Se dobla, dice el budismo Zen, pero no
se troncha. Y, cuando cesa el huracán, vuelve a su elegante y orgullosa
verticalidad. Quizá por eso el bambú sea una de las plantas más antiguas del planeta y una de las que crecen más rápidamente.
Ceder,
pero no quebrarse es lo que hace la gente inteligente cuando tiene que
negociar algo y entenderse con otros que, por lo general, tienen puntos
de vista distintos a los de uno y pleno derecho a tenerlos. Ser flexible
para mantenerse íntegro. Una antiquísima leyenda china equipara el
bambú con el comportamiento del caballero, que no es fuerte por fuera,
pero sí por dentro, con la fuerza de la voluntad y la inteligencia.
Llegar
a unas conversaciones que son vitales para las partes armado hasta los
dientes de ultimatums, condiciones inexcusables, prohibiciones y líneas
rojas, antes siquiera de haber intercambiado saludos con el interlocutor
y haber medido la fuerza del viento, es de imbéciles. De imbéciles
rematados.
Rivera,
de C's, es bambú. Cede en algo para conseguir lo que quiere de consuno
con el otro, PSOE, porque ambos coinciden en lo que no quieren: más
gobierno del PP.
Pequeño
inciso para aclarar: el Sobresueldos en funciones anda por Europa
explicando (ignoro en qué lengua) a los demás líderes que en España no
se formará gobierno y habrá nuevas elecciones en junio. Como siempre,
confunde la futura realidad con sus deseos. Felipe González, el "gatazo
tontiastuto" en sabia definición de Ferlosio, le ha ofrecido una fórmula
bambusoide de abstenerse y dejar gobernar al PSOE. Pero eso es echar
margaritas a los chanchos. Como buen español de Covadonga, Rajoy no
tiene nada de bambú sino que es una estaca tiesa, como la de la canción
de Llach, y se tronchará con el viento antes que abstenerse en la
investidura de un gobierno de progreso. Y se tronchará, por supuesto,
porque aún no se ha dado cuenta de que el país entero está pidiendo a
gritos que él y la banda de ladrones desaparezcan de la circulación y se
vayan a disfrutar de lo pillado (aunque es de esperar que los jueces
les obliguen a devolverlo) o a cazar talentos. Pero que se vayan.
Y si, para que se vayan, hay que constituir un gobierno polícromo como un mosaico bizantino, se hará.
Los de C's lo han entendido
y están retirando las condiciones inexcusables, las prohibiciones y
otras rigideces absurdas.Son pragmáticos y saben que la gente medirá la
sinceridad y verdad de sus intenciones si consiguen lo que pretenden:
formar un gobierno de cambio que empiece a revertir estos alucinantes
cuatro años de saqueo, beaterío, propaganda e involución democrática
atizada por un puñado de sinvergüenzas comprados a peso de oro con los
dineros de todos.
Y
ahora parece tocarle el turno a Podemos. Hacer bambú del partido morado
es tarea más difícil que de C's porque la cantidad de requisitos
inexcusables, líneas rojas, chulería y prepotencia que lleva días
soltando el líder máximo no es fácil de ocultar bajo la mesa camilla. Es
muy de aplaudir que, haciendo como quien no quiere la cosa, respondan
a la iniciativa de Garzón y otros a sentarse a negociar con el PSOE sin
exigirle a Sánchez que vaya de rodillas a Canossa, que le dé al
jefe los puestos que quiere o que deje de hablar con quien cae mal a
este. A lo mejor, con un poco de suerte (y bastante generosidad de
Garzón, por cierto), Iglesias empieza a ser bambú y no estaca y
comprende que los electores lo han puesto a él y a Podemos en donde les
corresponde, el sidecar, porque han dado la moto a Sánchez y es Sánchez
quien tiene que formar el gobierno y no el contramaestre.
¡Si hasta los indómitos catalanistas que hasta ayer amenazaban con el voto negativo hablan hoy de esperar y ver y mostrar flexibilidad!
Cuando menos Homs y los de DiL. ¿Por qué? Porque tienen gran
coincidencia con los sectores más abiertos y progresistas del electorado
de España, ese país vecino: cerrar el paso a Rajoy, impedir la
repetición de este aquelarre de latrocinio, estupidez y represión.
Así
que los genios de Podemos se hacen bambú, profesan el zen, adoptan el
talante del caballero, fuerte en su flexibilidad, o se quedan para hacer
compañía al PP y, claro, votar con él. La estrategia del escorpión,
vaya.
Comprendo
que es amargo haberse pasado un año y medio diciendo que sales a ganar
(como si los demás salieran a perder) y no ganar. Pero es añadir necedad
a la amargura, actuar como si hubieras ganado, tratando de imponer
condiciones a los demás que los demás no tienen por qué aceptar porque
la verdadera "sonrisa del destino" reside en que el electorado ha dado
la famosa centralidad política al PSOE.
Puede
que sea injusto, que el PSOE no haya hecho nada por merecerla y que
Sánchez no pase de ser un arribista con suerte. Puede. Pero la realidad
es esta; no otra y, por más que los fieles y verdaderos creyentes coreen
el grito de Obama, Yes, we can!, lo cierto es que No, you can't.
Y,
si se quiere la prueba definitiva para saber si se es noble y elegante
bambú o roma estaca, vayamos a esas elecciones por las que suspira
Rajoy.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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