemont a España, en el enésimo capítulo de un pleito que en estos momentos tiene perdido el Tribunal Supremo español, y que viene a demostrar cuan errónea ha sido la estrategia de querer resolver la cuestión catalana por la vía judicial.

Aquellos juzgados sardos, hijos de la descomposición del imperio bizantino, eran reinos medievales sin acento germánico, feudalismo corregido, esbozos de autogobierno, embriones democráticos en los que el pueblo llegó a tener el derecho a destituir al juez soberano ( judiche en sardo) si este se extralimitaba. Los reyes sardos tenían cetro, pero no llevaban una gran corona. Gobernaban controlados por asambleas electivas ( Corona de Logu ). Un experimento mediterráneo. Una modernidad asediada por las incursiones sarracenas.

A medida que se extinguía el dominio bizantino, Cerdeña quedó bajo la protección del Papa de Roma y acabó de desarrollar esas incipientes formas de autogobierno, dividiéndose en cuatro juzgados. Los cuatro Giudicati Sardi: Gallura, Torres, Arborea y Calari (Cagliari). El más potente y autónomo de los cuatro juzgados fue el de Arborea, en el centro de la isla. Y en un momento dado, Arborea se rebeló contra sus aliados catalanes.

En 1287, el papa Bonifacio VIII había concedido a la Corona de Aragón el derecho de conquista de Cerdeña, noticia de gran relieve puesto que las repúblicas marineras de Génova y Pisa también ambicionaban controlar el Mediterráneo occidental. Punto estratégico. Cerdeña daba grano y era una buena escala para las rutas hacia Oriente. El más fuerte de los cuatro juzgados sardos fue muy partidario de la llegada de los catalano-aragoneses, puesto que pisanos y genoveses estaban dominando el resto de la isla. Arborea estableció vínculos muy estrechos con la corte catalana, comprando propiedades cerca de Barcelona. 

El heredero de la judicatura arborea, Mariano de Bas-Serra , estudió en Barcelona y se casó con la noble catalana Timbora de Rocabertí . La alianza iba viento en popa hasta que Mariano empezó a recelar de los catalanes. No le gustaba como el rey Alfons el Benigne (Alfonso IV de Aragón) repartía tierras entre los nobles, estableciendo relaciones feudales que irritaban a la población sarda y debilitaban la autoridad del judiche . Tampoco le gustó que los catalanes se apoderasen de la ciudad de l’Alguer, hasta entonces en manos de los genoveses. 

Su proyecto era reunificar la isla y declaró la guerra a sus antiguos aliados. Tomó l’Alguer y el rey Pere el Cerimoniòs (Pere III de la Casa de Barcelona, Pedro IV de Aragón) envió una flota para reconquistar la plaza. Finalmente, pactaron. La Corona de Aragón recuperó l’Alguer, a cambio de una mayor autonomía de los juzgados sardos. El rey Pere no fue muy ceremonioso en l’Alguer. Expulsó a toda la población sarda y repobló la ciudad con colonos catalanes. 

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos no habría estado muy de acuerdo con aquella iniciativa, pero siempre hay que situar las cosas en su contexto. Año 1354. La Tierra no es plana, y la historia, tampoco. Se habla catalán en l’Alguer como consecuencia de aquella repoblación. El resto de la isla hablaba el idioma sardo, que todavía perdura.

Los de Arborea siguieron batallando contra los catalanes hasta que perdieron. Batalla de Seddori, en 1409. El ejército capitaneado por Martí el Jove , heredero al trono, masacró a las tropas dirigidas por Guillermo III de Narbona , heredero del combativo juzgado sardo. Martí el Jove no tuvo tiempo de contar su proeza, puesto que contrajo la malaria yendo al campo de batalla. Su padre, Martí l’Humà, murió al cabo de un año sin descendencia, extinguiéndose la dinastía catalana que durante tres siglos había encabezado, a la manera confederal, la Corona de Aragón. 

Tras densas negociaciones, el compromiso de Caspe eligió sucesor a Fernando de Aragón , más conocido como Fernando de Antequera, descendiente de los Trastámara castellanos. Su nieto fue Fernando el Católico.

Cerdeña continuó vinculada a la monarquía hispánica hasta principios del siglo XVIII, momento en que volvió a cruzarse con Catalunya. Durante la guerra de Sucesión, Cerdeña fue ocupada por los Austrias, que se la quedaron tras la firma del tratado de Utrecht en 1713. Gibraltar y Menorca para los ingleses, Cerdeña para los austríacos, y Barcelona, en llamas. 

Unos años más tarde, la isla fue cedida a la casa de Saboya, a cambio de Sicilia. Así fue como Cerdeña se convirtió en partícula fundamental de la futura unificación italiana, culminada en 1861. La pariente pobre del Risorgimento.

Cerdeña tiene, por tanto, una doble identidad: es muy italiana y a la vez suspira cada cierto tiempo por la independencia. De joven, Antonio Gramsci tuvo un momento separatista –cuenta uno de sus biógrafos, Giuseppe Fiori– , indignado por la pobreza extrema de la isla y los bajos salarios, en comparación con los que pagaban en el norte de Italia. El juzgado de Arborea podía haberse consolidado como embrión de un Estado nacional sardo de no haber sido derrotado por los catalanes.

Ahora tiene la palabra el juzgado de Sassari.

 

(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia

 

 https://www.lavanguardia.com/politica/20210926/7747667/giudicati-sardi.amp.html

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